Ojo en el Cielo

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Ha llegado el día sábado, por fin soy libre de clases, profesores aburridos y de tareas, las hice ayer

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Ha llegado el día sábado, por fin soy libre de clases, profesores aburridos y de tareas, las hice ayer.

Mamá y papá convocaron a toda la familia a la sala de invitados, no es la mejor ni la más espaciosa, pero cumple con su función. Estoy sentado al lado de lil' sis', ella veía al chico que vino ayer a la casa, el que tuvo una charla con hermana mayor Ellie que, respecto a su llegada, fue recibida por un montón de besos y abrazos, inclusive de la cara de burro de Ronald, un evento que ocurre cada vez que, en el cielo, el Sol y la Luna se tapan entre sí.

El chico está en el medio, luego de sacar el polvo de su ropa, vio a mis padres justo a los ojos. No siento para nada que sea una mala persona, viniendo de mí, alguien que llega a desconfiar de los demás, es una buena noticia.

—Familia Skympass-Lyvart de Jeervalya —dijo con su acento tan gracioso, su jota sonó como si fuera alargada y extraña—. He venido a este hermoso país para conocerlos. Yo soy uno de ustedes —la pronunciación de su erre sonó todavía más graciosa. No me entra dudas de que este tipo es un extranjero, ¿pero por qué dice ser uno de nosotros? ¿Es acaso un impostor? ¿Estará fingiendo? Papá levantó una ceja con dirección a él, lo cual no es una buena señal. —No vengo a hacerles daño, como dije, soy uno de ustedes. Mi nombre es Denis Skympass, uno de los hijos de Elinor Skympass.

—Entonces, los rumores eran ciertos —dijo, Samara, la persona con mayor conocimiento de los chismes que hay entre la familia.

—No recuerdo que mi hermana tuviese hijos, tú no te pareces en nada a ella, cómo puedo saber si dices la verdad. Además, llevas primero su apellido, en lugar de el de tu padre —papá, él se puso a la defensiva, como toro en una plaza a punto de lanzar su ofensiva contra un torero.

El hombre, a pesar de la tunda que recibió, no bajó la mirada, su frente siguió en alto.

«Mis respetos», pensé. La única que podía salir de una situación así era mamá.

—Es porque tu hermana, mi madre, la señora Elinor, tuvo a sus hijos fuera de matrimonios. Tú que eres su hermano, deberías saber el trabajo tan especial que tiene —le dio un énfasis a la palabra especial. Papá hizo sus refunfuños. Samara se cambió de asiento.

—Sigo sin creerte, muchacho listo. No hagas que pierda mi tiempo, soy un hombre ocupado.

—Somos una familia con muchas ocupaciones, lo lamento si te molestamos —dijo mamá tan suave, supe que sus palabras guardaban segundas intenciones.

—Me esperaba una situación de este tipo.

Y de un bolsillo, sacó un pedazo de cuero arrugado con un cierre reluciente. Lo abrió. Tomó y lo que sea que haya sacado, no lo vi, pero lo entregó a papá que luego abrió los 0jos tan grande y puso una expresión digna de ser fotografiada.

—Anara —le dijo a mamá—. Este chico no está mintiendo, de verdad es uno de nosotros.

Logré ver un pedazo de plástico que fue movido en el aire, no, esperen, era una identificación como la que tengo, yo no la manejo porque dicen que no tengo suficiente edad.

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