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Enero 1994.

Estábamos a mediados de mes y, nosotras, ya teníamos asimilado el estar en el pasado. Nos adaptamos lo mejor posible, no teníamos más remedio hasta que termináramos de hacer lo que fuera que tuviéramos que hacer aquí.
- ¿Te imaginas que Michael te pida casarte con él? La señora Jackson, Susana Jackson. Así si me pensaría quedarme en este tiempo, Susie- dijo Diana una tarde en la que estábamos en la habitación tiradas en la cama.
- Déjate de tonterías, Diana. Yo no me puedo casar con Michael. Además él, supuestamente tiene que estar ahora con Lisa Marie. ¡Ostras! ¿Donde está en esta historia esa mujer?- dije mirando a mi amiga.
- No tengo ni idea, Susana. Quizás no están juntos en esta historia, yo que sé. No te preocupes por eso, si tu misión es estar con él, que cada día me queda más claro de eso, quizás a ella se le añada más tarde o yo que sé...
- Pero, Diana...
- Susana, ¿Tú has visto como te mira él cada vez que estais cerca?- me cortó mi mejor amiga.
- Tonterías.
- Tonterías, no. ¿Cuántas veces ha llamado tío Frank a casa para que vayamos a Neverland desde el día de Navidad? En unos veinte días, hemos ido alli como diez veces... Susie, esté con quien esté Michael o lo que sea para todo el mundo en el futuro, tú tienes la oportunidad de enamorarte de él ahora. Tía, una no tiene la fortuna de Michael Jackson se enamore de ella todos los días. Si yo fuera tú, aprovechaba.
- Si, tienes razón, en estos días nos hemos hecho  bastante amigas de él. Pero, ¿cómo voy a soportar separarme de él y volver a nuestro tiempo sabiendo que él... Él...?
Respiré hondo, ni quería pensar en aquel día en el que el mundo se me paró cuando oí el anuncio de su muerte.
- Susana- mi amiga se sentó a mi lado y tomándome de las manos dijo:-, no te preocupes, tienes el poder en tus manos de hacerlo feliz. No se cómo, pero sé que lo harás. Él se lo merece, viene de pasar mucho y sabemos todo lo que tiene que pasar aún. Dale un respiro en su vida.
- Pero, ¿Por qué yo?- notaba las lágrimas que luchaban por salir.
- Porque eres la persona más buena y sencilla del mundo. Y te aseguro que ese pedazo de hombre y de artista, lo tienes a tus pies sin hacer nada. Sólo hay que ver como te mira. Si pudiera, me cambiaba por tí, amiga, pero no es así. Tú has sido la elegida. Así que solo disfruta.
Suspiré, pero no aguanté más y rompí a llorar. Mi amiga me abrazó fuertemente.
Si tenía que hacer esto, sería por alguna razón, así que lo tendría que hacer lo mejor posible e intentar que, cuando llegara el momento de regresar a mi tiempo, ninguno de los dos lo pasara mal, pero algo en mí me decía que no sería así.

Los días pasaron y, una tarde de finales de enero, mientras leía en el salón, oí como llamaban al teléfono. Papá recibió la llamada.
-¿Diga? ¿Susanne? Si, aquí está. Ahora te la paso, Mike.
Levanté la mirada hacia mi padre, sorprendida. ¿Estaba llamando a casa el propio Michael Jackson? Me quedé sorprendida y papá hizo un gesto para que me pusiera al teléfono.
-¿Diga?- susurré al teléfono sintiendo como se me encogía el estómago cuando oí su voz responderme.
- ¡Hola, Susie! Querría saber si quisieras ver una película conmigo. Aquí en mi casa, como sabes, tengo cine. Podemos hacer palomitas y ver una. ¿Qué te parece?
"Respira, Susana. Sólo te está proponiendo ver una película".
En ese momento, mi amiga Diana llegó como un rayo. Venia de dar un paseo con unos compañeros de la universidad. Sabía que iba a decirme algo, pero al verme con la cara de sorpresa y pegada al teléfono, calló.
- Yo... Yo... - las palabras no me salían.
- Quizás no debería verte dicho nada. Ha estado mal por mi parte, perdona, Susie- lo noté apenado.
- No, no. Si, claro que acepto. Me encantaría, Michael.
Diana, quién se había sentado en el brazo del sofá, a mi lado, me miró con los ojos abiertos y la boca abierta en señal de sorpresa.
- ¡Me alegra oír eso!, ¿Qué te parece mañana que es sábado? Paso por ti después del almuerzo.
- Estupendo. Te espero entonces.
- Perfecto. Hasta mañana, Susie.
- Hasta mañana, Michael- me despedí y colgué el teléfono con una sonrisa.
- Por favor, no me digas que tienes una cita con Michael Jackson, por favor.- dijo juntando las manos.
- Tengo una cita con él - dije y comencé a reírme. - Que surrealista es todo, madre mía.
Me pasé las manos por la cara.
-¿Qué quería Mike, hija? - preguntó papá entrando en el salón.
- Que vaya con él a ver una película en su rancho.- respondí.
- Y supongo que le habrás dicho que si, ¿Cierto? Cómo le hayas dicho que no, ya puedes devolverle la llamada y decirle que si.
Lo miré arqueando las cejas. ¿Desde cuándo un padre acepta que su hija de veintiún años salga con un hombre de treinta y cinco años? Vale, Michael no los aparenta, pero me ha sorprendido su reacción.
- Si, papá, he aceptado.
- Eso, hija. No creas nada malo que digan de él. Los medios son muy mentirosos y el dinero hace que la gente lo desee más. Michael, a veces, lo tratan como marioneta. He trabajado muchas veces con él y es la persona más amable y confiada de este mundo.
- ¿Has trabajado con él, papá?- preguntó Diana.
- Si, hace muchos años. Fui yo quien le sugirió a vuestro tío.
Mi amiga y yo nos miramos. Cada día nos sorprendían más.
Después de hablar algo más con nuestro padre en este tiempo, mamá nos llamó para cenar y le comentamos la llamada de Michael.
- Yo también tengo algo que deciros.- dijo Diana.
- ¿Ha pasado algo?- preguntó mamá.
- Yo también he quedado para mañana con un chico. No tengo la suerte de mi hermana- me guiña un ojo-, pero es un chico que trabaja en la cafetería del campus. Se llama Peter y es un excelente muchacho.
-¡Ains, mi niña! Que me alegro. Después de tantas cosas feas, ya es hora que mis hijas estén contentas.- dijo mamá tomando la mano de mi amiga que estaba sentada a su lado.
No sabíamos a que se refería pero ambas sonreímos. Aquel matrimonio creían que éramos sus hijas y nosotras nos sentíamos como tal. Eran unas personas demasiado buenas.

Cuando me quise dar cuenta, la hora en la que Michael vino a recogerme llegó. Oí el claxon de un coche en la puerta de casa, y no dudé que fuera él.
Me despedí de todos y salí. Me acerqué al coche y me quedé paralizada al ver un hombre con pelo castaño, grandes gafas de sol y barba también larga.
Me asusté, pero en cuanto se quitó las gafas y reconocí esos ojos, me quede más tranquila.
- Soy yo. Es mi disfraz para que no me reconozcan- dijo mientras me montaba en el coche.
- Me habías asustado, Michael- dije riendo nerviosa.
- Tranquila, no te pasará nada a mi lado- dijo y arrancó el coche.
¿Cómo podría describir esa sensación que al estar a su lado, me sentía la mujer más segura del mundo? Y es que Michael me hacía sentir así.
Jamás he sentido esa sensación y creo, que no la volvería a sentir de la misma manera que ahora.


Holaa!!! ¿Qué os va pareciendo la historia?? Ains, me alegraría mucho leeros por comentarios!!! 😘

Remember the time (Completa)Where stories live. Discover now