Capítulo 3

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Desobediente

Me encierro en mi habitación, y el portazo que resuena por toda la casa tal parece el estallido de alguna especie de bomba nuclear «¡¿Cuál es su maldito problema?! ¡¿Por qué siempre tengo que tener yo la culpa?!» Acepto que algunas veces me equivoco, que puedo ser muy pesada y altanera, que casi siempre soy yo la fuente de muchísimos líos y problemas, pero...¡¿Eso me transforma en la culpable todo el tiempo?! Siempre soy quien carga con los castigos, con las llamadas de atención y los regaños ¡Siempre soy yo quien termina pagando absolutamente todo! ¡Yo siempre termino siendo la culpable! Tenga o no tenga que ver, cada vez que pasa algo en la faz de la tierra ¡Zas! Todo el mundo me señala, y tengo que bajarles la cabeza como cachorrita regañada. Pero ¡Ya estoy harta de eso! Y ahora más, porque me culparon completamente de toda esa tonta pelea, que esa trenzas largas ocasionó con todos sus mediocres insultos hacia mis amigas y hacia mi. Pero sobretodo a hacia mi madre.

Eso fue lo que me hizo estallar del todo. El hecho de que mi madre sea ofendida delante de mí me enfurece ¡Porque nadie la insulta! ¡Y nadie le falta el respeto! Mucho menos en mi cara. Yo no me pelee por orgullo, o porque me dejase provocar. Yo solo pelee para defender a mi madre. Y enseñarle a todos que esa mujer se respeta, como respetan a todo el mundo en este lugar. Aún así, ella no me quiso escuchar. No quiso oír mi versión de los hechos. Y mira como acabó todo.

No pienso quedarme encerrada por mucho tiempo si ese es su objetivo. No pienso aceptar quedarme dentro de casa todo el maldito fin de semana ¡Tenía mis planes! y va ella, y lo destruye todo con una sola palabra: CASTIGADA.

Moroha ¿Entonces no vendrás?—La voz de Towa suena algo desilusionada desde la línea de mi celular. Termino de anudarme los zapatos, apoyando el aparato entre mi oreja y mi hombro.

—¡Por supuesto que iré!—suelto un bufido—Mi madre solo está un poco molesta y en algún momento se le pasará—Estoy segura de que ella no va a ser tan mala como para no dejarme salir.

Towa suelta una ráfaga de aire en contención. Claro signo, de que no está del todo convencida.

Oye...no quiero ser aguafiestas, pero no deberías de provocar a Kagome-sama.

Me morfo. Dejando salir una sonrisita traviesa desde la comisura de mis labios.

—¡Keh! Tú no la conoces realmente Towa. Descuida, me las apañaré para ir—Ella suspira. Y sé que me a dado por incorregible tras ese gesto. Aveces, siento que no confía mucho en mi...o en mis palabras.

Ok, pero ya estás advertida. ¡Si Kagome-sama se entera...!

—Ella no tiene por qué enterarse ¿entiendes?—Le refuté con cierto tono sarcástico y acusador. Conozco muy bien a mi amiga. Y sé lo fatal que es para guardar secretos. Ni hablar de mentir. Towa realmente es muy tonta. Demasiado mansa para mi gusto.

Siento un suspiro leve, seguido de una maldición. No está de acuerdo con esto, pero no me interesa. Dije que iba a ir y punto. De lo demás ya me encargaría luego.

Bien. Entonces, te esperaremos en el Yambani—Se rinde, al parecer no tiene la disposición de refutarme mis palabras.

—Vale—sonreí victoriosa con ello.

La llamada termina, y guardo el aparato en el bolsillo delantero de mi abrigo; uno negro con capucha, el cuál llega hasta la mitad de mis muslos. Mantengo mi cabello suelto. Dejando que caiga en débiles ondas, como los pequeños mechones delanteros que sobrepasan algo más de mis orejas. Por lo general suelo atarlo en una coleta con una cinta roja. Pero hoy quise mantenerlo al natural.

El Regreso [EN EDICIÓN Y PROGRESO]Where stories live. Discover now