Capítulo 8

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Una vez en casa, ambos adultos pasaron a la cocina del departamento de los españoles para acomodar la despensa. Ninguno quería soltarse de las manos desde el momento que el mexicano entrelazó sus dedos, les provocaba sensaciones diversas, y aunque parecidas, diferían en ciertos aspectos.

Luzu sentía una calidez muy grande, su corazón soltaba ese pesar de soledad, se mostraba tímido ante los nuevos sentimientos que florecían dentro de él. Y aunque sintiera cierta seguridad, era inevitable que aquel temor de salir lastimado nuevamente volviera, su divorcio tenía apenas unos cuantos meses, fue una ruptura dolorosa, como cualquier otra, pero no quitaba el hecho de que su herida era reciente, aún no cicatrizaba.

Quackity por su parte, tuvo una explosión de emociones, desde la primera vez que lo vió, sintió una atracción física, incluso mientras su ex esposo le reclamaba en el IMSS, no podía dejar de pensar en él. Y con el poco tiempo que llevaban, su corazón sintió el revoloteo de unas mariposas, con su pulso latiendo rápidamente cada que su mente volaba ante la ilusión de tener un futuro con alguien a su lado.

El amor toma tiempo, ¿no? Los amores apresurados terminan pronto, o eso es lo que dicen.

Al día siguiente, repitieron la rutina de ayer, llegando justo a tiempo para la escuela. Después regresaron a sus casas, estaban en la habitación del mexicano, que se arreglaba para irse al trabajo, el castaño lo observaba mientras terminaba de arreglarse la corbata.

—¿Necesitas ayuda?—preguntó al ver que el mexicano tenía cierto problema con la prenda.

—No es que no sepa, pero te me quedas viendo y me chiveas.—volteó a verlo—Que rico taco de ojo, ¿no?

—No te lo voy a negar.

El español se acercó para ayudarlo con la corbata, haciéndolo casi en un pestañeo. Cruzaron miradas, sintiendo la tensión nuevamente, Luzu estaba por repetir el beso peligroso en la mejilla, pero el otro fue más rápido, tomándolo de las mejillas y uniendo sus labios.
Aunque pensó en cortar el beso repentinamente, se dejó llevar ante la desesperación de Quackity, bajando sus manos hasta la cintura de este, pegándose a su cuerpo, mientras el de menor estatura lo tomó de la nuca, para retenerlo ahí.

Quacks...—suspiro en medio del beso, se estaba quedando sin aire.

—No me sueltes—logró decir entrecortado, sin separarse.

—Espera, me asfixias...—soltó contra los labios del moreno.

"Me asfixias", Quackity sintió una punzada en su pecho, separándose lentamente.

—Perdón, ¿ya? Perdón, no quise...—balbuceó, un recuerdo había invadido su mente—Yo... Debo irme, perdón.

—No, Quacks, no es eso—se aferró a él de la cintura—De verdad sentía que no tenía aire, estaba disfrutando nuestro primer beso, aunque no ha sido nada romántico como tenía en mente.

¡Lusu!—sonrió, aquel recuerdo tan doloroso se había desvanecido—No me digas esas cosas que me excito.

Ambos rieron, seguían muy cerca uno del otro, fue entonces que al azabache se le ocurrió una idea. Camino de espaldas hacia su cama, jalando al de ojos carmín, se dejó caer sin soltarlo, provocando que este cayera sobre él.

—Espera, Quacks—las piernas del menor abrazaron sus caderas—Se te va a hacer tarde otra vez.

—Que se chingue ese cabrón, ya no aguanto más—con descaro, bajo su mano y la pasó por la entrepierna del otro, sacando un leve quejido que sonó como una sinfonía para el mexicano.

Luchones [Luckity AU] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now