Capítulo 9

1.9K 268 171
                                    

Una hora después de aquel momento tan tenso en el trabajo, un cansado Quackity llegaba a su casa, preocupado pero con ánimos de ver a su hijo y a sus vecinos.
Al entrar a su departamento, visualizo a los niños haciendo tarea, sonriendo ante la escena.

—Ya llegué, mijo.—buscó con la mirada al adulto español.

—Hola apá, me dijo Lusu que no tardaba, fue a la papelería.

—¿Ya tiene mucho?

—Si, se fue como hace una hora. ¿Se habrá perdido?—tanto el adulto como el hijo del español se alertaron.

"No olvides que le destruyó la vida a Wilbur.", aquellas palabras que resonaron en su cabeza lo hicieron sudar frío, imaginando que aquel hombre pudiera haberle hecho algo a su Lusu.

—Voy a ver sino se quedó chismeando por ahí, aguanten aquí.

Salió disparado a la papelería más cercana, notando la ausencia de aquel hombre desde una esquina, buscó con la mirada, analizando hacia donde podría haber ido. Sentía su corazón palpitar muy rápido, como si se le saliera del pecho, estaba pálido, el pavor que sentía con cada pensamiento intrusivo lo dejaba casi enloquecido. Caminó entre algunas calles aturdido, sin éxito alguno. Antes de volver nuevamente a su punto de inicio, pasó frente a un Oxxo, miró a través del cristal, reconociendo una silueta de espaldas.

—¡¿Ese es mi Lusu?!—entró rápidamente al local, acercándose a aquella persona—¿Lusu?

—¿Quackity?—volteó—¡Quackity!

—¿Qué haces aquí? ¿Acaso no te he contado la anécdota de que la comida de este lugar está de la chingada?—el mayor arqueó una ceja.

—Mmm... No, no me has contado.—lo tomó por los hombros—Yo vine a pedir trabajo aquí, supongo que tomará tiempo lo de mi certificación válida como psicólogo, y no quería gastarme todos los ahorros.

—No mames, Lusu—soltó una risa—De verdad jamás imaginé que te vería trabajar en un Oxxo, pero está bien mi buen, así me gustan a mi, trabajadores pa que me mantengan.

—No voy a ser tu Sugar, Quackity.

—Ya veremos dijo el ciego.—le guiñó el ojo muy coqueto, dejando a su querido español con las mejillas levemente rojas.

Un par de horas después, ya en casa del español, estaban preparando la cena, mientras los niños jugaban con los juguetes de Merlon.

—Mer, ¿podemos poner a tu Max Steel junto con mi Barbie?—el pequeño de cabellos marrones tomó la muñeca.

—Va, y que los dos vayan a una misión para detener a Elementor.—aceptó con emoción el chiquillo de gorrito.

Luzu observaba con ternura el momento, no pudo evitar sentirse contento ante el entorno. Con una ligera sonrisa, sacó su teléfono para tomarles fotos a los niños.

—¿Qué haces?—apareció el de ojos oscuros por su espalda.

—Capturando este momento, ¿no te parece precioso?—le mostró las fotos que acababa de tomar con una gran sonrisa, el contrario asintió con la cabeza—¿Puedo subirlas a mis redes? Desde hace unos días te iba a decir, pero lo había olvidado.

—¿A dónde las vas a subir?

—Instagram, es el único lugar que me apetece para cosas especiales de mi vida, solo para familia, amigos y conocidos.

—Pus dale mi buen, de una te sigo y todo.

Sacó su teléfono para compartirle su código, siguiéndose mutuamente. El español subió las fotos de ese día junto a la foto de cuando trabajaron en conjunto lavando los trastes.
Unos minutos después, el teléfono del castaño vibró, indicándole una llamada entrante.

Luchones [Luckity AU] (EN EDICIÓN)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu