Vuelve, volvamos

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Sira:

Calidez, eso hay al recibir el suéter que me hace envolverme.

-¿Por qué viniste, Elizabeth?-odio preguntar cuando la necesito conmigo.

-No quiero que estés sola.

-Volveré a hacerte daño-ya lo dijo Louis.

Porque eso es lo único que se hacer con ella.

-No te quiero de vuelta, Sira-supongo que así se siente-solo hago lo que cualquier detective haría con cualquier persona que necesita ayuda.

Cualquier persona... Eso me he convertido ahora.

No digo nada, solo asiento y subo a su auto para ir al departamento y comenzar a buscar a Roose.

Llegamos al departamento y ella comienza a mover a todos los del departamento, haciéndome recordar que esto de verdad es un desastre.

Ni siquiera soy capaz de decirle que el uniforme le queda genial, porque sinceramente, no sé cómo decirlo.

La he dañado tanto que... Ella me odia más de lo que me ama.

-La hemos encontrado-dice- está con su esposo, él se hospeda en un hotel a unos 100 kilómetros de aquí.

-Gracias-no logro contenerme y la tomo para abrazarla.

Abrazarla y sentirla otra vez.

Su aroma no ha cambiado, sigue siendo fresco y dulce como ella.

-Lo siento-me alejo de ella y tomo mi bolso para salir de ahí e ir a buscar a mi hija.

Voy a tomar un taxi cuando ella sale y se pone a mi lado.

-¿Te llevo?

-Oh no, no quiero molestarte, ya has hecho mucho.

-No es molestia, Roose me importa mucho-yo sonrió un poco y asiento-y tu también me importas, me importabas.

Se corrige así misma sin poder mirarme.

Recuerdo ese nerviosismo, lo tenía cuando recién entro al departamento porque yo estaba furiosa porque habían contratado a alguien más joven y con menos experiencia que yo.

Al final odie tener esos pensamientos sobre ella antes de completar el mes.

Acepto su invitación y abre la puerta del auto para mí.

«Ahora ella hace lo que yo debería hacer» pienso al subir y verla como comienza a conducir segundos después.

Tomo mi bolso y saco la pequeña caja gris que ella me regaló en mi cumpleaños, cumpleaños que compartí con los del departamento y Roose dos semanas después de contratar a Elizabeth.

-¿Puedo?-la miro antes.

Ella asiente y yo saco el cigarrillo para prenderlo y darle unas cuantas caladas y exhalar el humo de mi boca.

-¿Recibiste mi carta?

-Si.

-No la respondiste-le doy otra calada al cigarrillo y abro la ventana un poco del auto para tirar la ceniza.

-La queme-exclama sincera.

-Ah-no digo más.

El cigarrillo se termina y llegamos al hotel, antes de bajar ella se endereza y me mira, lo que me hace mirarla.

-¿Por qué enviaste una carta después de tres meses?

-Porque quería que supieras que aún te amaba-murmuro-que aún te amo, y que lamento todo lo que pasó.

-¿Me dirás lo que te dijo?- quería decirle que no, que no vale la pena porque en el fondo ella lo sabe.

-No puedo ofrecerte nada, Elizabeth, él lo sabe y nosotras también.

-Pero eso lo decido yo, Sira-lo sabía.

-Lo siento, Lizzie, si tan solo pudiera retroceder el tiempo y cambiar las cosas.

Quizá no te habría pedido aquel día que te quedarás con Roose.

Quizá después no te habría besado al jugar escondidas con Roose.

Quizá... Quizá nunca te habría contratado si tan solo hubiera sabido cómo acabaría todo.

-Vuelve-me pide.

-Lizzie...-le suplico que no siga.

-Por favor, da igual si me haces daño solo... Solo vuelve, volvamos-me toma del rostro tocando mi mejilla recordándome lo que ya se.

Sigo siendo de ella...

-Oh Lizzie-susurro poniendo mis manos sobre su nuca para besarla.

Besarla y sentir su piel suave sobre la mía.

Sigue siendo un bucle, pero odiaría no darle un final digno.

Cartas A La Edad © | [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora