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Estaba tumbada sobre algo duro

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Estaba tumbada sobre algo duro. ¿El suelo, quizás? Probablemente aunque el tacto en su mejilla era más suave que el suelo. La rodeaba un ligero aroma que no identificó en un primer momento. Oh, espera, sí. Era vainilla.

-Está despertando. –la voz de Edward le llegó desde algún punto alejado de donde estaba pero no demasiado.

Abrió los ojos, parpadeando varias veces para aclarar su vista. Giró la cabeza para mirar hacia arriba y encontró la mirada preocupada de Alice. Tenía la cabeza apoyada en sus piernas y su abrigo la cubría. Por un momento se quedó hundida en esos ojos dorados antes de que todo volviera a ella.

Los Vulturis.

Aro.

Jane.

Todos iban a morir.

Se levantó de golpe, quedándose sentada en el banco de piedra en el que estaban y la tierra pareció inclinarse un poco.

-Despacio, tranquila. –murmuró Alice con suavidad mientras estiraba los brazos hacia ella, como si temiera que se levantase pero Adara se mantuvo sentada. –Has estado inconsciente un buen rato.

La pelirroja se tomó unos segundos para que el mundo dejara de girar y después dirigió la mirada hacia Bella. Su amiga estaba entre los brazos de Edward en un banco justo enfrente de ellas, tenía la piel tremendamente pálida y la observaba con preocupación.

Sin decir nada Bella se levantó con unas piernas tambaleantes y se lanzó hacia ella, abrazándola. Edward se levantó tras ella con los brazos ligeramente extendidos, como si temiera que se desvaneciese o que chocase contra el suelo. Adara pudo notar que temblaba, su cerebro asumió que era culpa del shock. Todos estaban en shock.

-Me has dado un susto de muerte. –la voz de Bella en su oído sonaba ligeramente rota y cansada.

-Lo siento. –su voz sonó ronca. Le dolía cada músculo del cuerpo, sus brazos se quejaron del esfuerzo que suponía rodear el tembloroso cuerpo de Bella para corresponder a su abrazo.

-Oh, ya ha despertado. –la dulce y profesional voz de la secretaria hizo que se separaran. Bella volvió a buscar el refugio de los brazos de Edward pero se mantuvieron de pie. –Justo a tiempo. Acaba de anochecer así que pueden marcharse.

En ese momento Adara se dio cuenta de que aún estaban en la sala de espera. Sin esperar ningún aviso más Alice tiró de ella hacia arriba, cogiéndola del codo para ayudarla a mantener el equilibrio. Edward ya conducía a Bella a través del corredor de piedra por el que habían entrado al principio.

-¡Disfruten del pueblo! –la voz de la secretaria se perdió cuando ellos aceleraron el paso. Adara a duras penas podía seguir el ritmo. Supo que a Bella le pasaba lo mismo cuando la vio tropezar con sus propios pies.

Ninguno dijo ni una palabra ni siquiera cuando salieron al exterior. Una brisa nocturna agitó su cabello. La pelirroja fue la primera en hablar cuando todos estaban sentados en el coche. Edward y Bella ocupaban los asientos traseros, así que ella era la copiloto y Alice conducía.

Compañera. | Alice Cullen.Where stories live. Discover now