Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
-¿Os conocéis?
La pregunta de Bella rompió el tenso silencio que se había instalado en la sala.
-Sí.
-No.
Ambas chicas habían respondido a la vez. Adara dirigió la mirada hacia Bella, ignorando la mirada herida de la vampira por su respuesta.
-No nos conocemos en absoluto. –contestó con las manos metidas en los bolsillos de su cazadora, apretadas en firmes puños.
Estaba enfadada. Y dolida. Y traicionada. Alice, la chica alegre y vital que había conocido por carta, era Alice Cullen. Le había mentido desde el principio porque dudaba que existiera ningún programa de intercambio de correspondencia con otro instituto. ¿Qué pretendía? ¿Reírse de una humana como Edward había hecho con Bella? ¿Pasar un breve tiempo de su dilatada existencia intentando encandilarla?
No conmigo, pensó con furia. No iba a negar que ya estaba encandilada por cada una de sus palabras pero el enfado era superior a ese sentimiento.
-Vamos a sentarnos. –ofreció Bella dubitativa, viendo el rostro contraído por todos esos sentimientos de su amiga.
-Antes de nada, ¿me puedes explicar cómo es que ambas estáis vivas? ¿Y cómo se te ocurre suicidarte? ¡Esa no es la respuesta, Bella! –dijo Alice indignada nada más sentarse en el sillón junto a la morena, enviando al fondo de su ser todos los sentimientos que le provocaba la cercanía de la pelirroja. Alegría, por verla sana y salva, tristeza, por saber que estaba enfadada, vergüenza por haberle mentido.
Adara se había sentado en el otro, lo más alejado que podía de ella.
-¡No quería suicidarme! Sólo era por diversión.
-Diversión. –repitió Alice parpadeando incrédula para intentar procesar esa información. -¡Jamás he conocido a nadie tan propenso a poner en riesgo su propia vida!
Bella agachó la mirada ante el regaño, clavando la vista en sus propias manos.
-Él...está...sabe...
-No. –la respuesta de Alice cortó el titubeo de Bella pero usó un tono mucho más suave para hablarle, sabiendo el daño que había causado la partida de toda la familia en su amiga. –Llama cada pocos meses pero no lo hemos visto desde que nos marchamos.
El silencio volvió a reinar en la sala y Adara aprovechó esa oportunidad porque se sentía confundida y no sólo por la aparición de Alice.
-¿Cómo sabes lo del precipicio?
La mirada de Alice se dirigió hacia ella y pudo sentir cómo su corazón se saltaba un par de latidos. Era realmente hermosa. Como una muñeca de porcelana con rostro de hada.
-Puedo ver el futuro. Posibles escenarios, nada fijo pero es bastante orientativo. Cuanto más clara tiene la persona la decisión más fácil veo las consecuencias. –respondió con toda sinceridad. Sabía que si quería arreglar las cosas con su compañera, la mentira no era el camino. –Aunque no vi tu poder. Ni tampoco cómo eráis salvadas. Además...-su bonito rostro se contrajo en una mueca de asco mientras arruga la nariz.-...¿por qué oléis a perro mojado?
