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“Te mataré lentamente hasta que sientas el dolor que yo sentí cuando mi hijo se vio arruinado por culta tuya”

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1993

La plataforma 9 ¾ vibraba con la emoción del primer día de septiembre. El sonido de los carritos de equipaje sobre las vías, el murmullo de las conversaciones llenas de expectativa y el humo del expreso de Hogwarts daban vida a un ambiente casi mágico. Familias mágicas de todo el país se reunían para despedir a sus hijos, y entre ellas, estaba la familia Black Rousseau, una familia que, aunque unida por el amor, no podía evitar el peso de las preocupaciones.

Eva observaba a sus hijos con una mezcla de orgullo y preocupación. Rigel y Harry estaban a punto de comenzar su tercer año en Hogwarts, mientras que Luna, empezaba su segundo año. Rigel, con sus ojos grisáceos brillantes y su cabello oscuro, tenía la misma determinación que había copiado de Regulus. Harry, con su característica cicatriz en forma de rayo y sus gafas redondas, mantenía una expresión tranquila, aunque era evidente que estaba ansioso por reunirse con Hermione y Ron, al igual que Rigel con Dione y Theodore. Luna, siempre serena y etérea, estaba absorta en los brazos de Regulus, despidiéndose, como si el bullicio a su alrededor no importará.

Pero había algo en el aire, algo que Eva no podía ignorar. Desde la noticia de la reciente fuga de Sirius Black de Azkaban, los temores de Eva se habían multiplicado. Sirius había sido acusado de traicionar a sus amigos más cercanos y de cometer actos atroces, y hasta ese día, Eva seguía sin saber cómo aquello habia sucedido y quien habia delatado a los Potter, por lo que había sido encarcelado en la prisión más temida del mundo mágico. Ahora que estaba libre, Eva no podía evitar preocuparse por lo que eso significaría para su hijo.

—Cariño, ¿estás seguro de que estás listo para regresar a Hogwarts?—dijo tomando la mano de Rigel—Si quieres, puedes quedarte un tiempo más en casa, hasta que todo esto se calme.

Rigel apretó la mano de su madre con suavidad, mirando directamente a sus ojos. A sus trece años, ya había desarrollado una madurez más allá de su edad, en parte debido a los desafíos que había enfrentado.

—Mamá, no puedo huir de esto. Quiero volver a Hogwarts, estar con mis amigos y continuar. No puedo dejar que el miedo me controle. —aunque su voz era firme, Eva podía detectar una sombra de incertidumbre en ella.

Eva suspiró, dándose cuenta de que, a pesar de su juventud, Rigel entendía la gravedad de la situación. Pero como madre, su instinto protector era difícil de ignorar. ¿Qué harían si los otros estudiantes empezaban a burlarse de él? ¿Y si intentaban herirlo con comentarios sobre Sirius?

—Rigel, sabes que siempre estaré aquí para ti, ¿verdad? Al igual que Regulus. No importa lo que pase en Hogwarts, siempre tendrás un hogar seguro con nosotros. Sólo necesitas decirlo y nos iremos a casa.

𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄; Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora