Capítulo 6

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Decidí enamorarme de la vida.
Es la única que no me va a dejar
sin antes hacerlo yo.
Pablo Neruda

Se despertó cerca del mediodía. Había vuelto a la habitación sobre las ocho de la mañana, entre pasear por el bosque e ir a buscar unos churros, de los cuales se comió la mitad y la otra la dejó en la encimera de la cocina, por si le apetecían a Alyn cuando se despertara. Teniendo en cuenta su estado cuando la vio con Ethan, supuso que unos churros le irían de maravilla.

Lo primero que hizo al levantarse fue recoger la montaña de piñas y piedras que se había llevado aquella madrugada. Estaba tan cansada que al llegar las dejó encima del escritorio, así que las colocó en sus tarros de vidrio pertinentes que tenía expuestos en una pequeña estantería encima de este. Era una afición suya, le gustaba personalizar piedras y piñas para luego poder usarlas como decoración. Lo hacía desde pequeña con su hermana y no había perdido la costumbre desde entonces. Una vez todo estuvo ordenado, salió de la habitación.

Al parecer su compañera todavía no había despertado, pues los churros seguían en el mismo sitio. Abrió sigilosamente la puerta de la otra habitación en la que, efectivamente, Alyn dormía como un tronco y decidió ir a darse una ducha para hacer tiempo, así también conseguiría despertarse del todo. Esta fue bien caliente, le encantaba el agua ardiendo aunque estuviera en pleno agosto. Siempre se evadía bajo el agua, de hecho su nombre le iba a la perfección. Kai significaba mar en Hawái, puesto que su madre era proveniente de ahí. Podía ser casualidad que le encantara el agua y el quedarse bajo esta durante largos minutos.

Cuando hubo terminado agarró la toalla, la cual había dejado tendida en la puerta de la ducha, y se envolvió con ella cuando oyó pasos por la habitación.

Alyn ya se había despertado.

Se puso unos pantalones de pijama y una camiseta de manga corta ancha. No tenía intención de salir en todo lo que quedaba de día, así que para qué arreglarse. Entonces fue a la cocina con mejor humor, el mismo que estaba a punto de esfumarse.

No esperaba encontrarse a Steve frente a la encimera comiéndose uno de los churros que había traído.

– ¡Eh! ¡Eso es para Alyn! – exclamó mientras le quitaba la bolsa de mala gana.

¿Qué cojones hacía allí? ¿Al parecer estaba condenada a verlo por todos lados, igual que a su novia?

– Vivir es compartir – murmuró él acabándose el churro.

Kai lo miró de reojo, pero sin querer darle importancia.

– ¿Dónde está Alyn?

– Terminando de salir de la cama. Ella me ha dejado pasar – puntualizó el chico para que no se escandalizara la otra.

– ¿Es qué no tienes universidad? – preguntó sarcástica mientras preparaba un café sin apenas mirarle.

– ¿Ni tu filtro? – respondió él con el mismo tono mientras se limpiaba las manos.

Ambos se miraban con resentimiento cuando entró Alyn con la mano en la cabeza como si acabara de atropellarla un camión. Kai se acercó a ella y le ofreció una silla para que se sentara.

– ¿Café? – propuso.

– Por favor – gruñó.

Le ofreció el café que se estaba preparando y la bolsa de churros.

– He ido a buscarlos esta madrugada mientras volvía, he supuesto que te gustan –. Alyn asintió con la cabeza y le dio las gracias.

– Me duele todo – murmuró sin ánimo.

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