PROLOGUE

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TAEHYUNG

Bien decía mi madre que en un matrimonio siempre existirían las crisis y las peleas, más, sin embargo, jamás pensé encontrarme frente a esta situación tan prontamente. 

Después de tres años felizmente casado con la mujer más hermosa, amable y comprensiva, que la vida decidió colocar en mi camino, finalmente la burbuja de ensueño en la que nos encontrábamos sumergidos, fue rota obligándonos a caer en picada.

Caminando de un lado a otro por la amplia habitación de hotel, paso mi mano por la nuca masajeando el área tensionada, suspiro y detengo mis pasos fijando mi atención en mi esposa, esta levanta la mirada inmediatamente al sentir mi escrutinio, tenía los ojos cristalizados y mordía levemente su labio inferior en un claro intento de retener las lágrimas. Camino dos pasos deteniéndome, me dejo caer frente a ella tomando sus manos, entonces pronuncio con tono cansado.

— Lía...

— Ya te dije que no Taehyung — Dice, levantándose con un movimiento brusco de la cama y dándome la espalda —Te dije que no, ¿Por qué debemos irnos? ¿estamos bien allí? ¿Cuál es tu maldito problema? — Dijo con firmeza, las palabras duras y frías deslizándose fuera de sus labios.

— Lía por el amor de Dios, llevamos tres años viviendo en casa de tus padres, ya es hora de que busquemos un lugar en el cual vivir — Digo, mi tono de voz suave y tranquila mientras me levanto.

Lía aún se niega a enfrentarme mirando ahora por el gran ventanal de la habitación, sus propios brazos rodeándola protectoramente, mi pecho se oprime al verla en ese estado, tan frágil y rompible como nunca antes la había visto en la vida, me acerco cubriéndola con mi cuerpo, se tensa y remueve incómodamente entre mis brazos, por lo que decido darle espacio, liberándola de mi agarre y dando un paso atrás.

— Cariño, tus padres han sido muy amables con nosotros, pero no veo las razones por las que debamos quedarnos y darles molestias— Murmuro en un tono suave y razonable, entonces, guardo silencio esperando la decisión de mi esposa, pero al no obtener respuesta después de varios segundos, decido dejar el tema allí y que ella no se sienta presionada, sin embargo, la propuesta esta puesta sobre la mesa —¿Solo piénsalo, está bien? — Creí haber generado algún tipo de conciencia en lía, pero al parecer sus planes eran otros.

Girándose abruptamente hacia a mí, me encara, su rostro a centímetros del mío. Su expresión es ahora ilegible cuando busca mis ojos. Parece determinada y viendo la situación, puedo decir que lo que está por salir de su boca, es algo que romperá cada parte de mi ser.

— No tengo absolutamente nada que pensar— Dice en un susurro y hace una pequeña pausa, inhalando temblorosamente, quizás, reuniendo el valor suficiente para romperme en mil pedazos. Sus ojos parpadean un segundo en un intento de retener sus lágrimas, entonces desvía rápidamente la mirada — creo que es mejor que cojas tus cosas y te quedes esta noche en otra habitación. Yo...necesito pensar

Completamente congelado y con el estómago hecho nudos, solo puedo ver a mi esposa cruzar la habitación y dirigirse a nuestra maleta para tomar su pijama favorita. Abro la boca para decir algo, pero es como si me encontrara con la lengua trabada y la boca llena de aserrín. Una vez más, Lía pasa por mi lado y se detiene. Pasan unos segundos en los que no dice nada y por más que intente formular palabra alguna, es como si los gatos se hubieran comido mi lengua.

— Espero que esta noche te sirva a ti, para considerar porque me elegiste como tu esposa— y así, como así, continúo adentrándose en el cuarto de baño dejándome estupefacto.

Varios segundos después, reacciono de mi mini trance dando dos pasos al frente, sin embargo, que sentido tenia seguir presionando el asunto. Lía no me escucharía. Por lo que decido que es mejor darle tiempo, dejarla descansar, pensar.

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