Woodstock

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Elizabeth:

Siento como mi cuerpo se paraliza del lado de la cama, donde me mantengo inerte y con timidez hasta que ella me mira divertida.

-La cama es grande, Lizzie, acércate más-me pide al colocar su cuerpo sobre las sábanas.

-Pero este pedazo está frío y...

-Vamos, deja eso aún lado, hoy en la mañana no parecías tan tímida.

La mención de lo que sucedió en la mañana y no termino, me hace querer esconder mi cara en algún lado.

-Elizabeth-frunzo el ceño por la forma en que ha dicho mi nombre-¿Quieres acercarte más en medio de la cama para no caerte, querida?

Veo el pequeño espacio que hay para yo caerme al suelo, tiene razón, un poco quizá.

Recorro mi cuerpo hasta en medio de la cama y ella se acuesta al otro lado, dejando solo unos centímetros de distancia entre nosotras.

-¿Recuerdas el disco que me diste en tu cumpleaños?-como olvidarlo, Louis me regaño porque ese disco, le llevo horas hacerlo.

-Claro, ¿que hay con el?

-Lo termine de oír.

-¿En serio? Eran más de 100 canciones.

-Bueno, ¿de verdad creíste que atendía casos por llamada?-es una mentirosa definitivamente-La música es buena, y me gusta la combinación de géneros que has puesto en ella, así que lo pensé...

-¿El que?

-Woodstock-exclama poniendo su barbilla sobre la almohada para mirarme boca abajo.

Había oído sobre ello, woodstock es un festival de música y arte que se da aquí, en New York.

La primera y última vez que hicieron uno fue en 1969.

-¿En serio?-ella asiente con entusiasmo.

-¿Quieres ir conmigo?

-Claro que si, no podría perderme el ir a un festival-no deja de mirarme-contigo por supuesto.

La curva de su labio se ve tan preciosa, que he olvidado el porque no estamos juntas de verdad.

Pero quizá, y solo quizá, algún día eso cambie.

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Sira:

-¿Te portas bien?-ella asiente mientras la acuesto sobre la cama para que vea la película que no se cansa de mirar en casa-Te quiero, no tardaremos, lo prometo.

Ella sonríe ante mi beso, al igual que por el de Lizzie y vuelven sus ojos a prestar atención a la pantalla.

Lizzie me mira al salir de la casa con cara de no querer irse y dejar a Roose con la niñera.

-Tranquila, no llegaremos tarde.

Ella se tranquiliza un poco con ello y sube al auto, a pesar de que pudimos caminar porque no está tan lejos.

Mis manos chocan con las suyas un par de veces y se sostienen como cosa de prioridad antes de llegar.

La sensación de felicidad se esfuma por momentos mientras la música retumba sobre mis oídos y la ven feliz.

Pero en mi mente siento que ya estoy escribiendo nuestro final, aún, cuando ni ella mucho menos yo, hemos tomado la pluma y el papel.

Ahí estamos, sonriendo con exceso admirando cualquier cosa maravillosa que se cruza. En especial sus ojos y su manos en las mías.

Sus pupilas dilatadas excitadas por la vibra que alimenta su alma.

Si, sigo usando metáforas cuando se trata de explicar la felicidad que tratamos de transmitirnos en este momento, en nuestro primer y... El hoy.

Cartas A La Edad © | [Completa]Where stories live. Discover now