Capítulo 36

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Se puede juzgar el verdadero carácter de un humano
por la forma en la que trata a sus compañeros animales.
Paul McCartney

– Después de tanta mierda ya iba bien algo de fiesta.

Aquel fue el comentario de Alyn cuando se acercó a su mejor amigo. Steve no esperaba esas palabras saliendo por su boca, pero era cierto que esos últimos meses la habían cambiado, les habían cambiado a ambos, aunque no sabían aún si para bien o para mal.

Hacía diez días justos desde lo ocurrido con Kai y Ethan, parecía hecho apropósito que lo dos amigos la hubieran jodido a la vez. Steve procuraba no darle importancia al tema, pensar lo mínimo en ello, pero le resultaba muy difícil y confuso. En menos de cinco minutos se tergiversaron todos sus sentimientos, pasando de sentir admiración por alguien a completa apatía. En ocasiones, se sentía una mala persona replanteándose en si llamarla o no, pero volvía de nuevo el pensamiento frío que le aconsejaba no hacerlo. De nuevo, intentó borrar aquello de su cabeza y volvió a centrarse en lo que estaba ocurriendo en su apartamento. Era su cumpleaños, estaban los jugadores del equipo, incluyendo a Lorie, algunas animadoras, tres compañeros de clase y Alyn. Si por él fuese tan solo Alyn y Lorie estarían allí, pero ya prometió celebrar algo desde hacía un tiempo y no podía negarse ahora. Además, sabía que salir de la rutina le iría bien, y a su amiga también.

– La verdad es que me lo estoy pasando bien – dijo él mientras le daba un sorbo a su bebida.

La chica lo analizó fijamente. Conocía al rubio desde hacía demasiado tiempo como para saber cuándo hablaba en serio y cuándo no.

– Te lo has pasado mejor – puntualizó antes de volver de nuevo a la cocina a por más alcohol.

Steve no le devolvió el comentario, se le ocurrieron cientos de respuestas sarcásticas, pero no le apeteció dar ninguna. Al fin y al cabo, tenía razón.

El piso del rubio no era gran cosa, pero era lo suficientemente grande como para caber los veinte sin problema. Durante la fiesta jugaron a juegos de beber, como era de esperar. También comentaron momentos graciosos en los partidos y entrenamientos, hicieron un poco de karaoke, picotearon y, por último, sacaron un pastel de queso cocinado y adornado por el equipo. Por suerte, no juzgó el sabor por el aspecto. Era blanco por el queso, con un intento de escribir su nombre en chocolate verde, pero que más bien se leía Stevoei. Tenía decoraciones por los bordes que no supo identificar y que le dio miedo preguntar (podían haber pasado por símbolos satánicos). En lo alto de la tarta había dos velas rojas que formaban un veintiuno. Steve cerró los ojos y deseó no perder aquello. No perder nada más.

Una vez sopladas las velas, el grupo de animadoras sacaron un sobre con dos entradas para un partido de la NFL a su elección. Seguramente, cualquiera de ellas hubiera deseado ir con él usando el partido como excusa a una cita, pero estaba claro que invitaría a su mejor amigo. Alyn, que conocía demasiado bien al chico, optó por un libro de partituras que agradeció más que cualquier otro regalo. Le fascinaba aquel instrumento y ella era una de las pocas que sabía lo importante que era para él tocarlo cuando se sentía perdido. Lorie, aparte de su breve aportación en el intento de tarta, le regaló una camiseta personalizada en la que salía una fotografía de ambos en la primera fiesta de la universidad a la que asistieron. Era muy divertida, pero a la vez quiso estrangularlo por haberla sacado a la luz.

– Era esto o unas entradas para el acuario – comentó él.

– Déjalo. La camiseta es perfecta – respondió apurado por no tener que volver a negar aquella excursión.

Terminada la ronda de regalos, decidieron que una buena idea era jugar al ¿Quién es Quién?. Iban demasiado borrachos, sobre todo Steve y Lorie. Por suerte, Alyn fue la que mejor se conservó, o por desgracia, ya que tuvo que ver a su amigo imitando a Cher, cosa que le hizo mucha gracia. 

Mentiras || DISPONIBLE EN AMAZONWhere stories live. Discover now