Capítulo 37

391 62 17
                                    

Volviendo con el español y su amiga, la situación se volvía más tensa e incómoda, pero Luzu no sabía que hacer.

—No... Yo, quisiera su consejo.

—¿Sobre qué?

—Verá, estoy en una situación algo complicada y creo que usted podría darme un poco de ayuda, ¿sabe?—sus manos acariciaron el rostro ajeno, bajando a su cuello.

—¿De qué se trata?—preguntó nervioso, la chica suspiró.

—Hay un chico argentino que me gusta desde hace tiempo pero, aunque hemos tenido algunos momentos de cercanía, no creo que él quiera estar conmigo de manera seria, y poco después llegó un brasileño a mi vida, me trata como una reina pero... No estoy segura de lo que siento, o si ambos chicos solo son un buen rato y les gusta mi yo así.—con su mano acarició su propio cuerpo, poniendo tenso al español.

—¿Cómo que así? ¿Bailarina aclamada?

—No solo eso, Don Luzu... Permítame mostrarle.

La joven se levantó, dándole la espalda comenzó a quitarse la peluca y nerviosa se dió la vuelta.

—¿Roier?

—¡Sorpresa!—sonrió aún con nervios.

—Bueno, me sorprende pero al mismo tiempo esto explica muchas cosas.

—Por favor Don Luzu, no le diga a nadie, yo... Temo que esto cambié las cosas en mi vida.

—Melissa-, Roier-, no sé como llamarte en esta situación pero, tranquilízate, no voy a decir absolutamente nada.

—¿Entonces?—con suavidad volvió a sentarse sobre el regazo del castaño.

—Deberías decirles, quizá su respuesta puede darte una idea de tu decisión. La honestidad pone a prueba la de otros.

Se cruzó de piernas pensando, acariciaba el cabello del español mientras miraba su camerino.

Sabía que parecía tener una doble vida, que se engañaba al tener un secreto tan grande, pero amaba sus dos trabajos. Las personas la amaban cuando se presentaba en el escenario, y amaba tener tanto reconocimiento con lo que le apasionaba.

Ser psicólogo a comparación de ser bailarina podría sonar muy aburrido, pero no lo era, no para el mexicano. Ayudar a las personas le gustaba, gracias a ello obtuvo buenas amistades de las que aprendía también, especialmente de cierto paciente británico.

La perdida de su hijo lo había dejado sin propósitos, pero dedicarse a las cosas que amaba, a su manera, lo hicieron retomar la vida.

—Si, tiene razón, quizá eso pueda ser el primer pasó para tener más en claro mis sentimientos sobre ambos.

—Me alegra haberte ayudado-

Los carnosos labios de la bailarina le impidieron terminar su oración. Fue un beso corto y amistoso.

—Gracias Don Luzu, la próxima vez lo invitaré a comer a un lugar menos extravagante como agradecimiento.—rió con dulzura y delicadeza.

—No te preocupes Melissa, gracias por confiar en mi.

La mencionada sonrió, mirando la marca de sus labios que había dejado en la cara del otro.

—Bueno, ya que hemos terminado este tema por ahora, ¿me podría ayudar a poner la peluca de nuevo?—se levantó con la misma suavidad.

—Claro, yo te ayudo en lo que me pidas.

Mientras Luzu seguía ocupado con su salida, Quackity terminaba de pagar la cuenta de la cafetería, cosa que Wilbur no pudo evitar, odiaba que últimamente su ex pagará siempre la cuenta.

Luchones [Luckity AU] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now