Capítulo 7

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Ejecutivo

Sonrió al público con delicadeza. Vestía en aquel traje blanco. Reluciente de lentejuelas, que titilaban con el reflejo de las luces de los farolillos de papel, colgados al alrededor del escenario. Su porte era sereno, firme, y seguro. Necesitaba permanecer lo más centrada posible, dado al tipo de disciplinas que ejercía. Un arte tan bello, que solo su riesgo en las alturas, lo incitaba a convertirse en una gran fuente de interés para las personas amantes de la adrenalina. Se atrevió a enderezar más la espalda, aunque sin permanecer muy tensa. Quería denotar valor, como si así, pudiese opacar a los nervios que la carcomían en sus adentros. Necesitaba convertirse en su propio apoyo. Repitiéndolo constantemente como su mantra. Palabras que la regresaban a la realidad, para que no se ahogara en sus propias emociones negativas. Y tan oscuras, como el manto de cabellos que le escurrían por los hombros; Asimilando una suave cortina, que le caía hasta su cintura. Descalza. Con muñequeras brillantes sobre el dorso de sus manos.

Estaba bella. Pero su reciente belleza, no les dejaba de parecer a los del pueblo como un acto bastante osado. Era una gran falta de respeto mostrarse sobre aquel palco, con ropajes tan cortos e indecentes, que rozaban con la incomodidad ajena. Realmente no lo eran. Ni aparentaban algo obsceno. Pero ellos nunca lo entenderían porque no estaban acostumbrados a eso. A que una mujer exponga tanta piel, que casi no le dé esperanza alguna a la imaginación. Era totalmente vergonzoso y atrevido. Digno de alguien, que solo buscaba crear provocaciones ante los hombres de familia. Hombres, que solo respetaban el matrimonio como algo aparente para los demás. Condenando a las mujeres a ser amas de casa sin propósitos. Sin deseos a futuro. Es por eso, que no conocían de este tipo de arte. Siendo las víctimas de la ignorancia.

Muchas veces ese hecho la desanimó. Pensar de que para la gente, su trabajo asemejaba una imitación barata de strippers y prostitutas, la acomplejaba bastante. Aún sabiendo de que todos ellos andaban bastante errados. Y el hecho de que solo los hombres "de familia" fueran su público habitual, la hacían contradecirse demasiado y juzgarse así misma como lo obvio. Porque el morbo estaba presente en sus miradas. Sintiéndose más de una vez desnuda ante aquel montón de viejos perversos. Y los prejuicios, los comentarios, y las miradas indiscretas, tampoco eran un gran apoyo. Ya que no solo se dedicaba a bailar "semi desnuda" sobre el palco de un escenario, también era madre desde una temprana edad, y no estaba casada. ¿Qué clase de educación le habían dado los Higurashi? Un apellido tan respetado entre los templos. Era decepcionante que su hija legítima, terminara de esta manera. Y hacía mucho que nadie le mostraba el valor requerido a sus esfuerzos. Tal vez, sí pudiera sentirse como una mujerzuela de las calles. Por más que Sango se negara a mirarlo de aquella manera.

Aunque no era lo mismo. Sango era fuerte. Y muchos le temían al coraje de su amiga. Ella no sufría los mismos tratos por parte de las personas. Era más confianzuda. Nunca tuvo problemas con simpatizar. Al contrario de Kagome, que desde que había llegado, fue valorada de muy mala manera. Rechazada y limitada. Sin ser aceptada en algún empleo "decente" como para pasar por desapercibida entre las personas. Personas que juzgaban su vida sin saber un carajo de lo que le pasó. Mostrándose hostil, severa, pero sobretodo desconfiada. Y no le importaba si el mundo la hacía a un lado. Se había prometido avanzar y superarlo todo por su pequeña. No le fue fácil. Por eso, no le interesaba en lo absoluto la opinión de la gentuza de ese pueblo. Pero no significaba que no le afectase de un modo u otro.

No obstante, no les iba a dar el placer de burlarse por esta noche. Su trabajo no era nada de lo que tenía que avergonzarse. Más cuando era aquello que la hacía sentirse viva sobre el escenario. Había pasado de caminar y gatear, a saltar literalmente sobre los aires de un lado a otro. Le gustaba, le apasionaba. Y les quiso mostrar a todos una sonrisa verdadera sobre sus labios. Quiso demostrar quien era ella, y como se ganaba la vida. A pesar de que la valoraran como algo que no era.

El Regreso [EN EDICIÓN Y PROGRESO]Where stories live. Discover now