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Estaba nevando

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Estaba nevando. De nuevo. Siempre le había gustado la nieve pero en ese momento la encontraba aburrida.

Echaba de menos Forks.

Echaba de menos la lluvia continua y el olor a tierra mojada.

Echaba de menos a su mejor amiga.

-Lamento que te sientas así.

La voz de Jasper sonó a su espalda. Obviamente el vampiro había captado el sentimiento de añoranza que emanaba de ella.

Se giró para observarlo. Si Bella era su mejor amiga, Jasper era, sin duda, su mejor amigo. Era más que eso, era su otra mitad. Platónicamente hablando. En su rostro, surcado de cicatrices, brillaba la culpabilidad. No había dejado de sentirse así desde la noche del fatal accidente, hacía ya tres meses.

-No es tu culpa, Jazz.

Yo debería haberlo visto, añadió mentalmente pero no quería iniciar una conversación que ya habían tenido decenas de veces.

-¿Llamará?

Alice asintió. Edward llamaría ese mismo día, sólo para indicar que seguía vivo. En cuanto se habían ido de Forks él había desaparecido, ahogado en su propia tristeza. Rose y Emmett habían decidido hacer un viaje ellos solos; la rubia seguía furiosa porque todo se hubiera ido al garete. Así que Jasper y Alice se quedaron, no queriendo dejar solos a Carlisle y Esme.

-Esme quiere que vayamos a cazar hoy, cree que podremos tener alguna buena captura a pesar del frío.

De forma automática Alice comenzó a bucear en las probabilidades de esa caza. Decenas de posibles futuros se abrieron ante sus ojos.

Hasta que uno de esos escenarios la asaltó de repente, dejándola sin aliento.

Una chica pelirroja estaba sentada sobre una encimera, observando cómo su madre cocinaba. Sus ojos claros miraban con perplejidad a la mujer ante la información que le había dado. Se mudarían, de nuevo. No era ajena a las mudanzas y tampoco le importaba demasiado pero el lugar que había escogido su madre era curioso, cuanto menos.

-¿Forks? ¿Por qué has elegido un pueblo que apenas sale en los mapas?

-Se han quedado sin uno de sus mejores médicos. Necesitan personal. Y a ti te gusta la naturaleza.

-Sí pero no tengo especial interés en ser devorada por un oso.

-No serás devorada por un oso. Además allí siempre llueve y donde hay lluvia...

-Donde hay lluvia no hay fuego.

-Exacto. Será un buen destino, cielo.

La pelirroja suspiró, admitiendo que la idea de su madre no era mala del todo.

-Está bien. Forks, allá vamos. ¿Crees que tendrán un tenedor gigante como monumento?


La risa de la madre seguía resonando en la cabeza de Alice cuando volvió en sí. Jasper estaba situado justo delante y en sus ojos dorados brillaba la inquietud.

-¿Qué has visto?

Alice parpadeó tres veces, intentando procesar su visión y el calor que se expandía por su gélido pecho.

-La he encontrado, Jazz. He encontrado a mi compañera. –anunció con la emoción tiñendo su voz. Llevaba años intentando que sus visiones le dijeran quién sería su compañero o compañera, dónde estaría. Con el paso del tiempo empezó a plantearse que quizás ni siquiera existía.

El rostro de Jasper se vio iluminado por una amplia sonrisa.

-¿Dónde está? ¿Dónde tenemos que ir? –iría a donde hiciera falta para por fin conocer a la pareja de su mejor amiga.

Ahí fue cuando el hermoso rostro de la vampiresa, más similar al de un duendecillo, se ensombreció.

-Está en Forks.

Maldita sea, maldijo Jasper internamente porque nunca lo haría delante de una dama.

El único sitio al que habían jurado no volver.

Compañera. | Alice Cullen.Where stories live. Discover now