Epílogo

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El día había llegado, ya solo faltaban minutos para que pasará lo que llevaba meses esperando. Oí unos pasos detrás mía e intenté ver a través del espejo quien era, sonreí al ver a mi madre.

- Hola cariño ¿Nerviosa? – dijo con un tono de voz suave y dulce.

- Un poco – me giré cautelosamente.

Mi madre sonrió, se la veía tan emocionada, casi tanto como a mí.

- Es hora de salir, tu padre está en la puerta.

Me lancé sobre los brazos de mi madre y la abracé fuertemente intentando aguantar las lágrimas.

- Estás guapísima ___, ahora sal ahí, te esperan.

La puerta se cerró tras mi madre y me quedé sola en la habitación, me acerqué al espejo para revisar que todo estuviera bien por última vez.

El maquillaje, sutil y elegante, seguía en perfecto estado, mechones de pelo caían sobre mis hombros, solo los mechones que solían caer sobre mi cara estaban recogidos en una media luna. Una preciosa tiara de flores blancas y azules colocadas sobre mi cabello daban comienzo a un corto velo que caía por mi espalda. El vestido, un hermoso vestido blanco como el que siempre había soñado que tendría este día, mangas largas con transparencia, totalmente pegado hasta la cintura y a partir de ahí, ponposo con un poco de cola.

Cuando estuve lista abrí la puerta, donde, efectivamente, estaba mi padre esperándome, entrelazamos nuestros brazos y nos dirigimos al altar.

La música sonaba, la gente nos miraba, algunos hablaban, otros aplaudían, pero a mí solo me importaba una cosa, el chico que me esperaba al final de la alfombra. Mi padre se alejó cuidadosamente de mí, alzé la vista y me encontré con unos hermosos ojos azules clavados en mí.

- Estás preciosa.

- Tú también estás genial.

Realmente lo estaba, Logan llevaba el traje con una elegancia extrema, sus ojos brillaban como nunca y su sonrisa, esa sonrisa hizo que me olvidara de toda la gente que nos observaba.

El cura empezó a hablar, pero estaba tan distraída que apenas podía escucharlo. Logan y yo nos mirábamos y sonreíamos, sin creer aún lo lejos que habíamos llegado, no fue hasta que el cura dijo las últimas palabras, cuando verdaderamente me di cuenta de que al fin todo el cuento de hadas se hacía realidad.

- Ya puede besar a la novia.

Logan me agarró por la cintura mientras yo apoyaba mis manos en sus mejillas, el beso podría haber sido como uno de los muchos que nos habíamos dado, pero saber que aquel beso marcaba un nuevo comienzo, una promesa infinita, lo hacía mágico.

Nos cogimos de la mano y salimos juntos entre los aplausos y los chillidos de nuestros amigos, que, como no, empezaron a tirar arroz, lo que causó que Logan y yo nos empezáramos a reír y nos besáramos bajo aquella hermosa y diferente lluvia.

Cuando al fin nos montamos en el coche, Logan y yo comenzamos a reír de nuevo, sin ninguna razón aparente simplemente eramos felices.

Dean, que llevaba meses insistiendo en que quería ser nuestro piloto y que había incluso discutido con mi padre por serlo, arrancó el coche y nos fuimos alejando de todos nuestros amigos y familiares.

- Enhorabuena pareja.

- Gracias, Dean – dije inclinándome hacia delante para poder darle un beso en la mejilla – no se lo digas a mi padre, pero me alegro de que seas nuestro conductor.

Un famoso y yo (Logan Lerman & tu)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant