Las piezas caen en su lugar (21)

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—Lady Rashta? Es hora de levantarse. El desayuno está listo.

Eh? Quién hablaba? Busqué con la mirada y encontré a la sirvienta que había reemplazado a las chicas cuando tuvieron su semana libre. Me sentí terriblemente mal cuando noté que no sabía su nombre. No lo había preguntado ese día. Me incorporé con una expresión de disculpa.

—Lo siento, pensarás que soy una persona horrible puesto que ya me has ayudado, pero no sé tu nombre.

—Está bien, Lady Rashta... —Sonrió suavemente. —Soy Delisse. —'OH.' —El Emperador me asignó a usted permanentemente mientras estaba en coma. Cómo se encuentra?

—Bien, creo. Aunque mi aspecto no debe condecirse con lo que diga. —Reí. —Recuérdame que las siestas de belleza deben durar media hora, no un mes. —Un dolor punzante me interrumpió. —Agh, mi cabeza...

—No se preocupe, le traeré medicina.

—Gracias. Eres un encanto. —Se reverenció antes de salir con su paso de "soy veloz, soy efectiva, soy la mejor sirvienta del mundo!"

Delisse, huh? Esa era la sirvienta a quien Rashta mandaba a cortarle la lengua por el asunto de las plumas de pájaro azul. Qué hacía aquí? Creí que aparecía mucho más adelante, luego de que Kosair tratara de envenenar a Rashta con la droga abortiva y echaran a las chicas.
Inspeccioné el desayuno. Había pan, mermeladas y fruta, pero también huevos revueltos y carne roja. Tomé un sorbo de té. La leche había sido reemplazada por crema fresca.

'ÍAN!'

La voz en mi cabeza gritó, desesperada. Dónde estaba el niño!? Sovieshu se lo había devuelto la matrona a pesar de mi insistencia de dejarlo en mi habitación. Algo de "Acabas de despertar, necesitas tiempo para recuperarte" y demás sin sentidos. Pero había pedido que me lo trajeran en la mañana!

La puerta volvió a abrirse y una sirvienta que no había visto antes entró con mantas y sábanas limpias. Traté de mantener la calma para no espantarla.

—Disculpa... Sabes dónde está mi hijo?

La mujer, mayor que yo, se reverenció antes de hablar.

—Lady Rashta, buenos días. Lord Ían se encuentra con la matrona y sus otras sirvientas en la sala de estar. Cuando esté lista podrá reunirse con él.

Suspiré, aliviada.

—Lo siento, no sé tu nombre. —Otra reverencia.

—Es mi culpa, Lady Rashta. Debí presentarme antes. Soy Arian.

Oh. La otra sirvienta, la experimentada. Ella era la que terminaba muerta..? Me estremecí ante el pensamiento de apuñalar a alguien por la espalda.

—Muchas gracias, Arian. —Le sonreí sinceramente. La mujer pareció algo incómoda ante el gesto. Con todas las sirvientas era lo mismo. Les demostrabas un poco más de amabilidad de lo socialmente aceptado y entraban momentáneamente en pánico, sin saber cómo reaccionar. Ya se acostumbraría.

Luego de desayunar, las chicas regresaron y me ayudaron a vestir. Iba a ser difícil ocultar la piel macilenta y enfermiza, pero hicimos lo mejor que pudimos para cubrirla con polvos de perla y darle algo de brillo.

El vestido azul Francia me quedaba más flojo que antes, pero no había nada que hacer al respecto. Decidí dejarme el cabello suelto para ocultar mis ahora visibles huesos. Rashta ya era extremadamente delgada y me había costado horrores poner algo de carne en su cuerpo. Ahora, todo mi esfuerzo se había perdido.

Observé mis clavículas en el espejo y suspiré con desgano antes de ponerme de pie lentamente. Kate y Delisse, una a cada lado de mi, estiraron las manos para atajarme en caso de que me desestabilizara. Esperaba que la gente no me mirara raro por usar zapatos planos, pero cuando intenté ponerme los tacones mi cuerpo dejó de responder. Tanto tiempo en cama había convertido mis piernas en las de un cervatillo recién nacido.

Ayuda! Reencarné en la Rata!Where stories live. Discover now