TWO

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HOSEOK

El cuerpo le dolía a horrores y no recordaba que la luz, hubiese llegado a molestarlo tanto. Apenas despego la cabeza de la almohada, un fuerte mareo le invadió. Quiso incorporarse, más apenas intento hacer el movimiento, deseo no haberlo hecho. Definitivamente; la noche anterior, se había pasado de tragos. Cerro los ojos por un momento, esperado que así el mareo se le pasara; cuando algo o más bien, una persona a su lado. Se removió.

Mierda.

Todos los recuerdos de la noche anterior, le cayeron como un balde de agua fría.

¿Que había hecho?

Se incorporó, con cuidado de no despertar al extraño, sentándose en la cama. El trasero le dolía, como la mierda y estaba completamente seguro, que el dolor lo acompañaría en días. miro la habitación dándose cuenta, que no era su habitación. Mirando al tipo a su lado, se dio cuenta que este, estaba completamente desnudo. Horrorizado. Salió con pasos torpes de la cama y recogiendo su ropa, que estaba esparcida en el piso, se dirigió a la puerta, que asumió era el baño. Dando gracias a todos los dioses, cuando no se equivocó. Se hecho agua fría en el rostro y vistió lo más rápido que pudo. Colocándose la ropa interior, pantalones y posteriormente la camiseta trasparente. Para darse cuenta en el proceso, de las marcas en su cuello. Un dolor agudo, lo atravesó en la parte baja. No había duda. Había follado con un completo desconocido. Pero lo que más lo desconcertaba y asustaba. Era que había perdido su virginidad, con dicho desconocido. Que tan jodido estaba eso. Intento no entrar en pánico, practicando las técnicas de relación, que Jennie su amiga le había enseñado.

Inhala y Exhala.

Lo hizo por un tiempo, pero no estaba funcionado. Debía salir de ese lugar, antes que le diera un ataque cardiaco. Termino de vestirse en un tiempo record, para salir del baño. Una vez fuera. Miro alrededor de la habitación, buscando sus zapatos. Dándose cuenta, que estaban del lado, donde el tipo todavía dormía. Acercándose con pasos silenciosos. Se detuvo frente a la cama. Inevitablemente. Sus ojos viajaron al hombre tendido en la cama, como todo un dios griego. Era guapo, tan guapo que dolía y además muy sexi. Su cabello oscuro, enmarcaba de manera encantadora, los costados de su cara. Era alto y fornido. No exageraría al decir, que este hombre, era como el mismísimo adonis. Por un momento pensó que quizás estaba soñando. Había tenido dos novios en toda su vida, pero nunca ligues. Él no era una persona de una noche. El conocía sus límites y esto era pasar todo tipo de límites, que él podía tener. Cuando creyó que no hubiese algo, que lo sorprendiera más. La vida le demostró lo perra, que podía ser. Porque se dio cuenta, del anillo en el dedo anular del tipo. Mierda. Esto no podía estar pasándole a él.

Casado.

Se había acostado, con un tipo casado.

Definitivamente. No estaba preparado para enfrentarse a esta situación; así que tomando sus zapatos con cuidado de no hacer ruido. Se dio vuelta. Saliendo por la habitación de hotel.

Una vez en recepción, sintió las miradas lascivas, que los empleados del hotel le daban y los susurros que creaban, al pasar por sus lados. Era completamente consciente, del estado en el que se encontraba. Él estaba echo un desastre. Sus ropas arrugadas. Su cabello desorganizado y todo enmarañado. Su rostro pálido y las ojeras en sus ojos, eran marcadas. Saliendo rápido del hotel. Tomo el primer taxi, que pasaba. Le indico al amable señor, la dirección a la que debía llevarlo y después de media hora; se encontraba frente al edificio de apartamentos, donde vivía junto a su amiga. Pago al señor del taxi y se dirigió a pasos apresurados a su piso. Lo menos que quería, era que los vecinos lo vieran en ese estado y seguir humillándose.

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