Capitulo 34

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Llevaba un rato sentada sobre una de mis maletas, esperando a que Dean y Teresa volvieran, que pena que no se me hubiese ocurrido pedirle las llaves del coche a Dean. Había llamado a mi madre y le dije que avisara también a la madre de Teresa, preferí no contarle que Teresa estaba llorando en alguna parte del aeropuerto la cual no sabía, simplemente le dije que llegamos bien.

Miré de nuevo la hora, ya habían pasado 35 minutos ¿Dónde demonios estaban?, me estaba matando la espera. Finalmente cogí las tres maletas que tenía y me adentré de nuevo en el aeropuerto. Por si os lo preguntáis, no, no es cómodo llevar una sola tres maletas, pero por suerte encontré uno de esos carritos del aeropuerto y acoplé las tres maletas, mucho mejor.

No sé cuánto tiempo estuve dando vueltas al aeropuerto, pero juraría que andaba en círculos, no podía más, así que decidí volver al coche y esperar fuera, cuando escuché una voz conocida, la voz de Teresa.

Me acerqué sigilosamente a la pared que hacía esquina con unos bancos, donde estaban sentados. Me asomaba por detrás de la pared y los podía ver de perfil, veía más a Teresa que a Dean, pero de todas formas tenía una buena perspectiva.

- La verdad es que no lo entiendo – dijo ella, apoyando su cabeza sobre sus manos.

- Lo que hizo no tiene justificación, no importa si te gustaba o no, era tu amigo, y si le saludaste lo menos que podía hacer es contestar tu saludo, no pasar de ti, un buen amigo jamás te haría eso. No te conozco muy bien, pero por lo que ___ me ha contado, eres una gran amiga, y yo jamás haría eso con una persona tan genial como tú.

Teresa levantó la mirada y lo abrazó, Dean contestó a su abrazo rápidamente.

- Gracias – musitó Teresa – tú también eres una gran persona y un gran amigo, estoy segura.

Se separaron y rieron, Teresa se pasó la mano por la mejilla y se secó las lágrimas que aún caían por sus mejillas.

- Siento que me hayas tenido que ver así – se disculpó Teresa.

- No pasa nada – contestó el rubio – para eso están los amigos.

- Sí, supongo que ahora somos amigos.

Se quedaron mirando, una mirada muy dulce, y en aquel momento fue en el que me arrepentí de haber estado espiándolos, los vi reírse y agachar la cabeza, yo me limité a sonreír y me fui sigilosamente de allí, pero esta vez con una sonrisa enorme dibujada en la cara.

Estaba recostada en el capó del coche cuando finalmente los vi venir, estaban riéndose pero pararon al verme.

- ¿Nos vamos? – preguntó Dean.

- Pues claro – estaba harta ya del aeropuerto.

Pusimos las maletas en el maletero y nos subimos en el coche, Dean y yo nos subimos delante y Teresa se puso detrás, en el asiento del medio, pero tan echada para delante que parecía que estaba a mi lado.

- ¿Y bien? ¿Por qué habéis tardado tanto? – pregunté.

- No la encontraba – contestó Dean sin quitar la mirada de la carretera.

- Ajá.

- ¿Cuánto vamos a tardar en llegar, más o menos? – preguntó Teresa.

- 30 minutos – dijo Dean, se hizo el silencio - ¿Pongo música?

Mi amiga y yo asentimos, Dean puso un disco que tenía en la guantera y empezó a cantar. No sé si os ha pasado alguna vez, ese momento en el que no sabes como se llama la canción, ni de quien es, pero en cambio la escuchas y empiezas a canturrear, a mí me pasa muy a menudo, y me pasaba con esa canción, ya que Dean siempre ponía el mismo disco cuando íbamos en su coche. El disco tenía 30 canciones, de cantantes diferentes, las 30 canciones favoritas de Dean, y algunas eran de lo más raras.

Finalmente llegamos a mi apartamento, esbocé una sonrisa, al fin y al cabo aquel era mi hogar en Los Ángeles y en aquel bloque vivía mucha gente a la que quería y gente con la que quería hablar urgentemente. Entonces volví a recordar a Carlos, no me explico cómo me puedo olvidar tan fácilmente de ese chico, pero si sé que cuando lo recuerdo no me lo puedo sacar de la cabeza, y es muy molesto.

- Llegamos – anunció Dean.

Teresa fue la primera que bajo del coche, después Dean y, bueno, la última yo. Cogimos las maletas y nos adentramos en el edificio. Teresa se fascinaba con todo lo que veía y comentaba algo con cada paso que daba, se notaba que estaba muy ilusionada.

El ascensor no tardó en llegar, al igual que no tardó nada en subir, y después de una semana, volvía a ver la puerta de mi apartamento. Busqué las llaves en mi bolso y abrí la puerta lentamente, empujé la puerta para que quedara totalmente abierta y así poder meter las maletas sin problemas. Menuda sorpresa me llevé.

Todos mis amigos estaban en el salón de mi apartamento, con todos me refiero a todos, Lindsey, Lucas, Sherry, Alana, Nathan, Laura, Josh, Alex, y sorprendentemente Amber. Había un par de personas a las que no conocía, iba a preguntar quienes eran cuando sentí unos brazos rodeando mi cintura y un peso en el hombro impidiendo que me girara.

- ¿Me has echado de menos? – dijo la dulce y seductora voz de Logan.

Automáticamente me giré y salté a sus brazos, él empezó a reír a la vez que me acomodaba entre sus brazos, entonces levanté mis piernas y las puse alrededor de su cintura. No me importaba que todos nos vieran, era realmente feliz.

Logan me besó de una manera más tierna y reconfortante que nunca, y poco a poco me fue bajando hasta que estuve totalmente con los pies en el suelo, pero nuestros labios seguían juntos, y el beso parecía no acabar, hasta que Logan se separó y esbozó una sonrisa. Sus encantadores ojos azules brillaban de una forma diferente y estaban llenos de alegría.

Volví al mundo real cuando aparté la mirada de Logan y me fijé en mis tres mejores amigas que esperaban de brazos cruzados que las saludara.

Salí corriendo hacia ellas y nos abrazamos fuertemente.

- Por fin llegaste – dijo Alana.

- Esto ha estado muy solo sin ti – dijo Sherry.

Amber se limitaba a reír, y parecía no querer decir nada.

- Me alegro de que estés aquí – le susurré a Amber.

- Yo también – rió ella.

Saludé a todos los demás, Lindsey y Lucas me contaron que habían hecho esta última semana, Laura y Josh me propusieron de salir a dar una vuelta algún día y así hablar de mi viaje, Alex me presentó a la chica, se llamaba Cat y era su hermana, Nathan se limitó a hablarme del estudio, y bueno aquella chica era la hermana de Dean, Olivia Collins, Dean había estado mucho tiempo hablando de ella, pero nunca había podido conocerla en persona.

Teresa al principio estaba muy callada, suele ser muy tímida, pero la deje con Sherry un rato y cuando volví estaban las dos riendo y hablando de a saber que, se las veía muy divertidas, así que no las molesté.

Estaba con Logan, sentada en el sofá, tenía mi cabeza puesta sobre su hombro, él hablaba con Dean y Olivia, pero yo no les prestaba atención, solo pensaba en Carlos, tenía que hablar con él.

- Vuelvo en un momento – le di un beso a Logan en la mejilla y me levanté.

Cogí las llaves y salí del apartamento. El apartamento de Carlos estaba en la planta de arriba, así que decidí subir por las escaleras. Me planté enfrente de su puerta, respiré hondo y toqué, segundos después la puerta se abrió, Carlos se quedó mirándome, algo sorprendido.

- Hola Carlos – dije – quiero hablar contigo.


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Quería pediros perdón por tanta demora, y pensaba hacer un aviso para deciros esto pero estaba segura de que me matarías, así que mejor decidí escribir un capítulo y ya decirlo.

Me falta un mes de colegio y estoy muy ocupada con examenes y proyectos, así que me temo que hasta aproximadamente el día 20 de Junio no podré volver a escribir, espero que me entendáis, y no os preocupéis porque cuando vuelva, volveré con un maratón para compensar.

Espero que os guste. Gracias por leerme.

Un famoso y yo (Logan Lerman & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora