Epílogo 2

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Ocho años después, 2007.

Love is old,
Love is new,
Love is all,
Love is you.
The Beatles

Un sueño placentero tenía envuelto a aquel chico de pelo castaño y unos ojos verdes escondidos tras los párpados. Hasta que unas caricias llamaron su atención un segundo antes de que toques cálidos recorrieran su rostro y cuello. Pequeños besos tiernos adornaba su piel en aquel despertar. No pudo evitar sonreír al saber exactamente de quién se trataba.

Se giró con lentitud hasta quedar boca arriba y dejó que aquellos mimos siguieran durante unos segundos más antes de abrir sus ojos perezosamente. Chocó con una mirada azulada y una sonrisa preciosa. Alzó la mano hasta colar un mechón tras la oreja de la chica y aprovechó para acariciar dulcemente su mejilla. Ella respondió ampliando su sonrisa.

– Buenos días, cumpleañero – susurró su esposa antes de acercar sus rostros y atrapar sus labios en un beso lento, pero profundo, que él respondió encantado.

– Buenos días, pequeña loca – correspondió, Newen.

– Feliz cumpleaños, cariño.

– Gracias – murmuró antes de volver a besarla, rodeando su cintura con los brazos para pegar ambos cuerpos todo lo posible.

Sintió el roce de la camisa ancha (claramente de él) que ella se había puesto de pijama, en su pecho aún desnudo tras el regalo anticipado que le ofreció la noche anterior. No dejó de besarla por lo que se antojaron minutos, siendo incapaz de separar sus labios de los de Alyn. Sin embargo, esta tuvo que apartarse, recibiendo un gruñido en protesta, y se irguió, quedando sentada a horcajadas sobre él.

La imagen que le ofreció le infló el pecho. Veía a la mujer que más amó, amaba y amaría en su vida y, detrás de ella, la pared de su habitación. Aquella que empezó blanca y que juntos fueron llenando de color. Rescatando la locura adolescente del castaño, comenzaron a recrear su habitación, pero con su historia. Iniciaron con un pequeño dibujo del día que se fueron a vivir juntos, pasando por el del compromiso, la boda... y más momentos de sus vidas.

– Sabes que me encantan tus sesiones de besos mañaneros –, admitió la chica –, pero tengo una sorpresa y para ello te tienes que levantar –. Newen bufó al tiempo que rodaba los ojos –. Va, no seas aguafiestas.

Aquella palabra fue suficiente para que el castaño reaccionara y diera la vuelta a la imagen. Ahora Alyn se encontraba abajo siendo atacada por las cosquillas de Newen, mientras este repetía que no era un aguafiestas. Un minuto después salió de la cama, dejándola ahí tendida, aún jadeante, y se vistió con el pijama que había quedado desperdigado por el suelo. Alyn se mordió el labio inferior mirando el espectáculo que tenía como marido.

– Como sigas haciendo eso, no salimos de la habitación en todo el día y te recuerdo que tenemos una comida – le advirtió, Newen, causando que la chica se riera antes de ponerse en pie y ofrecerle una bufanda para que se tapara los ojos.

Acostumbrado a las pequeñas locuras que cometía aquella chica, se dejó llevar por la casa. El suelo de madera acariciaba los pies descalzos de ambos mientras caminaban por el pasillo y subían hacia la buhardilla, aquella a la que terminaron traspasando su estudio. Un estudio conjunto para pintar. 

Una vez en el interior y tras un instante de confusión, sus ojos fueron destapados.

Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz – cantaban tres voces en español –. Te deseamos, papá, cumpleaños feliz.

– ¡Felicidades! – gritó Elara Tapessa corriendo hacia su padre, quién no dudó en cargarla en brazos.

– ¡Dades! – chilló, en un intento de imitar a su hermana, el pequeño Daren Tulok y se abrazó a la pierna del hombre. Este los cogió a ambos un segundo antes de que dejaran un tierno beso en sus mejillas.

Mentiras || DISPONIBLE EN AMAZONWhere stories live. Discover now