Libre

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Ciertamente las cosas estaban saliendo bien a pesar del detalle de su madre, problema en el que decidió no prestar más atención.

Sin embargo, como no todo puede ser perfecto,  luego de unas semanas, el teléfono empezó a sonar y sonar sin parar sobre el escritorio de la nueva oficina de Wheein.

Era evidente que su madre esperó a que Wheein se arrepintiera de lo que dijo e hizo y apareciera llorando por su perdón. Pero como eso no pasó, la mujer no tenía más remedio que llamar sin cesar.

Por otro lado, Wheein ya estaba trabajando otra vez y además estaba asistiendo a terapia, por lo que se estaba esforzando para tener los vínculos más sanos posible, lista en la que claramente no figuraba la veterana.

Esta vez era una obra fantástica que rallaba en lo cliché, pero que trató de sacar a flote con el único objetivo de explorar sobre este nuevo terreno creativo. Así que como era de esperar, estaba bastante emocionada por hacer lo suyo sobre la pestaña de word, hasta que ese estruendo llegó a sus oídos otra vez.

Y ya más que harta del ruido, se vio en la mala suerte de tener que contestar.

—Pierdo la paciencia, Miriam —Dijo sin interés, pensando que tal vez no debió responder el teléfono.

Y la mujer desde el otro lado, tampoco se hizo esperar.

—Es increíble el descaro que tienes para hablarle así a tu madre—Dijo con un tono más que ensayado, pulido para hacerla sentir culpable.

Sin embargo, esa patraña ya no le estaba funcionando, porque Wheein después de tantos años, ya podía anticipar esa basura viniendo hacia ella a la velocidad que demoró el sonido en llegar a sus oídos.

—Si llamas solo para decir eso, déjame informarte que tengo mejores cosas que hacer—Dijo completamente dispuesta a colgar el teléfono, cuando escuchó a la persona del otro lado alegar por su atención.

—¡¿No piensas pedir disculpas?!—Vociferó la mujer de fé, usando su mejor tono de indignación— ¡Yo no te crié así Whee—Y eso fue todo lo que alcanzó a decir antes de que Wheein cortara la llamada y apagara el teléfono.

Le había costado mucho tiempo y dinero darse cuenta de lo retorcida que podía llegar a ser su madre, tratando de ajustarla a su molde de "hija ideal" aún cuando Wheein ya estaba superando los treinta años. Ya que tal y como si se tratara de un contorsionista intentando entrar en una maleta pequeña, ese reto le resultaba más que doloroso e imposible.

"No debes cumplir con sus expectativas" le decía Hwasa. "Eres increíble y si ella no es capaz de verlo, ese es su problema. No porque sea tu madre, significa que le debes algo" frases como esas se instalaron en su subconsciente y se dió cuenta de que toda la presión que sentía antes por no ser una chica fértil, heterosexual, casada con un hombre blanco de buena familia y muchos muchos hijos, eran una estúpido molde creado por la sociedad y grabado a fuego en su mente por su propia madre. Ya que esos eran sus deseos, jamás fueron los de Wheein ni por un solo momento.

Es más, Wheein tenía la vida que deseaba, con el trabajo que amaba y estaba casada con la que fácilmente podría ser la esposa más bella, tierna y comprensiva del mundo.

Le dolía que la mujer no la hubiese amado lo suficiente para asistir a su boda y dejar sus prejuicios de lado, pero ya no dejaría que eso le pesara en el corazón, no más. Las decisiones de su madre ahora serían el peso de su madre, no suyo.

"No tienes que buscarle el por qué a las acciones de las personas, Wheein. La mayoría de las veces ni siquiera ellos saben por qué hacen las cosas", su terapeuta se lo había dicho infinidad de veces y al fin empezaba a sentirlo como cierto. Así que en el preciso momento en el que apagó ese teléfono, su corazón encontró la paz que tanto había estado buscando.

Relatos de una letrista. [Wheesa]Where stories live. Discover now