Niño de la Luna

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Era una húmeda y lluviosa tarde de primavera

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Era una húmeda y lluviosa tarde de primavera. No había mucho qué comer en la cocina. En el almuerzo mamá sirvió sopa de repollo a todos sin ninguna excepción.

Ha pasado una semana desde su pelea con papá, los dos estuvieron lejos uno del otro, no los vi besarse o dedicarse una mirada bonita. Anoche pelearon de vuelta porque papá quiso sacar dinero para gastarlo —según mamá— en bebidas y cosas tontas.

Desde que tengo uso de razón o un poco de memoria, ella nunca dejó que gaste el dinero en lo que considera gastos innecesarios.

—No Typheus, no puedes gastar nuestro dinero en tonterías —escuché sus gritos. Estaba bebiendo agua, dejé el vaso en medio terminar pensando que era momento de ir a mi cuarto. Así, sin terminar la sopa fría y aguada que quedó.

—Basta, Ierga. Quiero el dinero para comprarle dulces a nuestros niños, se merecen un pequeño gusto, son niños. Ellos quieren vivir una buena vida, ser felices y jugar.

Sé que no es lo correcto, pero tiene razón. En la primaria suele haber niños que se llevan gomitas, chocolates, galletas con chips de chocolate o de yerbas jeervalyanas. Cuando los veo comer sus golosinas durante los recreos y salones de clases, me aparto a un rincón fuera de su alcance y deseo tener, aunque sea una de sus gomitas pequeñas en mis manos.

La última vez que probé un dulce fue porque Ronald y Konstantinoz fueron a la ciudad, trayendo una caja de sodas en lata de nombre Doctor Pepper. Sabía tan bien que quería tomar otra. Hoy, los dos fueron en el camión de papá para traer provisiones. Quise ir con ellos, no me dejaron porque dicen que soy muy pequeño.

En la mañana escuché a mamá quejarse porque según ella, se gastó mucho en la celebración a Konstantinoz.

—Tú no me entiendes, quiero lo mejor para mi familia, pero lo impides —escuché sus lloros. Hermanita, que estaba sentada conmigo, se tapó los oídos con las manos. Su cuchara se quedó tiesa, unos pedazos de repollo flotaron en el caldo.

—Si tanto te molesto, ve y pídeme el divorcio que estoy dispuesto a dártelo. Te dije que lo mejor para nuestros pequeños es que se vayan con su primo.

—Tú quieres que se vayan con Denis porque eres un maldito irresponsable.

—Tú no me vas a decir cómo tengo que proceder —dijo papá enojado.

—Lil'bro —vámonos.

Mientras ellos discutían, caminamos de puntitas a las escaleras. Estuve atenta que no nos vieran.

—Denis, lamento decirte que no puedes quedarte con mis hermanos. Ellos no pueden separarse de mi mamá, ella tiene razón en que mi padre quiere dártelos porque tendría menos responsabilidades —le dijo Ellie.

—Puede que tengas razón —Denis, habló con melancolía.

Si nos dieran la oportunidad de escoger, estoy segura, no segurísima de los que dos escogeríamos ir con nuestro primo. Si tan solo nos dieran eso.

Juego de un MilnombresWhere stories live. Discover now