TWENTY

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Nunca llueve eternamente. 

(Brandon Lee)


CUATRO DÍAS DESPUÉS...

HOSEOK

— Si amor, no te preocupes. No voy a salir de la habitación hasta que regreses. —Prometo, como lo había hecho durante los últimos tres días, Tae asiente satisfecho y me da un corto beso antes de abandonar por completo la habitación.

Habían pasado tres días en los que había pasado de maravilla, sintiéndome como en el cielo. Viviendo mi propia luna de miel junto a Taehyung. Sin embargo, no podía olvidar el caos que habíamos dejado a nuestro alrededor, por nuestras decisiones. Tampoco quería, seguir huyendo toda mi vida. Escondiéndome como si fuese la peor persona en el mundo, lo cual quizás no estaba demasiado lejos, pero, aun así, quería darle esa tranquilidad a mi hijo.

Hermoso Jesús, y luego estaba Sejun, Jimin y el abuelo Doyoung. Quería volver a verlos y saber cómo estaban. Quería buscar a Yoongi y disculparme por haberlo dejado plantado, cuando lo único que había hecho por mí, había sido cuidarme y estar siempre para mí. Mi padre. No podía dejar de pensar en lo decepcionado que debía estar de mí. Quería ver a mi padre y explicarle todo.

Es por ello y que, a pesar de mis miedos de rechazo, me obligó a llenarme de valentía y fallarle está vez a Taehyung, incumplimiento a mi promesa. Salgo de la habitación totalmente decidido, y tomo el ascensor, bajando al primer piso.

Una vez en la planta baja, me dirijo a recepción, donde una hermosa chica rubia y alta detrás del mostrador me sonríe amablemente, preguntando.

— ¿En qué puedo ayudarlo, joven?

Le sonrió de vuelta y pregunto.

— ¿Puede usted prestarme un teléfono? —La mujer frunce el ceño y me mira con ojos interrogantes, por lo que añado inmediatamente. —Lo siento, déjeme explicarle. Es que he sido un tonto y he dejado ir mi teléfono al agua. Necesito llamar a mi esposo urgentemente, pero ahora mi teléfono se ha dañado.

La mujer asiente, como si ahora todo tuviese sentido. Entonces, sonriéndome nuevamente, me señala el teléfono puesto en el mostrador y lo señala, dándome así, permiso para tomarlo. Así que, avergonzado, por lo tonto que había sonado hace un rato, ¡Porque vamos!, ¿Quién en pleno siglo veintiuno no tenía un teléfono?, tomo el teléfono y murmuro. —Gracias. —La chica rubia asiente en mi dirección y se hace a un lado, para atender a una pareja que acababa de llegar, dándome así, un pequeño espacio a solas.

Sin poder evitarlo, una sensación de dolor se instala en mi estómago, mientras recuerdo el número de mi padre. Mi mano vibra con dedos temblorosos y no puedo detener el flujo de pensamientos negativos que inundan mi cabeza. Sin embargo, ya había tomado una decisión, y aparto violentamente cualquier pensamiento de mi cabeza, pulsando los botones del número de padre y finalmente marcando.

Nada.

Vuelvo a intentarlo una y otra vez más, pero no obtengo nada, aumentando mi nerviosismo.

¿Por qué no contestaba?

Jimin.

Joder. Debía de llamar a Jimin, seguramente el sí contestaría.

Cambiando el numero en el teléfono, marco una, dos y tres veces, pero nada. No obtengo nada. Y cuando me doy por vencido, una voz del otro lado del teléfono, me deja perplejo y con la mano congelada en el aparato.

— ¿Hobi? —Mi respiración se engancha en mi garganta, ante el sonido de la voz de Jimin. —¿Hobi, eres tú?...

Reprimo una mueca de dolor al escuchar su voz anhelante, mientras un largo silencio se derrama a mi alrededor. Aun así, me obligo a articular sonido alguno, limpiándome las manos de repente ahora sudorosas en mis jeans y trago saliva, mirando la punta de mis converse. Entonces, me aclaro la garganta y susurro con la voz rota.

FORBIDDEN LOVEWhere stories live. Discover now