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-Jake puede llevarte a casa, le dejaré una nota a Charlie para que no se preocupe

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-Jake puede llevarte a casa, le dejaré una nota a Charlie para que no se preocupe.

-Wow, Bella...-intentó decir Adara. Habían subido a la habitación de su amiga, dejando a un muy desconcertado Jake en la cocina y en ese momento Bella era un manojo de energía nerviosa.

-¿Dónde habré metido mi pasaporte?

-Segundo cajón a la derecha. –contestó Alice, que estaba echando ropa rápidamente en la bolsa de viaje abierta sobre la cama. Adara apenas podía ver sus brazos moverse.

-Bells...-se interpuso entre su amiga y el décimo viaje del armario hasta su cama y la agarró por los hombros. -¡Bella! ¡Frena! ¡No puedes irte a Italia a ver a los Voltoris!

-Vulturis. –la corrigió la morena, apartando sus brazos con un manotazo nervioso. Nunca la había visto así. –No tengo opción. No voy a dejar que muera por sentirse culpable por algo que ni siquiera ha pasado.

A pesar del nerviosismo había una férrea determinación en sus ojos. Adara se rindió, se quitó de su camino a la vez que asentía.

-Bien, tendré que pasarme por casa para coger mi propio pasaporte.

Bella se paró en seco y abrió la boca varias veces con indignación antes de encontrar las palabras.

-¡De ninguna manera! –su mirada fue hacia Alice en busca de apoyo. -¡No puede venir con nosotras!

Pero la vampira con cara de duende había vuelto a perderse en sus propias visiones. Una mueca de descontento se formó en su rostro antes de volver a enfocar la vista. Ella tampoco quería que la pelirroja se pusiera en peligro pero...

-Si viene con nosotras tenemos una posibilidad del noventa y cinco por ciento de salir con vida. –anunció con pesar, como si fuera una terrible noticia. Para ella lo era y a juzgar por la cara de Bella, para ella también.

-¿Y si no viene? –preguntó la morena con cierta esperanza.

-Se reduce a un cuarenta.

La pelirroja sonrió victoriosa antes de dirigirse hacia la escalera con pasos rápidos. La pequeña mano de Alice la frenó al pasar por su lado, sujetando su brazo con delicadeza.

-Si quieres puedo ir yo a tu casa y coger lo necesario. –se encogió de hombros ante las cejas alzadas de Adara. –Soy más rápida.

-Está bien. Pero, ¿cómo sabrás dónde está...-Alice se dio dos golpecitos con los dedos en la frente.-Oh, cierto. Clarividencia. Está bien, ayudaré mientras a Bella a que no tenga un ataque de nervios.

-¡No tengo un ataque de nervios! –exclamó la aludida pero estaba peleando con su propia bolsa de viaje para meter más ropa así que sus palabras perdieron fuerza.

Alice le dedicó una pequeña sonrisa que hizo que su corazón se acelerara de manera involuntaria y después ya no estaba. Había desaparecido y lo único que lo indicaba era la ligera brisa que había movido su pelo. Adara suspiró, la velocidad vampírica era algo a lo que se tendría que acostumbrar.

Compañera. | Alice Cullen.Where stories live. Discover now