Capitulo 10.

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Útgarða-Loki fue interrumpido por una voz áspera y resonante. Dirigió la mirada hacia el pasillo que conducía a la entrada del castillo y pudo notar la presencia del dios que más odiaba, el dios portador del famoso martillo Mjölnir. Era el vigoroso dios del trueno, Thor. Después apareció a la vista el señor de las mentiras, Loki, junto a su ciervo, Thjalfe. A diferencia de Thor, quien era bastante fornido, Loki simplemente era esbelto, con el rostro sin barba y vestía solo unas hombreras como protección.

Gina se quedó inmóvil cuando el dios del trueno pasó frente a ellos y les echó una mirada. Él caminó hacia dónde estaba el emperador de los gigantes y levantó la mirada apenas lo tuvo en frente. El gigante era extremadamente alto y de piel oscura. Poseía un cabello encrespado, ojos grandes y marrones, y los zarcillos que usaba brillaban como el oro y la plata. Su vestimenta era una túnica delicadísima que producía una corriente de aire al agitarse.

Thor respiró hondo antes de hablar.

—Solo hemos venido por la niña. Dánosla y nos iremos de inmediato —dijo él.

—¿Dárselas? —El emperador soltó una incrédula risa—. Esa niña se encuentra bajo mi custodia. ¿Por qué debería hacer tal cosa, miserables dioses?

—Háblanos con más cortesía —reclamó el dios—. Recuerda que somos tus…

—¡Dioses..! ¡Que masacraron a mi pueblo en el Tiempo original! —recalcó con algo de enojo. Tomó una otra uva de la mesa y se la llevo a la boca—. Estoy dispuesto a darles lo que quieren. ¿Qué tal una disputas para conseguirlo? Unos juegos.

—No aceptes, Thor —le susurró Loki—. Hacer un trato con los gigantes no siempre resulta bien.

Pero Thor no era el típico dios que pensaba antes de actuar.

—¡Estoy dispuesto a lo que sea! —accedió el dios del trueno con confianza.

Útgarða-Loki sonrió maliciosamente.

—No te apresures, hijo de Odín. —Chasqueó los dedos. Inmediatamente trajeron dos grandes platos hasta el borde de carne y la ubicaron sobre una mesa—. Ven aquí, Loge, y compite contra mi primo Loki —Llamó a uno de sus hombres—. El primero en terminarse esta carne será el ganador.

Del otro lado, arreado por Thor, Loki fue el primero de los dioses en pasar a la mesa.

Iban a disputar quien comía más rápido. Cuando dieron inició a la competencia, cada uno comenzó a comer vorazmente. Ambos se acabaron la carne al mismo tiempo. Pese a la destreza que tuvo Loki en comer, fue derrotado por Loge, quien se había comido la carne, los huesos, plato, cubiertos y mesa.

Aplaudiendo, todos declararon que Loge había sido el ganador.

Entonces el emperador preguntó quién sería el siguiente del grupo de los dioses. Thjalfe, el ciervo de Loki, se designó como el próximo. Útgarða-Loki escogió a un gigante que aún era un niño llamado Huge para que compitiera en una carrera contra Thjalfe. A ambos se le dio la misión de correr unos cien metros, desde cierto punto hasta el trono del emperador y luego regresar. El primero en completar tres carreras sería el ganador. Sin embargo, después de estas tres carreras, el niño Huge resultó ser mucho más rápido que Thjalfe.

El emperador miró después a Thor.

—Dime, dios del trueno, ¿te gusta la cerveza? —Sonrió con malicia. Un chasquido de sus dedos bastó para hacer venir a su copero con un cuerno grande y estirado con cerveza en su interior, y se le fue entregado a Thor—. Ganarás este juego si logras beber toda la cerveza de este cuerno con solo tres tragos.

—¿Solo tres?

—Tres tragos te harán el ganador.

El dios tomó el gran cuerno con confianza, pues beber era algo que hacia con excelencia. Se lo llevó a los labios y comenzó a beber ferozmente. Al terminar, vio con sorpresa que apenas habían bajado un poco el nivel.

—Ese fue un buen trago —admitió el emperador—. Pero aún no lo has vaciado.

—¡Lo vaciaré en el segundo trago! —De nuevo, Thor bebió durante tanto tiempo como pudo, y sin respirar. Mas el contenido, de nuevo, había bajado solo un poco.

—Solo te queda una oportunidad. —Señaló el gigante con su dedo índice.

Encolerizado, Thor bebió tan rápido como pudo, tratando de vaciar el cuerno a toda costa. Pero nuevamente vio que la bebida había bajado solo un poco.

El emperador no pudo evitar menear la cabeza de un lado a otro. Le decepcionaba mucho el fracaso de Thor.

—Es evidente que la fuerza de los dioses ha disminuido durante estos últimos años. —Miró al dios—. Díganme, ¿quieren seguir jugando?

—¡Yo acepto! —Aún con algo de esperanza, Thor recogió su rojo cabello y se lo amarró con una cinta.

—Esto me da pena ajena, primo —dijo Útgarða al ver a Loki. Y chasqueó los dedos nuevamente.

Los últimos dos juegos que propuso el emperador de los gigantes consistían en levantar a su gato que media más de dos metros. Thor intentó hacerlo, pero solo pudo levantarlo un poco. A continuación, debía enfrentarse en combate con una vieja destentada y con la espalda encorvada. Eso lo ofendió mucho, pero aceptó luchar por insistencia de Loki, pues debían llevar a Daliana a Glaðsheimr.

La lucha inició. Thor se sorprendió por lo firme que se mantenía la vieja. La pelea se extendió hasta la mañana del día siguiente y, finalmente, el poderoso dios fue quien cayó de rodillas en el suelo; ya no podía seguir peleando.

—Parece que las historias que he escuchado de lo dioses de Glaðsheimr son solo eso, historias.

Los abatidos dioses reconocieron su derrota. Regresarían ahora a Glaðsheimr sin Daliana.

Útgarða los acompañó personalmente a la salida.

—Reconozco que he sufrido un gran deshonor por parte de ustedes —confesó Thor.

—Y yo debo confesarles que he usado mi magia para engañarlos en estos juegos y nunca se percataron de ello —lanzó el emperador.

»En primer lugar, el rival de Loki no fue otro que la personificación del fuego; de ahí su voracidad y que derrotara fácilmente a mi primo. Huge, quien corrió contra Thjalfe, no era otro más que mi propio pensamiento; por eso a tu sirviente no pudo superar su rapidez. En cuanto al cuerno, fue muy sorprendente tu hazaña, dios del trueno. El mismo estaba conectado de un extremo con el océano, y te has bebido parte de él con tus sorbos.

»Otra hazaña fue la de intentar levantar al gato, pues ese gato no era otro que la propia serpiente Jörmundgander, el hijo de Loki que rodea el mundo entero con su gigantesco cuerpo. Aunque solo la levantaste un poco, fue un gran rasgo de fuerza. Y por último, esa lucha que tuviste con mi madre. Aquella vieja no era otra más que la muerte, y me di cuenta que no existe ser vivo en este mundo que pueda lograr vencerla.

»Y ahora que se marchan, debo advertirles que es mejor para los dioses como para nosotros que nunca más vuelvan a pisar mis dominios. Recuerden que somos una de las razas que tienen el poder suficiente como para enfrentarse a ustedes. No querrán comenzar el Ragnarök, ¿verdad?

Por supuesto, Thor se enfureció al saber que había sido engañado. Intentó golpear al emperador con su martillo, pero este desapareció antes que pudiera ser alcanzado. Luego Thor corrió hacia el castillo con la intención de destruirlo, mas la fortaleza también desapareció; solo había una blanquecina llanura.

Thor había sido burlado por un enemigo más malicioso que él. No tuvieron de otra que volver para entregar novedades a su padre.

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—Así que los rumores sobre ustedes sobre ustedes son ciertos —comentó Darren, caminando junto al emperador y su familia hacia el territorio más cálido de Jötunheim, lugar donde habitan los gigantes de piedra.

—¿Qué se rumora de nosotros en Mercatrya, Darren Ytriagon?

—Que los gigantes son la segunda raza con un Tarén muy similar al de los dioses.

—Solo a alguno de ellos. Si hubiera sido Renoe, no hubiera podido resolver esto. Pero quien sí pudiera superar el poder del mismo padre de los dioses, sin duda, es esa niña que has traído contigo. —La vista de todos se dirigió hacia Daliana, quien aún inconsciente, iba cargada por su hermana—. Un poder muy grande proviene dentro de sus signos espirituales.

—¿Eso quiere decir que Daliana es una diosa? —indagó Arturo.

—No estoy del todo seguro —le contestó —. Pero su Tarén es muy elevado, muy similar al de ellos.

—Ya veo. —Miró preocupado a su amiga.

Caminaron en silencio un rato hasta que llegaron a una cabaña que el emperador había mandado a construir para ellos. Esta era bastante amplia, en comparación a la humilde choza donde vivían en Mercatrya.

—Gracias por su hospitalidad, su majestad imperial —le dijo Machi.

—No es nada. Aquí estarán a salvo de esos dioses. Por cierto, Darren Ytriagon y Gina Gastrell. —Ambos se volvieron frente a él—. Hay algo que quiero que hagan. Vengan a mi castillo dentro de dos días. —Ambos acataron la orden y el emperador los dejó para que se establecieran, hablaran y descansaran.

—Creo que ya es momento de que Daliana sepa la verdad —dijo Darren a la abuela Machi después de un momento.

—Si crees que ya es momento, hijo, no te lo voy a impedir —le contestó ella con cierta serenidad.

Evangelio CarmesíOnde histórias criam vida. Descubra agora