Capitulo 49

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Debo admitir que la ducha me sentó muy bien, tanto para el tobillo como para despejarme. Cuando salí me di cuenta de que no había cogido nada de ropa, me reprendí por no haberme acordado y abrí la puerta lentamente. Tenía la suficiente confianza con Teresa como para salir al pasillo con solo una toalla, es lo que tiene tener una mejor amiga, es como si fuera tu otra mitad y no tuvieras nada que ocultar.

Cogí la primera camiseta del montón y después busqué un pantalón que pegará con esta.

Teresa me esperaba impacientemente, nada más que me vio entrar en el salón, se colgó una pequeña mochila al hombro y abrió la puerta. Se había cambiado de ropa, ahora llevaba una camiseta rosa lisa y unos vaqueros cortos con chanclas.

Salí detrás de ella, cogiendo mi móvil mientras me dirigía a la puerta. Cerró de un portazo y se dirigió al ascensor.

- ¿A dónde vamos? – pregunté sin alejarme de la puerta.

- No sé – dijo Teresa pulsando el botón del ascensor – por ahí.

- Me alegro de que tengas las ideas tan claras.

- Venga vamos.

Suspiré y rodé los ojos, pero mis quejas silenciosas fueron totalmente ignoradas, y no tuve otra opción que dirigirme al ascensor a esperar junto a ella.

- Está bien, vamos.

El ascensor se abrió, mostrándonos una imagen de Alana y Nathan que no esperaba. Nathan estaba apoyado en la pared, Alana estaba inclinada sobre él, las manos del chico rodeaban sus caderas. Se alejaron tan rápido como notaron nuestra presencia.

- Hola – saludó Alana pegando un tirón de su camiseta con una mano y arreglando su pelo con la otra.

- Hola – respondimos Teresa y yo al unísono.

Alana se acercó a Nathan y lo agarró de la mano.

- Creo que hay algo que no te he contado.

Sonrió. Estaba claro lo que había pasado, pero Alana parecía tener unas ganas locas de decirlo.

- Nathan y yo estamos saliendo.

Nathan pasó su brazo por los hombros de ella, Alana volvió a sonreír, seguramente esperando a que le respondiera con un "guau, ¡Cuánto me alegro!", pero, aunque ya lo veía venir, me había quedado en shock, solo había una cosa que pasaba por mi cabeza ¿Logan y yo lucíamos así de felices cuando decíamos que estábamos juntos a nuestros amigos? Antes pensaba que sí, ahora tenía mis dudas "Nunca debimos estar juntos" la voz de Logan sonaba en mi cabeza.

- Qué bien – intenté sonar lo más feliz posible, incluso esbocé una sonrisa.

- Bueno – intervino Teresa – nosotras nos vamos.

- Ah vale, adiós – dijo Alana.

Nos despedimos y entramos en el ascensor, antes de que las puertas se cerraran pude ver como Alana y Nathan se acercaban y se besaban.

- ¿Estás bien? – Teresa sonaba preocupada, la miré a los ojos y después le sonreí, una sonrisa sincera.

- Sí, tranquila.

Me sonrió de vuelta. No me malinterpretéis, estaba feliz por Alana, pero verla así con Nathan, me recordaba a cuando yo había estado así con Logan.

El ascensor se abrió y salimos. Ya estaba anocheciendo, lo que significaba que sería hora de cenar, aunque teniendo en cuenta de que acabábamos de comer, a ninguna de las dos nos apetecía buscar un restaurante.

- Podemos dar una vuelta y después tomarnos algo ligero – propuse.

- Sí, por ejemplo una ensalada entre las dos.

- Sí, más ligero que eso.

Teresa rió y yo la seguí, la risa fue corta, pero verdadera, después de aquella pequeña risa, una sonrisa quedó en mi cara, Teresa también sonreía. Entrelazamos nuestros brazos y empezamos a andar por la calle, como llevábamos haciendo desde los 13 años. Habíamos crecido, habíamos pasado por un montón de situaciones, nos habíamos alejado y vuelto a juntar, habíamos cambiado de país, pero todo seguía igual que cuando nos conocimos.

- Bueno, cuéntame – dije.

- ¿Qué quieres que te cuente?

- No soy tonta ¿Por qué estabas arreglada? ¿Adónde ibas a ir?

Hubo un momento de silencio, pero Teresa no tardó en romperlo.

- Pues, había quedado con Dean, íbamos a cenar juntos.

- ¿Una cita?

- No – dijo en un tono más alto de lo normal, juraría que se sonrojó.

- ¿Quieres contarme algo?

Se paró en seco y se puso en frente de mí, me miró fijamente, estaba esperando que dijera algo, sabía que estaba meditando las palabras que quería usar.

- Creo que me gusta Dean, pero no quiero hacerme demasiadas ilusiones.

- Está claro que Dean te quiere, no tienes por qué tener miedo.

Sin previo aviso, Teresa me abrazó y sin dudarlo la abracé de vuelta.


Un famoso y yo (Logan Lerman & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora