Capitulo 3

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Este capitulo es más largo, pero es muy interesante,  espero que os guste.

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Ya había cogido el ritmo de mi vida en los Ángeles, por la mañana me despertaba sobre las 8:30, como mi apartamento era pequeño tenía que dar menos vueltas, hacía la cama y me vestía, salía del apartamento y esperaba  a Amber en la entrada del edificio, Amber y yo nos hicimos grandes amigas en dos días, ambas somos muy parecidas y encajamos muy bien, Amber y yo paseamos un rato antes de llegar al estudio y una vez allí nos juntábamos con Sherry, otra amiga, Sherry es de Los Ángeles y desde pequeña es una fanática de la fotografía. Nathan y Alana son amigos, pero nada más, aunque Alana está loca por él, de Carlos no se sabe mucho, lo vemos en el estudio y después se pasa todo el tiempo de fiesta y dando vueltas por la ciudad. Depende del día podemos terminar como muy pronto a las 15:00 o como muy tarde a las 17:00.

Al terminar tenemos toda la tarde para lo que queramos, a Amber, Sherry y a mí nos gusta ir de compras, al cine, dar una vuelta por la ciudad o simplemente quedarnos en casa. Pero no todas las tardes estoy con ellas, hay tardes en las que me quedo sola en el apartamento video chateando con mi mejor amiga, mi familia o algún otro amigo de Londres. Otras tardes voy a la playa o me voy yo sola a explorar los alrededores.

Por la noche solemos cenar los cinco juntos, en un bar o en el apartamento de alguno, después me tumbó en la cama y leo o cojo el móvil hasta que tengo sueño.

Siempre la misma rutina, con algunas variaciones de vez en cuando, pero siempre lo mismo, no es que no me gustase, al revés, me encantaba mi vida en Los Ángeles, pero no pensé que en un día que parecía como los demás todo podría cambiar.

Esa mañana me desperté a la misma hora de siempre, fui a la cocina a desayunar, cogí un poco de zumo que quedó del día anterior y me lo eché en un vaso, fui a mi cuarto y cogí unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta celeste lisa. Terminé de desayunar y fui al baño a peinarme, me hice una trenza al lado izquierdo y me puse una gomilla del color de mi pelo, para que no se notase, ya estaba lista, así que me tumbé en el sofá y cogí el móvil, tenía una llamada perdida, miré de quien y para mi sorpresa era de Amber, marqué su número y la llamé:

- ¿___? – sonó la voz de Amber por el teléfono.

- Sí, oye me has llamado antes, ¿Qué querías?

- Hoy no voy a poder ir a trabajar.

- ¿Y eso? – pregunté preocupada.

- Estoy mala, un resfriado… apenas he podido dormir y me muero de sueño, además estoy mareada, creo que me voy a tomar una pastilla.

- Sí, mejor, bueno Amber, ¿Quieres que te traiga algo?

-No, no tranquila, solo te llamaba para que no me esperaras.

-Vale, cuando vuelva me paso a verte, adiós Amber – dije y colgué el teléfono.

Me levanté del sofá, cogí mi bolso y comprobé que estaba todo, después salí de casa y entre en el ascensor, me sentí rara al estar sola, estaba acostumbrada a ir con Amber, pero bueno, la pobre estaba mala. Llegue a la calle, miré hacia los lados y empecé a andar. Hubo un momento en el que me entró hambre, algo raro ya que había desayunado, pero después de pensarlo recordé que solo había tomado un zumo y un par de galletas, al ver una pastelería salí corriendo hacia ella. Había poca gente y en cinco minutos ya estaba saliendo con un pastel de chocolate en la mano, miré el reloj y vi que aún quedaba tiempo, entonces me senté en un banco del parque y me terminé de comer el pastel.

Cuando terminé de comer me recosté en el banco, me puse cómoda y cerré los ojos. Después los abrí de golpe y miré el reloj ¡Iba media hora tarde! Cogí mi bolso y salí corriendo, por suerte aquel día llevaba unos zapatos de cordones bastante cómodos. Corría lo más rápido que podía, al cabo de un rato me dolían los pies y me entró flato, pero no paré de correr. Vi el semáforo parpadeando e intenté correr lo más rápido posible para llegar a tiempo, pero no, fue llegar y se puso en rojo. Me toqué la frente, estaba sudando, intenté relajarme, apenas podía respirar, estaba muy frustrada, tanto que me puse a pegarle patadas al suelo, y entonces el semáforo cambio y volví a correr, me faltaba poco para llegar, solo dos calles más, seguía corriendo, estaba muy cerca solo me faltaba girar en la esquina y seguir esa calle recta, ya estaba muy cerca de la esquina entonces doblé, con tan mala suerte que me choqué con un chico que estaba también doblando en la esquina y caí al suelo de boca, por suerte me dio tiempo de colocar el brazo delante. El chico rápidamente se levantó y me ayudó a levantarme, me cogió del brazo y yo me senté en el suelo.

- Lo siento, es que venía corriendo, tengo prisa, pero bueno no pasa nada por cinco minutos más… - el chico estaba mirando al suelo, y además llevaba una gorra que le tapaba toda la cara, no podía mirarlo a la cara, él lo único que hacía era mirar al suelo, me estaba empezando a poner un poco incómoda – Hola, soy ___ – le extendí la mano, pero él no me dijo nada.

 Después me cogió del brazo y me levantó del suelo, al levantarme sentí un intenso dolor en la rodilla, la miré y estaba sangrando, abrí el bolso y cogí un clínex, él seguía cabizbajo y sin inmutarse por nada, ya me estaba cabreando ¿Por qué no me decía nada ni me miraba? ¿Qué le pasaba? Me quité un poco de sangre de la herida, al estar agachada intenté mirar arriba para verle la cara, pero él se puso a mirar hacia un lado, en ese momento me levanté bruscamente y le quité la gorra, ambos nos quedamos mirando sorprendidos, tardó unos segundos en reaccionar y quitarme la gorra:

- ¿Pero qué haces? – me gritó a la vez que se ponía la gorra, yo tardé un poco más en reaccionar, pero no tarde mucho en contestar.

- Hay una cosa que se llama educación, tal vez tú no la conozcas.

- Sí sé lo que es educación, tal vez eres tú la que no conozca su significado.

- Yo sé perfectamente lo que es educación, y si tú también lo sabes lo mínimo que podrías hacer es mirar a la cara de la gente cuando te hablan.

- Sí tienes razón – entonces se levantó un poco la gorra y pude ver unos ojos de color azul intenso, era guapo, guapísimo, pero no podía mirar otra cosa más que no fueran sus ojos, me quede mirándolo fijamente, esos ojos tan intensos me sonaban de algo, esa sonrisa picarona, esa expresión alegre en la cara, me sonaban demasiado, pero ¿De qué? – Bueno me tengo que ir y tú también o ya no tienes prisa.

- Sí, bueno adiós – él se bajo la gorra de nuevo y empezó a andar yo me quede mirándolo fijamente, cada vez se iba alejando más, haciéndose más y más pequeño, hasta que lo perdí de vista, aún así seguí mirando al sitio donde lo vi por última vez, intentaba recordar donde lo había visto antes, pero nada, no lo recordaba.

No podía dejar de mirar al mismo sitio, como si sintiera que de un momento a otro iba a volver a aparecer por allí. Pero no volvía, solté un suspiro y miré al suelo, el suelo que él antes había estado pisando. En mi mente volvió a aparecer la imagen de esos preciosos ojos azules, que parecían aún más bonitos, por la sombra de su gorra, esa gorra… ¿Por qué se enfado cuando le quité la gorra? ¿Por qué no quería que lo viese? ¿Por qué tanto secretismo? Tal vez porque era tímido o tal vez no, ya nunca lo sabría.

El tiempo pasaba, pero parecía que no podía moverme, ya me iban a echar la bronca por llegar media hora tarde, que más daban 10 minutos más o 20… Sentí un hormigueo en la barriga, volví a pensar en él, en su cara, en sus ojos, en su sonrisa, y se me dibujó una sonrisa, justo entonces intenté recordar su nombre, pero no se me vino a la cabeza, me llevé la mano  a la frente ¡No le había preguntado su nombre! Pero que tonta.

Me di la vuelta despacio, no quería llegar al estudio, fui andando lentamente, dándome la vuelta cada dos por tres, teniendo la sensación de que me encontraría con él de nuevo, pero estaba en la puerta del estudio y nada, no estaba, espere un poco y entré dentro cabizbaja.

Un famoso y yo (Logan Lerman & tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora