VEINTICINCO

742 54 21
                                    




Ha llegado el momento de hacer control de daños.

Me he saltado la clase de conducir.

Me he pasado la noche fuera de casa sin avisar a mis padres.

Me he acostado con mi mejor amigo. Dos veces.

Dios mío, me he acostado con Hunter.

Soy la primera en levantarse. Lo hago cuando los rayos del sol más madrugadores chocan contra mis ojos. Al principio, remoloneo un poco, desorientada. Hasta que a mi cabeza vienen todos los recuerdos de lo ocurrido la noche anterior y me incorporo como un resorte. Por suerte, Hunter tiene el sueño pesado y no se inmuta. Suelta una palabra ininteligible y da media vuelta, dándome la espalda.

¿Eso que tiene encima del omóplato derecho es un arañazo? ¿En qué momento...? Ay, mi madre.

Mi rostro arde y enrojece.

Tengo que marcharme de aquí. Cuando salí de casa ayer no se me ocurrió pensar en el después.

Me levanto, tratando de hacer el menor ruido posible, y recojo mis cosas. Después, camino de puntillas y salgo de la habitación de Hunter. Me visto a la par que bajo las escaleras y es un milagro que no me mate por el camino. Mis padres me van a matar, maldición. ¿Qué les voy a decir? ¿Qué excusas puedo poner? Mierda, mierda. Encima ni siquiera me molesté en pillar las llaves. Si seré idiota.

Tardo varios minutos en reunir el valor suficiente para llamar al timbre de mi propia casa.

Mi padre es quien abre la puerta. Me echa una larga mirada de arriba abajo, mientras yo rezo oraciones que no sé para que no sospeche nada.

—Te has metido en un buen lío, señorita —me dice. Se hace a un lado para que pueda entrar en casa.

—Lo sé, y lo siento. Es que...

—De no ser por el mensaje que nos envió Hunter ayer, habríamos llamado a la policía, Ivory. ¿Sabes lo preocupados que estábamos?

Un momento, ¿qué mensaje?

—Eh...

—Aquí estás. —La voz de mi madre suena mucho más enfadada que la de mi padre. Acaba de salir de la cocina, con manchas de harina en la mejilla y un trapo entre las manos—. ¿Cómo se te ocurre dejarte el móvil en casa? Entendemos que quieras ayudar a Hunter a aprobar el curso, pero la próxima vez piensa en nosotros antes de quedarte a dormir en su casa sin avisar.

¿Esa es la mentirijilla que les ha contado? ¿En qué momento? Hunter se quedó dormido antes que yo. ¿Cuándo aprovechó para mandarles el mensaje?

Dios, menos mal que no le he contado a mi madre sobre mis sentimientos hacia mi mejor amigo cuando me acosó a preguntas el otro día. Si no le hubiera mentido, sé que ahora su reacción sería muy distinta. No estaría enfadada, no. Estaría empacando mis cosas para enviarme a un campamento militar.

—Lo siento —repito, avergonzada. No bajo la guardia, por si acaso. Tengo escrita la palabra CULPABLE en la frente con luces de neón—. No volverá a pasar.

—Por supuesto que no. Estás castigada —dice mi padre.

—¿¡Qué!? —pregunto, incrédula—. ¡No podéis castigarme! Nunca me habéis castigado.

—Para todo hay una primera vez —dice mi madre, seria.

Me muerdo el labio inferior y me cruzo de brazos.

—No es... —intento decir. ¿Justo? Pero es que sí que lo es. De no ser por Hunter, se habrían pasado toda la noche angustiados por mi culpa—. ¿Cuál es mi castigo?

Nunca digas nuncaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang