Resolución (20)

2.1K 325 70
                                    

Alrededor de media hora después de que Sovieshu se durmiera, Ser Rorkin, quien sabía que el Emperador no se había ido, golpeó la puerta un par de veces para llamar mi atención.

—Sí? —Contesté, mirando al hombre dormido de reojo para asegurarme de no despertarlo.

—Lady Rashta, la matrona está buscando a Su Majestad.

'Matrona? De qué habla este hombre?'

—Un momento! —Toqué el hombro de Sovieshu suavemente para despertarlo. Sus largas pestañas bailaron un momento mientras luchaba por abrir los ojos. —Su Majestad? —Su mirada somnolienta por fin encontró la mía.

—Sí, cariño? —Ronroneó. La sangre me subió tan rápido a la cabeza que temí sangrar por la nariz. Debió haber notado su error, porque abrió los ojos aún más, sacudiéndose el sueño definitivamente, y se incorporó de golpe, casi dándome un cabezazo en el camino. —Lo siento tanto, Rashta! No debí quedarme dormido así.

—No es problema. —Carraspeé, intentando que no se notara en mi voz que mi corazón iba a estallar por los nervios. —Ser Rorkin acaba de anunciar a una matrona?

—Oh. Dios mío. Es verdad. —Caminó hasta la puerta, la entreabrió y dijo algo que no alcancé a escuchar antes de cerrar otra vez y volver a mi lado.

—Todo está bien? —Qué pasaba? Por qué Sovieshu necesitaría una matrona?

—Recuerdas algo de lo que pasó antes de esto? En el último día de las celebraciones? —Negué.

—Bueno, en realidad... —Arrugué el ceño, como si eso me ayudara a pensar con más claridad. —Recuerdo haber visto al Vizconde Rotteshu y temer por mi vida, pero eso es todo.

La expresión de Sovieshu se endureció al escuchar mis palabras, apretando la mandíbula y tensándose, como si estuviera listo para matar a alguien. Su voz, en contraste, fue sumamente dulce.

—Recuerdas que le mencionaste al Barón Langt algo sobre haber visto luz en tus manos de pequeña? —Asentí. Mi mirada se desvió por un segundo al cajón donde guardaba mi "diario". Llevaba un buen registro de mis mentiras. —Pues parece que no fueron imaginaciones tuyas. Eres... —Hizo ademanes, como si estuviera buscando la palabra adecuada. —Eres impresionante.

YYYYY eso confirmaba mis miedos. Anomalía mágica, ahí te voy!

—No entiendo... —"ErEs ImPrEsIoNaNtE" Eso no mE DICE NADA!

—Tu encuentro con el Vizconde manifestó tus poderes. Nos diste un buen susto a todos ese día.

ª

—Lo siento, Emperador. No tengo idea de qué hice o cómo lo hice... —Y tendría que averiguarlo pronto. No podía ir por ahí cayendo en coma cada vez que usara mis aparentes enormes poderes.

—Lo sé. Por eso traje al profesor Rethall. —Ante mi cara de confusión, añadió: —El hombre de antes.

—El maleducado..? —Susurré. —Es PROFESOR!? —No hice ningún esfuerzo para ocultar mi sorpresa. La expresión de Sovieshu mostró una profunda vergüenza ajena.

—Varios invitados se quedaron luego del incidente. Curiosos que quieren saber qué pasó. El profesor reunió sus testimonios como parte de su investigación, y al parecer, que todos hubieran visto lo mismo aumentó su emoción y su certeza de que no fue una alucinación. No suele ser tan... —Gesticuló, indicando algo como "Eso que viste hace un rato."

—De acuerdo... —Dije, no muy convencida. —Y qué hay de la matrona?

—Qué dijo el médico? No pude hablar con él. —Suspiré.

Ayuda! Reencarné en la Rata!Where stories live. Discover now