Perdiendo la Religión

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Desde el día que casi cambia mi vida por completo ha pasado dos semanas

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Desde el día que casi cambia mi vida por completo ha pasado dos semanas. La situación en el salón de clases es la misma: los perdedores somos perdedores, la gente inteligente, con dinero o de buena apariencia física se sienta adelante; y los del medio, es complicado darles una característica en común, son variados.

Me enteré por parte de una compañera que Margaret consiguió un nuevo novio, se trata de un chico dos cursos superiores que tiene dinero y le compra regalos y hasta la lleva a su casa. Es imposible que pueda competir con él.

—Dios es tan misericordioso y bueno, no duden en acudir a él si tienen problemas. Él es grande y poderoso, omnipotente; así fue escrito en la Biblia —dijo, Miss Ruathor.

En la mayoría de clases se la vive alabando a Dios o a Jesús, tal parece que debió ser monja de convento en lugar de profesora en una secundaria.

Al ver el cuaderno encontré incontables garabatos en la hoja, debo dejar de hacerlos que si no el boli se quedará sin tinta. Cuánto desearía estar en casa con la consola o buscando la llave del cuarto de mi hermana mayor, estar en clases apesta.

— Y ustedes, ¿tienen alguna duda del poder de Nuestro Señor?

La pregunta se oyó, tengo una para ella, si es capaz de responderla, le tendré admiración.

—Miss Ruathor, si Dios es tan grande y omnipotente, ¿por qué no fue capaz de traer de vuelta a mi hermana mayor?

No dejé el asiento ni para estar de pie. Quiero una respuesta y lo quiero rápido.

—Qué dices, repite tu pregunta, por favor.

Mordí los labios, pero si lo dije en voz alta, por qué quiere que lo repita. Me levanté y un montón de ojos se posaron sobre mí, qué porquería, no se los pedí.

—Miss, si Dios es tan grande y omnipotente como usted lo dice, ¿por qué no fue capaz de traer de vuelta a mi hermana mayor? Ella desapareció hace dos años, hice lo que estaba a mi alcance y nada, los esfuerzos fueron vanos —tuve que estar firme, no puedo quedarme sin lo que busco.

—Es que lo tuyo es un caso especial, hay prioridades y lo que pides es difícil. Me haces pensar que tal vez Dios sea incapaz de cubrir las demandas del mundo. No te preocupes, sigue intentando, ¿verdad chicos y chicas?

Un compañero comenzó a reír, luego otro y otro. Los detesto, por qué me siguen mirando tanto. Detesto que el abrigo que traigo puesto sea sin capucha.

No hablé con nadie el resto de clases ni fui a la cafetería por comida, estuve en paz, como me gusta.

La última clase terminó, tengo un montón de tarea por hacer, en especial matemáticas. En casa deseo comer un filete entero con tres patatas que seguro tendré que preparar por cuenta propio, sigo sin cocinar bien la carne de ternera.

Cuando creí que iba con tanta normalidad a la puerta principal de casa, choqué contra una pared o debería decir persona.

—Oye niñito, deberías fijarte por dónde caminas —reconocí una desagradable voz familiar y fui empujado por los brazos del hablante, la mochila resistió la caída por mí.

Juego de un MilnombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora