Capítulo XIV

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—¿Seguro? —le pregunto antes de leer la carta.

—Que sí, que me da igual —contesta, cruzándose de brazos.

No me lo pienso más y la leo. Cuando termino, la doblo y vuelvo a dejarla dentro del sobre.

—¿Y ya? —pregunto, dándoselo.

—¿¡Cómo que "y ya"!? —se indigna.

—¿Solo eso?

—Ah, que te parece poco.

—No, pero pensaba que era algo, no sé, secretísimo.

Resopla y deja la carta en el mismo lugar de antes. Me da un beso para volver a acostarse a dormir y yo me salgo de nuevo al balcón, con el móvil. Cierro la puerta y me siento otra vez en el suelo. Tengo la necesidad de hablarle a Sira, pero estará durmiendo —lo más seguro es que esté con Ferran—, y no quiero petarle el móvil ahora.

Me quedo mirando Instagram durante una o dos horas, no sé, pierdo la noción del tiempo. Cuando me aburro demasiado, apago el móvil y lo dejo en el suelo, mirando al cielo. ¿Qué puedo hacer? No me entra sueño.

Opa.

Atenta a lo que pasa en la calle, me levanto de golpe y me asomo, un poco escondida. Una pareja está discutiendo, ojalá poder escucharlo mejor, joder.

A los cinco minutos, dejan de pelear y cada uno se va por un lado de la acera. Pues vaya, yo quería más chisme...

—¿Sigues sin dormir?

—¿Y tú sigues despertándote? —contesto, mirando a Gavi que acaba de abrir la puerta del balcón, adormilado.

—Al menos yo sí he dormido algo —habla, dejando un hueco para que pase al interior.

—No voy a entrar.

—Claro que vas a hacerlo.

—Que me aburro. Tú vete a dormir.

Tira de mi brazo hasta meterme dentro de la habitación y cierra la puerta del balcón con el pestillo, para indicar que ya no va a permitir que me salga más.

—Ni que fuera a tirarme por el balcón —bufo, acostándome en la cama de mala gana.

—Es una opción —bromea —. Venga, a dormir.

[...]

Me despierta Sira, petándome a llamadas con la vibración de mi móvil, que casi se cae de la mesita de noche. Me hago con el móvil, abriendo un poco los ojos y descuelgo. Gavi no está, así que supongo que habrá ido con Pedri y mis padres a hacer la compra, porque hoy tocaba.

—¿Qué pasa, Sira? —hablo, aún acostada en la cama, boca arriba.

—¡Necesito verte ya! —grita.

Bajo un poco el volumen al móvil y cuando ve que no tengo respuesta —tampoco me ha dejado más de dos segundos para hablar—, se adelanta ella.

—En diez minutos estoy en tu casa.

—Pero...

Antes de que termine, cuelga la llamada y yo dejo el móvil en la mesita, resoplando. Tengo sueño y quiero dormir, ¿por qué no puede venir después? Que pereza. A los dos minutos, me levanto de mala gana y abro la puerta del balcón para que entre un poco de aire y más luz. Tampoco es muy temprano, porque ya hay gente por las calles y el Sol ya ha salido hace un rato.

TEMPORADA DOS - El mejor amigo de mi hermano ✓Where stories live. Discover now