CAPÍTULO 8

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L.A.LOVE – Fergie, YG

Y tan larga que se había hecho la maldita noche. Esas dos horas que teníamos de margen hasta que abriese el otro local, las habíamos pasado en la calle.

¿La causa?

Bueno, el resto del grupo no tardó mucho más en llegar después de que preguntase a Delia. El problema radicó en que no les dejaron pasar. Las chicas no tuvieron mayor problema, pero Antón... a él le habían negado la entrada. Hubo una fuerte discusión con los porteros del local y habíamos tenido que interceder. Rubén llegó a muy malos términos con ellos porque no permitieran entrar a su amigo y terminaron... bueno, echándonos a todos. Así que ahora estábamos sentados en un banco, esperando durante los diez minutos que quedaban para poder entrar en la maldita sala Pelícano.

Esto era inaudito.

Jamás me habían echado de ningún pub en Madrid, y la situación vivida había sido vergonzosa. Tenía muy claro los motivos por los que habían impedido que Antón entrara, pero no iba a compartirlos en voz alta. Ya se estaba empezando a formar cola para entrar en la sala Pelícano, que casualmente estaba pegadito al club Amura del que nos habían echado. Ambos estaban ubicados en una especie de centro comercial en desuso.

De brazos cruzados y una pierna sobre la otra, miré el suelo frente a mí. Delia estaba sentada a mi lado, y miraba a Antón renegar y caminar de un lado a otro con evidente enfado.

—No le des más vueltas —le dijo Mateo, sentado al otro lado de Delia—. No tendríamos que haber entrado primero, tendríamos que haberte esperado y que hubieses venido con nosotros. No habrían puesto pegas.

—La cosa es que yo iba a entrar. —Antón se giró hacia él, de pie en la acera—. No me habían puesto ningún impedimento hasta que me escucharon hablar.

—Ya sabes cómo son los porteros de este tugurio —comentó Mateo bajando la vista a sus zapatos negros.

—Me parece alucinante —continuó Antón, pasándose una mano por el pelo—. Soy argentino, ¿y qué?

Rubén estaba en el borde de la acera, mirando el local y las luces que se colaban a través de las ventanas amplias. Él había sido, con diferencia, el que más alterado se había puesto. Mateo había intentado interceder y tratar de conseguir que le permitieran el paso a su amigo, y cuando los porteros se habían negado en rotundo... Rubén había saltado. Nunca había visto un comportamiento tan fiero para defender a alguien.

Sí, para mí era raro verlo.

Cuando venías de un ambiente en el que tú tenías que sembrar y recoger todo sola, donde la gente se movía por intereses y por lograr el bien propio, ver a alguien defender a otro solo por el hecho de ser amigos... era sorprendente. Tenía clarísimo que, si esto me hubiese pasado a mí en cualquier local de Madrid, hubiera habido dos opciones: o mi grupo me habría dejado atrás, alegando que estarían un rato y que no tardarían en reunirse conmigo para ir a otro lugar... o nos habríamos marchado sin interceder.

Pero, ¿eso de defender el honor de alguien como había hecho Rubén cuando habían insultado a Antón por su procedencia?

Jamás lo había visto.

—No eres el primero al que se lo hacen. —Rebecca se pasó una mano de uñas perfectamente hechas por su pelo, tirando la parte de arriba hacia atrás y dejando más al descubierto la parte azul de su cabello—. A mí también me lo han hecho alguna vez. Supongo que mi escote hoy era de su agrado.

Delia elevó las cejas mientras asentía, confirmando sus palabras. Observé más detenidamente a Rebecca; la única pega que esos tipos podían sacarle era el tono de su piel, algo más oscuro y tostado que el del resto de personas que había en el grupo. Quizás ellos creían que era latina —que seguramente lo era, a pesar de su marcado acento gallego— y por eso los porteros la prohibieron el paso las veces anteriores. Me seguía asombrando que ese tipo de sucesos tuvieran lugar en la actualidad, pero imagino que el racismo es un tipo de cáncer que no se termina de erradicar del todo. Ni aunque arranques todas las malas hierbas. Siempre acabará saliendo alguna nueva, por desgracia para la humanidad.

Mi Condena [Bilogía Condenados I] (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora