Cartas a ella

102 18 7
                                    

Elizabeth:

Era estúpidamente absurdo...

Después de aquella conversación, subí al auto con Roose preguntando en mis brazos porque te dejábamos. No pude decirle nada, no solo porque no lo entendería, sino porque ni yo misma era capaz de saber la razón.

Solo que en mi mente ya no estaba esa pregunta, Elizabeth, ahora la rodeaba una peor, porque debo decirlo, siempre viene una peor...

¿Que puedes ofrecerle a una chica 16 años más joven que tú?

Vaya mierda de pregunta si soy sincera, pero aún trato de encontrarle respuesta, y aún no me deja dormir.

No puedo ofrecerte nada, Lizzie, y lamento seguirte llamando así pero ciertamente, no quiero dejar de hacerlo. Y odio decirlo o pensarlo, pero se que tú tampoco lo quieres.

¿Es absurdo? Si, demasiado.

Espero que lo entiendas, puedes odiarme, puedes pensar que soy una estúpida cobarde y tienes razón, lo soy. Pero ahora no estoy pensando en mí, pienso en ti y en qué todo lo dicho, incluso esa absurda conversación con Dean, tiene sentido.

Te amo, Elizabeth, más de lo que debería admitir.

Más de lo que creí que era capaz.

Después de esto, voy a odiarme, seguramente tú también pero eres joven, se te pasará más pronto de lo que imaginas.

Si me permites darte un consejo; no vuelvas y haz tu vida.

Empieza de cero ahora que puedes, porque conmigo no tienes futuro, nunca lo has tenido.

Una mujer casada y con una hija no te abrirá la puerta al mundo que crees, así que no te vuelvas vieja pensándolo y dejando pasar tu vida frente a ti.

Porque te aseguro, Elizabeth, no será divertido, y el tiempo tanto como la vida, no va a recompensarte lo después.

Espero respondas esta carta algún día diciéndome que tenía razón y que lo has entendido.

Como siempre sin postal o tu nombre, porque lo has sabido desde siempre.

Solo puedo amarte cuando nadie ve, o cuando le envías cartas a ella...

Siempre tuya, ella."

|

Actualidad...

—¿Y que sucedió después?—pregunta una de las personas de mi círculo asfixiante.

—¿Ella respondió?—pregunta otra.

—No—respondo pensando en todos los años que pasaron después de esa primer carta que le dio paso a las demás.

—¿Que? ¿Por qué?

—Porque ella nunca lo entendió—quizá aún no lo entienda—Las dos se amaban, y si, quizá aquella mujer no tenía nada que ofrecerle pero es que Julieth no quería nada más que el amor correspondido, y Jane nunca entendió eso.

—Creo que fue porque Jane tenía miedo—interrumpe Olivia—y Julieth tampoco lo entendió.

Todos la miran prestando atención a esa repentina y brusca intromisión.

—Quiero decir, para Jane ese sentimiento era nuevo, tenía una hija y un marido completamente estúpido, pero era la primera vez que experimentaba algo así. Sin mencionar que la chica había llegado como su competencia y era 16 años menor que ella, ¿quién no tendría miedo en su lugar?

—Es un buen punto—todos murmuran en su lugar.

—¿Y que hay de Jane?—digo—Era una joven en busca de algo nuevo, era su primer trabajo real y había sido puesta como la secretaria de Jane, en retrospectiva ella tampoco sabía que todo aquello se convertiría en ese desastre. Ella nunca lo pidió, y sin embargo, ella siempre intento quedarse. La amaba, y no quería nada más que eso de la otra parte, ni siquiera había importado la edad si la gente como la madre de Jane o el esposo tuvieran ese prejuicio aún en este siglo.

—Es que no era prejuicio, era la ética y moral de una mujer casada, con una hija y 16 años más que una adolescente en plena exploración del mundo exterior.

Un hombre mayor se acerca a nosotros y se detiene a unos pocos metros de mi.

—Y se que él no estaba para nada en la mejor posición de decirlo, pero tenía razón—algo en él se me hace conocido—Jane no tenía nada que ofrecer y Julieth, esa joven aún tenía que vivir, salir a conocer el mundo y todo lo que tenía para ella. No sólo estancarse porque creía que amaba a alguien, a estas alturas y con la edad que cada uno tiene, da igual si eran mujeres las dos, se amaban y nunca oí a alguien que amara de esa manera a otra persona. Pero hay que aceptarlo, ellas no estaban destinadas a estar juntas.

—¿Que hay del final, Elizabeth? ¿Que sucede con ellas?—ignoro al hombre que acaba de decir aquello.

—Hubo más cartas, pero Julieth no abrió ninguna. Miedo o aceptación, nunca sabremos el por qué pero ella aún espera algo más que un papel lleno de tinta.

La espera a ella, siempre a ella...

Cartas A La Edad © | [Completa]Where stories live. Discover now