CAPÍTULO 24

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Champagne & Sunshine – PLVTINUM, Tarro.

De nuevo, metida hasta el cuello en una situación de mierda que no sabía gestionar. Él se abrió paso entre la multitud, llegando hasta mí con facilidad. Ni siquiera tuve tiempo para pensar, ni unos minutos de cortesía. El tío era rápido hasta para cruzar una playa a rebosar de gente. Cuando clavó sus azules ojos en los míos, detecté un brillo oscuro que se ocultaba tras una fría molestia.

—¿Qué quieres? —dijo, elevando una ceja para enfatizar su pregunta.

—Ah, yo... —balbuceé, sorprendida de que una persona pudiera hacerme perder tanto el control.

Jamás me había pasado en mis veintiún años de vida. ¿Balbucear delante de alguien? Nunca me había sucedido. ¿Ponerme nerviosa hasta el punto de que mis neuronas colapsaran, impidiéndome hablar como una persona funcional? Ni siquiera con Jaime.

—Solo estaba provocándote —admití, echándome el pelo hacia atrás—. No creía que fueras a venir.

Esperé que la música hubiese cubierto mis palabras, pero no debió de ser así. Rubén entrecerró los ojos, y no supe distinguir bien qué era lo que transmitían. Mi propia cabeza iba cuesta abajo y sin frenos, todo sumido en un caos absoluto. Lo único que permaneció inamovible e inconfundible fue el calor intenso de mi bajo vientre.

—¿Te diviertes mucho tocándome los huevos? —dijo él, cogiéndose las manos y ladeando la cabeza.

Sonreí con diversión oscura.

—Mucho.

Rubén se pasó la lengua por los dientes, sus labios fruncidos conteniendo una sonrisa. La mía se esfumó cuando recortó el ya escaso espacio entre ambos y dijo:

—Pues ahora me toca a mí, reina —me susurró.

Todo rastro de sonrisa terminó de esfumarse cuando extendió las manos hacia mí y me agarró de la cintura, tirando de mí hacia él. Me golpeé contra su pecho, al que me aferré para no caer. De pronto, estaba demasiado mareada como para hacer nada.

Me di dos tortazos mentales. Reacciona, Olivia. Basta ya, joder.

¿Quería jugar a las provocaciones? Bien, seríamos dos.

Comencé a moverme, elevando las manos hasta sus hombros con lentitud parsimoniosa. Mis caderas bailaron al ritmo de la canción que sonaba en esos instantes, de adelante hacia atrás. Sus manos se afianzaron en mi cintura, apretándome contra él. Recortó la escasa distancia entre nuestros rostros y se acercó tanto que creí que iba a besarme. Pero no lo hizo. Solo mantuvo sus ojos fijos en los míos mientras se movía a mi ritmo. Rubén me dio la vuelta, atrayéndome hacia su pecho en un rápido movimiento. Solté un suspiro ahogado cuando mi espalda chocó contra él, sintiendo demasiadas cosas.

Me forcé a seguir cuerda aun sintiendo su evidente erección contra el bajo de mi espalda, contorneándome contra él. Sus dedos volvían a estar fijos en mi cintura, impidiéndome apartarme de él. Levanté un brazo y le acaricié el rostro, ladeando la cabeza lo suficiente como para dejarle acceso a mi cuello.

De acuerdo, había perdido el control absoluto de lo que estaba haciendo. ¿Y la misión? ¿Y la entrega del maletín dichoso? Todo eso parecía demasiado lejano, como si fuese una simple pesadilla, cuando los labios de Rubén se acercaron a la parte más sensible de mi cuello. No besó ni chupó nada, se limitó a rozar con la nariz el recorrido desde la parte baja del cuello hasta el lóbulo de mi oreja. Traté de controlar un escalofrío, pero no salió bien.

—¿Estamos jugando a las provocaciones o provocándonos de verdad? —me susurró en el oído, tan cerca que su aliento caliente se coló en mi oreja, acariciando cada recoveco.

Mi Condena [Bilogía Condenados I] (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora