Capítulo 8

282 26 7
                                    

Cambios

Es sorprendente todo el descaro de esta gentuza, que aplauden, ante la presentación que se llevó a cabo sobre el escenario. Y no estoy diciendo que lo sucedido no se merezca el mérito. Me refiero, a que a simple vista es perceptible todo el desgano de cada uno de los habitantes por el acto anterior. No sé que intentan aparentar con ello. No obstante, no me interesa. Tan solo admiro un poco más a la mujer que abandona las telas, deslizándose suavemente hasta que la punta de sus pies alcanzan a tocar el áspero suelo. Una sonrisa maligna surca mis labios por ello. Y me levanto rápidamente. No estoy dispuesto a seguir perdiendo el tiempo en este lugar.

—¡Señor Taisho! —Kouga se levanta también al ser testigo de mi acción desmesurada. Me sostiene del brazo para retenerme. Algo asustado por mi reciente actitud, e impactado, por la manera en la que lo fulmino como si él tuviera la culpa de todo mi mal humor. En parte sí la tiene. E intento no reírme por su pendejismo, porque tal parece que va a llamar a emergencias debido a la expresión de terror en su cara «Menudo Marica» —¿Qué le sucede? ¿Está todo bien?

Lo miro fríamente. En clara advertencia, de que no debe tomarse ese tipo de atrevimientos conmigo.

—Apártate. —Demando, con la voz más oscurecida que de costumbre —Ya ví suficiente. —Era verdad. Mis intenciones nunca fueron permanecer aquí por toda la noche. Me zafo de su agarre. Sin dar esperanzas a ridículas respuestas, ni tampoco a intentos de detención. Kouga parece algo ido sin entender que es lo que me pasa. Y sinceramente no es mi problema el como se haya tomado mi mal genio. Justo ahora, tengo un asunto mucho más importante que saber como se siente el estúpido de mi secretario. Algo que me urge descubrir desde hace muchísimos años.

Me dirijo al centro de todo a paso veloz. Decidiendo ignorar a las tontas exclamaciones y comentarios sobre mi persona. Y si antes mi ánimo no se prestaba para eso, ahora soy capaz de mandar al demonio a todo aquel que se me cruce por el camino; A la gente comenzaba a acumularse, en busca de las acróbatas que abandonaban el escenario. No me contengo. Pasando por encima de todos a base de empujones y codazos. «¡Maldición!» Protesto. Lo peor que quería precisamente ahora, era a un montón de viejos imbéciles entorpeciéndome el camino. ¡¿De dónde coño salieron tantas personas en este pueblito fantasma?! Resulta demasiado frustrante. Tanto para mí, como para la querida amiga castaña de la mujer que persigo. Parece estallar en cualquier momento después de tener a tantas personas a su alrededor.

Prácticamente ni me fijé en ella. Pero al parecer consiguió llamar bastante la atención y no creo que se sienta muy a gusto con eso. Más bien, intenta escaparse. Seguramente, tratando de llegar hasta ella. Una idea macabra surca por mi mente. Si voy a hacerme notar es mejor ahorrarnos las presentaciones. Y paso justamente por su lado, chocando contra su hombro en el proceso. Lo hice a propósito, quería que me mirara, para que abriera los grandes ojos castaños con la ira irradiando de ellos. Le sonrió descaradamente. Me es tan divertido molestarla, para que me dedique sus típicas miradas asesinas mientras anda echando humo. Sé cuanto me odia por lo que le hice a su amiga. Eso no es secreto para nadie. Además, de alguna manera necesitaba vengarme por la tremenda bofetada que me dió en su momento.

La siento gruñir, y tratar de quitarse al tipo que hasta ahora la tenía retenida —¡Espera InuYasha!— No le hago caso en cuanto me llama por mi nombre. Solo alzo mi mano, sacándole el dedo corazón para demostrarle lo mucho la extrañé, y lo mucho que me importan sus problemas —¡Maldito!— Me grita con más rabia. Y levanto la mirada, dirigiéndome directamente a la parte de atrás del escenario, rumbo a mi verdadero objetivo.

Casi no hay nadie por los pasillos. El lugar me resulta bastante estrecho, incómodo, y desordenado. De hecho, esquivo algunas prendas de vestuarios, máscaras, y utensilios de decoración, desparramados por lo largo de todo el piso de madera. Es un tanto oscuro y sin iluminación. Parece el sitio ideal para la gente ruin; Aquellas personas que solo se inclinan por unos míseros centavos. Me resulta peculiar que la mujer que estoy persiguiendo forme parte de ese elenco. Es irónico, debido al tipo de vida en la que había crecido. Y no lo entiendo ¿Qué necesidad tenía ella como para caer en este tipo de lugares? ¿Cómo para rodearse con este tipo de personas? Mi ceño se frunce aún más. Seguramente, mi furia ya sea perceptible para los demás. Sobretodo cuando no entiendo un carajo de hacia donde me dirijo. Camino sin rumbo por un pasillo aparentemente sin final. Abriendo algunas puertas, y topándome con mujeres encueradas que emiten gritillos al ser descubiertas. Ni siquiera me molesto en observarlas. Definitivamente no me interesan. La ira que poseo ahora mismo, puede mucho más que yo.

El Regreso [EN EDICIÓN Y PROGRESO]Where stories live. Discover now