Capítulo 18

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Charla con una amiga.
(***)


Si tuviese que describir el departamento de Sango, no hay mejores palabras para describirlo que no sean agradable e independiente.

Es un sitio ubicado en el inicio de la frontera del pueblo, justo donde comienza la carretera y el mirador que limita con el bosque y el lago, por ende, las vistas son maravillosas, sobretodo los atardeceres donde se percibe como la ausencia del sol tiñe de rojo el cielo, y se refleja en las aguas del extenso y profundo estanque.

Ahora mismo, el sol está en su punto más alto, por lo que es difícil presenciar el ocaso. No obstante, la brisa cálida y refrescante me acaricia e intenta llevarse consigo todos los mechones oscuros de cabello que difícilmente logran mantenerse quietos por debajo de mi pecho y hombros, en el momento en que abandono mi auto frente a la residencia de dos pisos. Me entorpece la vista, y me hace maldecir una que otra vez; tomando nota mental de hacerme una coleta cada vez que vaya a visitar a Sango.

La razón de tanta ventisca, es porque los territorios de Akamura delimitan con el mar a unos pocos kilómetros. Y debido al acercamiento del verano, es más apreciable este tipo de sucesos.

Debo confesarlo, el templo se ha vuelto mi hogar durante muchos años, sobretodo porque se convirtió en mi refugio y mi escape cuando todo se tornó oscuro. Fue aquel lugar que me brindó tranquilidad y estabilidad. Me hace estar completamente convencida de que venir a Akamura fue la oportunidad perfecta de resetear toda mi vida y comenzar de cero. Y actualmente, estas montañas significan mucho más que mi lugar de origen, tuve una extraña conexión con ellas incluso desde que era pequeña, ya que en aquellas pocas visitas que le hice a mi abuelo había descubierto toda la magia y la esencia propia tan apartada de la gran ciudad y los edificios.

Pero, si pudiera trasladarme a algún sitio en específico, me gustaría que fuera a esta zona. Y lo sé ¿Qué diferencia existe desde donde vivo, a aquí? Obviamente no mucho, pero por el simple hecho de estar alejada de todo y admirar estas vistas todos los días, logran convertirlo en mi lugar favorito.

Mi amiga reside aquí, ya que con sus propios ahorros y la ayuda de su padre, logró alquilar la parte superior que estaba completamente en abandono.

Tan pronto como llego a su casa, atravieso la puertecilla que conduce al pequeño jardín y el camino de piedra que me lleva a la residencia envuelta en madera y papel blanco. El departamento es de dos pisos, Sango vive arriba y abajo la mujer que la arrienda, una señora amargada y mayor que casi nunca está en casa (y si lo está ni siquiera se nota); por lo visto, tampoco le gusta que la castaña tenga visitas muy seguido. Todos conocen el carácter tenaz de Sango, así que es muy fácil asumir que a la anciana tampoco le agrada la cercanía de ella, y si no es porque le paga, ahora mismo mi amiga no tendría un sitio en donde dormir.

Como es de esperarse, esa mujer tampoco consiente nuestra amistad, cree que soy una deshonra de mujer por el simple hecho de no tener un "marido"  a mi edad, y mantener una hija durante catorce años. Me enfurece que digan ese tipo de cosas de mi, hace que todo mi esfuerzo no merezca la pena de ser reconocido, y sé que aunque supieran los verdaderos hechos que me condujeron a tener a mi hija completamente sola tampoco estarían de acuerdo con eso.

No obstante, las inquietudes de los demás no me interesan, yo no dependo de la opinión de nadie para hacer las cosas a mi manera. La única persona que me lastimaría el alma, no sería más que mi propia hija. Porque ya me cansé de andar llorando todo el tiempo como solía ser en el pasado. Nadie aquí, tiene el derecho de juzgarme.

El Regreso [EN EDICIÓN Y PROGRESO]Where stories live. Discover now