Capítulo 1

521 23 4
                                    

Ella

Moroha:


Miren, ahí está la hija de la bailarina prostituta...

Si había algo que en verdad detestaba, era cuando la campana del recreo daba su inicio.

Lo odiaba inmensamente.

Eran de esos momentos que más lentos transcurrían, y los que más busc

el que daba paso a que todo el mundo decidiera abandonar sus asuntos para perder su atención en mí. No me gustaba llamar la atención. Nunca me ha gustado, de hecho. Prefería, mil veces, pasar por inadvertida que ser el centro de estúpidas burlas; Repudiaba los susurros, las miradas, y sonrisas que resaltan cuentos que no traen, en absoluto,una pizca de gracia. Es por eso resultaba mucho más conveniente comer en solitario, que perder el poco apetito por causa de comentarios hirientes. Los que provocan un gran malestar y avivan la cólera que mi autocontrol luchaba por reprimir.

Casi nunca tenía éxito, y esa era otra de las cosas que me irritaban; No poder siquiera contener el control de mí misma.

....Pobre, si mi madre tuviera que trabajar en eso, ni siquiera le hablaría...

Algunas veces apartarme por completo no evitaba que los susurros llegasen hasta mis oídos. Eran como sombras. Como fantasmas que me hacían sentir impotente. Me hacían cuestionarme sobre mí misma. Y también, me creaban cierto repudio. Odié mi maldita existencia por culpa del dichoso palabrerío; Pero era un odio que nunca expuse ante los demás por orgullo. Solo salía a la luz cuando mi mente se nublaba del sentimiento por completo. Cuando este brotaba de mi pecho sin ningún tipo de permiso.

Puede que me suceda lo mismo ahora.

...No deberías de menospreciar. Recuerda que su padre las abandonó, y por lo que oí, nunca más ha regresado....

«¡Cállense!» El eco de mi propio mandato me obligó a mirar fijo en el mismo punto. En esas que encontraban la gracia al hablar de otros sin pizca de disimulo. De igual manera no las dejaba de observar. Sería condescendiente y las miraría a los ojos. Me llenaría de una inmensa rabia que aclamaba ver sus rostros colmados de agonía.

...Y como no... hasta yo me hubiese marchado, de saber que iba a tener a una bastarda....

Me rio con desencanto. Ser popular jamás ha sido de mi interés. Se siente como algo forzoso e irritante. Sobretodo cuando no se proyecta de una buena manera; Ese tipo de comentarios son una minúscula parte de todo con lo que he tenido que luchar constantemente. Ser referida como estorbo, problema, y hasta adefesio, eran insultos que día a día se han convertido en algo ordinario en mi caracterización. El desconocimiento de la gente y lo poco razonable de su manera de pensar atraen a su curiosidad retorcida; Una en la que daban más argumentos para burlarse de mí. Yo estaba cansada de eso.

Más no me molestaría acercarme para ponerle fin a su conversación.

—¡MO-RO-HA! —Mi vista se desplaza hasta mi lado. Sacándome un gran bufido con solo ver su expresión de perplejidad —¿No nos escuchas? ¡Llevamos aquí medio minuto! —Reclama la albina y mis ojos alzan la mirada; Cuando mi furia enerva de esa manera, bloquea a mi mente y todo tipo de sonido es irrelevante para mí.

El Regreso [EN EDICIÓN Y PROGRESO]Where stories live. Discover now