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Adara apartó una rama que le obstaculizaba el paso y sonrió victoriosa al llegar a su destino

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Adara apartó una rama que le obstaculizaba el paso y sonrió victoriosa al llegar a su destino. Había encontrado un pequeño espacio, cerca del río pero lo suficiente profundo y rodeado de árboles para que nadie la encontrara.

Soltó la mochila a los pies de un árbol y se acercó al río. Cerró los ojos, dejando que el sonido del agua corriendo calmara su corazón. Pudo sentir el calor concentrándose en sus palmas abiertas pero no las abrió hasta tres respiraciones después. En ese momento dos llamas estaban danzando en sus manos.

-Muy bien, vamos a intentarlo...

Con mucho cuidado movió la mano izquierda para acercarla a la derecha. Dejó que ambas llamaradas se mezclaran para después mover la izquierda en un movimiento circular sobre la derecha, como si formara una bola de nieve pero de fuego.

Poco a poco retiró la mano para que la bola de fuego se sostuviera sólo en la derecha. Se tomó un par de minutos para admirar la belleza del elemento que ella misma había creado. Después, enfocó su vista en el río. Sería como lanzar una bola de beisbol. Fácil. Salvo que nunca lo había hecho.

-Yo puedo hacerlo. –se dijo a sí misma en voz alta. El trino de un pájaro en la rama de un árbol próximo pareció darle ánimos también.

Cogió aire lentamente y con una exhalación lanzó la bola hacia el río. El fuego emitió un siseo cuando chocó contra el agua, desintegrándose al instante con una leve humareda provocada por el vapor de agua.

Adara lanzó una carcajada de triunfo antes de que sus piernas le fallaran por el agotamiento y diera con su trasero en el suelo. Se dejó caer de espaldas, quedándose tumbada por completo sobre la hierba húmeda y miró hacia el cielo, parcialmente cubierto por nubes.

-Ha merecido la pena. –murmuró. Ahora que tenía una amiga, no quería hacerle daño de forma accidental y si se controlaba lo suficiente quizás incluso se lo podría contar. Bella sabría guardar el secreto, si no corría horrorizada, claro.

El crujido de una rama hizo que se levantara de golpe, girando su cuerpo para enfocar la vista en la espesa arboleda.

-¿Hola? –preguntó repentinamente asustada. ¿Y si alguien la había seguido? ¿Y si alguien había visto lo que había hecho?

El silencio fue la respuesta pero se sintió observada. El pájaro había dejado de trinar. Con rapidez cogió su mochila, olvidando el cansancio que se acumulaba en todo su cuerpo y salió corriendo.



La primera vez que Adara vio a Jacob Black fue en una salida al cine. Habían pasado dos días desde el evento del bosque y necesitaba algo que le despejara la mente así que estaba encantada con el plan. El chico era más joven que ella pero aún así tenía una buena cantidad de músculo que le habría hecho parecer más mayor si no fuera por la juvenil redondez que aún poseía su rostro.

Compañera. | Alice Cullen.Where stories live. Discover now