Capítulo diez.

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Reportense aquí:

Ginger.

Años atrás

Tocaban con tanta fuerza la puerta del apartamento, pero yo no quería salir, estaba molesta con Eros.

Se suponía que hoy cumplíamos ocho meses de novios y teníamos planeado pasar el día juntos el día de hoy, pero él lo olvido, no recibí ningún mensaje de él, a pesar de que estuve todo el día preguntándole que si vendría por mi, para ir a nuestro lugar y lo único que me respondió fue un: Estoy muy ocupado, podemos ir el día de nuestro mesniversario, es dentro de dos días.

Eros olvidó el día de nuestro mesniversario, lo había olvidado cuando estuvimos poniendonos de acuerdo en lo que haríamos el día de hoy.

Le respondí un «¿En serio?» tratando de ocultar mi molestia pero estaba segura que él se dió cuenta que estaba enfadada.

Seguían tocando la puerta, cerré los ojos, tratando de imaginarme que él no estaba aquí.

—Ginger, sé que estás ahí. Abre la puerta.

Prendí la televisión, el ruido era bastante alto pero aún así alcance a escuchar a Eros cuando hablo nuevamente.

—Vamos, Ginger. Abre la maldita puerta.

Busque mi móvil, tenía un mensaje de mis amigas, dónde me decían que si iría al bar donde se habían reunido, me negué diciéndoles que no me sentía bien, pero ella dijeron que si cambiaba de opinión haya me esperarían.

—Si no abres la puerta soy capaz de tirarla.

Gruñí mientras me levantaba del sofá y la abría, al instante que mis ojos se encontraron con los de él, me extendió un ramo de margaritas.

—Yo...perdóname. lamento demasiado haber olvidado nuestro mesniversario, prometo compensartelo.

Tome las margaritas y camine hasta el sofá, escuchando sus pasos atrás de mi, siguiéndome. Me senté y él se sentó a lado de mi, sentí como tomaba mi mano y comenzaba a acariciarla con suavidad.

—Siento demasiado haber olvidado nuestro mesniversario, he estado con la mente en otro lado, la universidad me está volviendo loco y no tenía ni idea que hoy era veintitrés.

Eros suspiro y beso mi mano.

—Dime algo, Ginger. Me estás poniendo nervioso.

—Esta bien, no te preocupes. —Susurré.

Él se acercó a mi y beso mi mejilla.

—¿Estás segura?

—Lo estoy.

—Venga, vamos.

—¿A dónde? —Soné confundida.

—Vamos a nuestro lugar, como lo habíamos planeado desde el principio.

Observé mi vestimenta, estaba en pijama, me había propuesto en quedarme aquí en el apartamento, acostada viendo películas.

—Estoy en pijama —Fui obvia y él sonrió.

—Me he dado cuenta de eso, pero déjame decirte que te miras preciosa así.

—Podemos quedarnos aquí y ver películas.

—De eso nada, he cagado todo el día por haberlo olvidado, y quedarnos aquí —Él negó—,quiero que sea especial este día para ambos.

—Para mi es especial porqué estás aquí conmigo. Las chicas no están aquí, llegarán más tarde, han salido de fiesta.

Finge que me odias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora