Capitulo 35

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Siento mucho como dejé el capítulo anterior, así que aquí os dejo la primera parte del maratón para compensaros.

Maratón 1/3

Carlos no decía nada, lo cual me ponía bastante nerviosa. No quería ser grosera y entrar en su casa sin que él me dejara hacerlo, y tampoco quería hablar sola, porque si no parecería más bien un monólogo.

- ¿Sobre qué? – dijo al fin, puse los ojos en blancos.

- No hace falta que te lo recuerde.

- Está bien, entra.

Se hizo a un lado y entré a su apartamento. Su apartamento era exactamente igual que el mío, excepto que el suyo estaba algo más sucio, había algunas cosas tiradas por el suelo, las cuales Carlos iba recogiendo mientras pasaba. Me paré de golpe y lo miré mientras recogía un trapo del suelo, cuando se levantó y vio que lo estaba mirando se sonrojó.

- Lo siento, no esperaba visita – dijo avergonzado.

- Tranquilo.

Se volvió a agachar para terminar de recoger algunos papeles que estaban desperdigados sobre las baldosas del suelo, me agaché junto a él, con la idea de ayudarlo.

- Deja que te ayude – dije, una vez agachada.

Fui a coger un folio blanco que estaba algo más apartado del montón, extendí la mano para alcanzarlo, pero no me di cuenta de que Carlos también extendió la mano para coger el mismo papel hasta que nuestras manos se entrelazaron, ambos nos miramos algo sonrojados y finalmente él quitó su mano, cogió los folios y se levantó.

Yo tardé unos segundos más en procesar lo que había pasado, y me levanté lo más rápido que pude. Carlos metía todos los folios en una carpeta azul y después la carpeta en un cajón.

- Dispara – dijo apoyándose sobre la mesa.

- ¿Qué?

- ¿No venias a decirme algo?

- Ah sí – que estúpido sonó eso – quiero pedirte perdón por no haberte dicho que tenía novio, porque éramos amigos y los amigos se deben contar esas cosas, y también quiero decirte que quiero que sigamos siendo amigos.

- ¿Eso es todo? – dijo con una mirada similar a la de Dean cuando chuleaba, solo que la de él iba con mala intención.

- ¿Cómo que si eso es todo? Pues sí, lo es. Te estoy pidiendo perdón, quiero que seamos amigos ¿Qué más quieres que te diga? – me estaba alterando un poco.

- Pues si eso es todo ya puedes irte.

- No, Carlos, no.

Me acerqué a él, no quería que estuviéramos mal, nunca fuimos grandes amigos, pero me gustaba saber que él estaría ahí, es muy gracioso y me gustan sus idioteces.

- Carlos, por favor, hagamos que todo vuelva a ser como antes.

- ¿Y no pudiste decirme eso mismo hace dos semanas? ¿Tanto has tenido que pensarlo? ¿Tan poco te importa nuestra amistad?

- Me fui a Londres, sabes, y no paré de pensar en ti en todo el maldito viaje, me pasé cada segundo pensando en que te diría, todas las noches pensando en cómo explicarte que lo sentía, en cómo hacerte ver que no quiero perderte, todo el viaje de vuelta estuve pensando en que cuando llegará lo primero que haría sería subir a disculparme, y...

No pude terminar, porque en ese momento me acercó peligrosamente a él y nuestros labios se unieron, el beso duró varios segundos hasta que él se separó, entonces fue cuando me di cuenta del enorme error que acababa de cometer.

- Tengo que irme – dije en un hilo de voz y salí disparada de allí.

Carlos no me siguió, o al menos no me giré para ver si lo hacía, bajé las escaleras corriendo, y cuando llegué al último escalón me senté allí y comencé a llorar. Sabía que no solucionaría nada con ello, pero simplemente quería desahogarme, yo ya había cumplido mi parte, había ido al apartamento de Carlos ha disculparme, y lo único que hice fue seguirle un beso, me sentía fatal por aquello, él me beso, no fue culpa mía, pero le seguí el beso, eso sí fue culpa mía.

Metí la cabeza entre mis rodillas, las cuales rodeé con mis brazos y me eché a llorar como una niña pequeña. Noté como alguien tocaba mi hombro y oí una voz femenina que pronunciaba mi nombre, levanté la cabeza y me sequé las lágrimas para aclararme la vista, delante de mí y de rodillas, se encontraba Alex.

- ¿Qué ocurre? – dijo suavemente.

No le contesté, me limité a lanzarme sobre ella y abrazarla, entonces me sentí mucho mejor, no sabía lo reconfortante que podía ser una amiga en un momento triste. Se separó de mí y me sonrió, yo le devolví la sonrisa.

- ¿Estás mejor? – preguntó dulcemente.

- Sí, gracias.

- No hay de que, para eso están las amigas.

Se levantó del suelo y me ayudó para que yo también lo hiciera.

- ¿Qué haces aquí? – pregunté ya más calmada.

- Me iba ya.

Sacó un clínex de su bolso para que me secara las lágrimas. Estuvimos unos cinco minutos más allí, entonces me dijo que su hermana estaba abajo esperándola y que debía irse, me acompañó hasta la puerta de mi apartamento y nos despedimos. Y esta vez, no me preocupé por Carlos, no pensaba darle más importancia a alguien quien no la merecía.

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¡Volví! Y estaba vez sí que sí, ya terminó el instituto y ahora tengo un montón de tiempo libre, pienso compensaros por estos últimos meses, y para empezar, haré un pequeño maratón, está es la primera parte, lo dividiré en tres y colgaré un capítulo cada día.

Espero que os haya gustado y gracias a todas las que comentasteis, de verdad me hicieron muy feliz todos vuestros comentarios.

Gracias por leerme. Hasta mañana.


Un famoso y yo (Logan Lerman & tu)Where stories live. Discover now