Capítulo 10

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Un viejo amigo

Algo que siempre me ha gustado recalcar; Es que uno de mis momentos favoritos del día, es aquel en donde se recibe a la mañana.

Para mí, no existe nada más gratificante que supere la deliciosa sensación de poder respirar el aire húmedo y denso que asciende hacia las altas temperaturas. El instante mismo, de cuando las aves despiertan el entorno en donde unos pocos están despiertos, mientras que el resto aún permanece dormido. Y yo, querida gente, soy del tipo de persona que madruga con el único objetivo de disfrutar de los primeros rayos que bañan a la ciudad en aparente calma. Me encanta observar a detalle cada manifestación del medio ambiente cuando un nuevo día da comienzo. Todo lo que la naturaleza le ofrece al mundo desde el alba, a pesar de que su visión sea algo nula aquí en la capital. Por suerte, poseo algunas plantas como fieles compañeras de este hermoso suceso, y entre ellas un pequeño bonsai; que simboliza el árbol diminuto que llena mi hogar con su energía. La que penetra en mi ser cuando alcanzo la plenitud. Emanando aquel aroma tan limpio, digno de ser embotellado como una buena fragancia.

Esto, es algo más que un simple sentimiento propio. Un gusto personal que deja como trasfondo, pensamientos y emociones para reflexionar; Por ejemplo, ¿Nunca han oído aquella frase que dice, que "el desayuno es la comida más importante del día"?

Por alguna razón confío en aquella metáfora. No solo porque considere el renacimiento del sol como mi gran instante preciado. De hecho, confío en que aquella frase habla mucho de la manera en la que debemos iniciar el nuevo ciclo en donde el planeta gira en torno a su propio eje. Siento que es importante prestarle atención a la manera en la que nos levantamos, y decidir así, si queremos iniciar con el pie izquierdo o el derecho. Muchas personas asocian la frase con el desayuno en sí. No sé a ciencia cierta quién fue el primero en pronunciarla, o si se refería a que la comida mañanera era el sustento necesario para soportar la jornada con eficacia. Me inclino más por verlo de un modo filosófico. He conocido personas maravillosas que no estropean sus prioridades diurnas, cuando olvidan desayunar o comen algo ligero, hasta aguardar al almuerzo. Creo que con "desayuno" se refiere a lo primero que ingerimos al despertar. Esa primera emoción que se siente, o la acción de define nuestro camino a lo largo del trascurso. Supongo que si es así; Mis desayunos siempre serán frescos y trascendentes. Cada bocado de lo que absorbo me da la fuerza suficiente de lo que quiero imponer y proyectar.

Para mi entender, nunca me he considerado una persona demasiado estricta o exigente. Soy alguien que puede vivir satisfecho con solo lo imprescindible. Me gusta sentirme en equilibrio con el mundo siendo otro ser más que lo conforma. Valorar y agradecer cada instante como un momento único, ya que nadie sabe con certeza si este podría ser su último día como alma terrestre.

Esta manera de pensar la tengo inculcada desde muy chiquito. Algo que surgió dentro de mí como una especie de fortaleza. Y aunque no lo parezca, provengo de cierta estirpe que ha fomentado a esos conceptos; Siendo heredero y décima generación de una familia suprema y religiosa. Personas que han entregado su vida como fieles servidores de Buda. Dios japonés que nos ha acompañado a lo largo de nuestros caminos. Se nos reconoce como los Houshi, que si bien no somos exactamente "monjes", nuestros antepasados trascienden de ello. Cada miembro masculino de mi familia fue educado para pertenecer a la hermandad dentro del condado religioso y pacífico de Tokio. Aquel que mi familia lidera por encima de los demás clanes que pertenecen a la misma índole. Mi abuelo en su momento correspondió a la hermandad liderando a la pequeña ciudad dentro de la gran ciudad. Un pequeño territorio de nombre Ōruinwan No Ketsugō, que significa "la unión de todos en uno" como varias familias que compartían la misma fé. Yo también tuve que cumplir con el mismo roll al ser el próximo descendiente, después de que mi padre se retiró para darle prioridad al mundo empresarial. Gracias a eso, fuí criado por mi abuelo y mi tío Mushin, ambos jubilados de la hermandad, a pesar de que aún se relacionaban con ella incluso hasta después de su retiro. Me enseñaron con el fin de mantener la tradición de la familia. Y aunque le guardo respeto a mis raíces, debo de confesar que mi espíritu no es tan apegado a estas de una manera demasiado tradicional. Digamos que soy un servidor moderno, por decirlo de alguna forma.

El Regreso [EN EDICIÓN Y PROGRESO]Where stories live. Discover now