Capítulo XXI

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5:10 a.m.

Otra media hora más y no consigo aprendérmelo. Gavi está contemplándome mientras leo el mismo párrafo una y otra vez.

—¡Joder ya! —me harto.

Solo recuerdo el primer párrafo y casi ni eso. Leo, repito y nada.

—¿Me puedes hacer caso y aunque sea andar por el pasillo unos minutos? —interviene Gavi.

—¡Mira la hora! ¡Las cinco de la mañana! ¡Tengo que estar allí a las once! ¡No me da tiempo a andar por el pasillo! —contesto, alterada.

—¿Has guardado el trabajo escrito en el pendrive?

—Que sí, déjame ya, joder.

Cuando vuelvo a mirar la pantalla, Gavi la cierra de golpe, provocando que se apague el portátil.

—¿¡Qué haces!?

—Lo que te conviene.

—¡Eres idiota! ¡Ahora tarda mucho en encender!

—Mientras enciende, ve a relajarte.

Me levanto con un golpe en la mesa y salgo de mal humor a la cocina a por otro café —el cuarto en lo que llevamos de noche—.

—¡Ey, eso no! —me quita la taza de la mano.

—¿Ahora eres mi padre o qué?

—El café solo te altera más —habla, dejando la taza en el fregadero.

—Tú si que me alteras —bufo, yendo a por otra taza.

—Que no —me sube en brazos, apoyado en mi espalda.

—¡Suéltame o verás!

—Relájate –insiste —. Si te relajas, puede que te baje.

—Que guantazo te estás ganando...

—Que sí, que sí.

—¡Que me sueltes!

—Tómate un vaso de... —me suelta y mira en la nevera —. Anda, mira; de zumo.

—¿¡De zumo!? ¡No sé cómo pretendes que eso me mantenga despierta!

—Que te relajes.

Saca la botella de zumo y me echa en un vaso, esperando a que beba.

—De verdad que te odio.

—Perfecto, lo que tú quieras. Venga, bébetelo —se cruza de brazos.

Al final, alcanzo el vaso y bebo un poco.

—¿Ya? ¿Contento?

Asiente, tranquilo.

—Y ahora un abrazo —habla.

—Ay, que te den. No voy a perder más tiempo.

—Un abrazo —repite, abriendo los brazos.

Resoplo y le hago caso, dejando el vaso en la encimera.

—¿Ya? —murmuro.

—No.

Me da un beso en la frente. Frunzo el ceño y me separo de él. Como sabe a qué espero, habla.

—No vas a tomar más café.

—¡Pero...!

—Que te he dicho que no —me da el vaso de zumo.

Subo a la habitación con el vaso y con mala cara. Gavi va detrás mía y cuando entramos, se encarga de sentarse en mi silla con ruedas.

—Levántate de ahí —ordeno, dejando el vaso en la mesa y cruzándome de brazos.

TEMPORADA DOS - El mejor amigo de mi hermano ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora