Capítulo XIX

3.4K 123 8
                                    

Al final haré tercer libro, y así termino la historia y ya. Esta temporada terminará antes que la otra porque van a ser los cuatro meses restantes en España, pero la otra puede que se alargue más (aun no sé) 🫶🏻

• • •

Estamos cenando en el jardín. Hoy han decidido pedir una pizza y como la noche está un poco fría, llevamos sudaderas —pero, pantalones cortos—. Yo miro varias veces al cielo, admirando las estrellas que pueden verse.

Gavi y Pedri hablan de algo del entretenamiento y yo estoy en lo mío. Rubi llega a donde estamos, pidiendo que le demos algo de comer, pero cuando le hago un gesto para negárselo, se va y se tumba por ahí, tan feliz.

Al terminar de cenar, recogemos todo y Pedri decide irse a dormir. Gavi insiste en dormir en mi habitación, hasta que consigue convencerme. Mientras él duerme yo veo el móvil hasta, aproximadamente, las dos de la mañana.

Cuando me despierto, Gavi está en el balcón de mi habitación y yo salgo, desperezándome. Cuando se percata de mi presencia, se gira hacia mí y me sonríe.

—Buenos días —hablo, estirando los brazos.

—Buenos días. Hace mucho Sol hoy.

Me apoyo en la barandilla, a su lado, y nos quedamos mirando la calle, por donde pasa gente en bañador y bikini para ir a la playa.

—¿Vamos nosotros a la playa también? —propongo.

Se lo piensa, pero al final acepta y va a despertar a mi hermano mientras yo me pongo el bikini y ropa por encima para no ir por la calle así.

El bikini (si queréis lo cambiáis):

El bikini (si queréis lo cambiáis):

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


La ropa que va por encima:

Cuando salgo de mi habitación, ya con mi bolsa de playa y echándome la crema solar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Cuando salgo de mi habitación, ya con mi bolsa de playa y echándome la crema solar. Entra Gavi, silbándome y yo le saco el dedo del medio cuando se ríe. Mientras yo termino de echarme la crema solar y repasar si llevo todo lo necesario, Pedri y Gavi bajan, con el bañador y una camiseta. Las chancletas que llevan son iguales, por lo que me rio un poco y cuando se echan crema —obligados por mí—, salimos de casa.

Al llegar a la playa, buscamos un buen sitio para poner las toallas y cuando dejamos las cosas, nos metemos al mar. Gavi lleva una herida en la pierna y al principio solo se queja, hasta que mi hermano le pega una colleja y deja de quejarse. Hay algunos niños jugando con un balón en la orilla, pero por lo demás, todos son adultos, adolescentes o incluso ancianos que pasean.

—¡AY! —pego un salto cuando noto algo en el pie.

—¿Qué haces, loca? —mi hermano enarca una ceja.

—¡ALGO ME HA TOCADO EL PIE! —me espanto.

—Qué exagerad... ¡AH!

Él también pega un salto cuando nota algo en el pie y al ver que Gavi no está y sale del agua de repente, fruncimos el ceño. Cuando sale a la superficie, le caen las quejas.

—Eres subnormal —habla Pedri.

—Un completo idiota —termino yo de indignarme.

Gavi está riéndose de nosotros y decidimos salir del agua un rato. Yo tomo el Sol mientras que Gavi y Pedri se ponen a jugar con los niños al balón. Algunas personas —los más jóvenes— les reconocen y les piden una foto, pero tampoco mucha gente.

Cuando se cansan, vuelven a donde estoy y Pedri se tira de cabeza al agua para refrescarse. Gavi solo se sienta en su toalla.

—¿Has pagado ya lo de Estados Unidos? —pregunta.

—¿Podéis dejar lo de Estados Unidos? Aun quedan cuatro meses y vais a conseguir que me deprima —contesto, con los ojos cerrados.

—Es que no puedo dejar de pensarlo.

—Pues piensa en otra cosa.

—¿En las vistas que estoy teniendo?

Nada más acaba la frase, le tiro a la cara lo primero que pillo por ahí —mi móvil—, consigue atraparlo en el aire, riendo.

—Qué cerdo eres —protesto.

—Que era una broma —sonríe, inocente.

—Sí, claro.

Media hora después, estos dos quieren volver a casa, así que recogemos todo y nos vamos tranquilamente andando. El camino es de unos seis minutos, no mucho. Al llegar, los obligo a ayudarme a recoger todo lo de la playa y tender las toallas. Nos cambiamos al pijama y decidimos pasar el resto de la mañana jugando a las cartas en el jardín.

Al mediodía, mientras preparamos la comida, Sira me llama.

—Disculpadme —hablo, descolgando la llamada y poniéndome el móvil en la oreja —. Dime, Sira.

VOY A ECHARTE DE MENOS CUANDO TE VAYAS.

Antes de que diga nada, cuelga la llamada. Pues sí que se ha tomado en serio lo de recordármelo cada día. Dejo el móvil en la mesa de la cocina y sigo ayudando a los chicos a preparar la comida. Estoy echando un poco de sal hasta que tocan el timbre de casa.

—¿Habéis invitado a alguien? —pregunto, mirando a los dos.

Ellos niegan y al final, Pedri va a abrir la puerta. Unos segundos después, entra a la cocina junto Aurora, la hermana de Gavi.

—¡AURORAAA! —chillo, yendo a abrazarla.

Ella se alegra igual que yo y cuando saluda también a su hermano, le pregunto.

—¿Qué haces por aquí?

—Pasaba por Barcelona y pensé en parar cinco minutos a veros —sonríe.

—Qué alegría verte.

—Lo mismo digo. ¿Qué tal vais?

—Bien, ¿y tú?

—Muy bien.

Hablamos un poco más hasta que tiene que irse porque se le hace tarde. Se despide rápidamente y se va. Nosotros seguimos cocinando.

[...]

TEMPORADA DOS - El mejor amigo de mi hermano ✓Where stories live. Discover now