Mis Heridas

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Han pasado unos años ya, no tengo como contar el tiempo, la única persona que lo hace por mi es Yoona y solo por eso se que este mes cumplo 14 años.

Pude dominar el arte marcial por completo después de dos años, tarde más de un año en mi meditación, fue arduo pero cuando lo domine por completo me di cuenta que no podía conseguir maná, en cambio pude aprender a dominar el aura, así fue como comencé mi entrenamiento físico.

Estar en el bosque me ayudó muchísimo, con la vegetación y el poco ruido fue mucho más fácil conseguir una concentración total de aura, mi cuerpo se fortaleció y si perdía la espada podía luchar con mis puños sin ningún problema.

Así es como comencé a adentrarme cada vez más en el bosque, lo malo es que en la última pelea que tuve casi perdi mi vida, termine gravemente herida, apenas pude llegar a la cabaña, caí en la cama y dormí por días, lo supe porque apareció Yoona como siempre y estaba al menos a mitad de semana recién cuando fui a ese bosque.

Ella me curó, me alimentó y me regañó por ir a ese bosque, lo que más me dolió fue verla llorar una semana después al darnos cuenta de que lo más probable es que perdería la vista de uno de mis ojos.

Al principio parecía que podía ver más o menos, pero luego de unos días comencé a perder la mayor parte de mi visión, ella me dijo que le pediría a mi hermano traer un sanador pero le dije que lo más probable es que se negaría así que sería bueno que no lo intentara.

Una semana después solo trajo unos ungüentos que dijo había comprado en el mercado, cuando me quito la venda de mi ojo pude darme cuenta por su expresión que no había nada más que hacer, también lo sabía porque no podía ver absolutamente nada, solo parecía que había una sombra en frente de mi y sabía que esa era la silueta de Yoona.

Y así fue como quedó mi vista, Yoona me curaba cada semana que venía, celebramos mi cumpleaños, ella me regaló un lindo parche para mi ojo, decía que me vería mucho mejor con el, que sería como en los historias y me vería mucho más ruda.

Después de mi recuperación seguí adentrandome en el bosque, parecía que cada vez que iba más adentro los monstruos eran más fuertes, su entorno cambiaba y tenían esa sed de sangre, pero eso no me importaba porque de esa forma podía volverme más fuerte.

Tomé un poco de comida y un poco de agua en una cantimplora como lo hacía antes de salir, la metí a un morral y salí al bosque nuevamente, había tomado un par de días para entrenarme, ahora solo podía utilizar uno de mis ojos así que mi punto ciego iba a ser una debilidad.

Iba a ser mi primera lucha de esta forma, debía acostumbrarme a ello y solo lo haría luchando, el entrenamiento por mi misma no era suficiente.

Había agudizado mi sentido del oído, debía hacerlo para poder estar alerta en el caso de un ataque sorpresa.

Camine lentamente por el lugar, ya había pasado por ahí claro y aún habían muchas criaturas, pero muchos de ellos no me atacaban porque yo ya había ganado contra muchos de ellos y sabían que era la dominante del territorio.

Después de varios minutos comencé a correr, no tenía porque ir lento si al final podía con aquellos que estaban por ese entorno, seguí hasta que conseguí llegar la límite de aquel territorio que tenía en dominio.

Ahora comencé a ir con cautela, estaba en terrenos no explorados, era una amenaza en ese lugar así que el que fuera dueño de ese territorio se presentaría ante mi en cualquier momento.

Me detuve al sentir algo, parecía estar rodeada así que tomé un respiro profundo y fortaleci mi cuerpo con aura, pude sentir el cambio muscular y físico.

Seguí caminando y saque mi espada, estaba lista para la batalla, me quité el parche y pude ver una sombra por mi lado izquierdo, mi ojo dañado apenas podía con la rapidez de la criatura.

De repente sentí a mi espalda algo y solo me giré para balancear mi espada, corte su carne y lo vi caer, cuando le puse atención era un perro de tres cabezas, aún estaba vivo, estaba en problemas si habían más de ellos.

No era difícil cortar algo así, aunque parecían ser más duros que los lobos que me dejaron mi ojo de esta forma, pero el problema era si habían más y por los ruidos que podía sentir al parecer lo eran.

Si no podía contra ellos entonces moriría, estaba casi al límite del territorio de los Kim.

No tardó mucho en atacarme otro y detrás vino uno más, con mi ojo así era mucho más difícil para mí, mi izquierda se había debilitado y por ende mi postura y cuerpo se habían desbalanceado, pero no iba a darme por vencida, no después de mis avances.

La lucha comenzó y luego de haber matado a varios estaba cansandome, no era difícil luchar, lo difícil era cortarlos porque tenían una piel dura y el peso en la espada me hacía ser más lenta, aparte era algo que no terminaba, parecía que me estaban enterrando en sus cadáveres.

Tuve que decidir moverme cada que dejaba varios cadáveres atrás, aunque esto me estaba ayudando bastante a mis reflejos, a que mi vista se acostumbrará a reaccionar con los ataques.

No sabía cuanto tiempo había pasado, pero sabía que mi cuerpo no iba a poder soportarlo mucho más, no podía entender como era posible que aparecieran tantos perros de tres cabezas, jamás los había visto cerca y ahora habían cientos de ellos.

Seguí luchando, cortando sin descanso hasta que comenzó a hacerse de noche, comencé a perder la fuerza y ellos comenzaron a aprovechar de herirme, la sangre recorría mis brazos, piernas y espalda, sentía que perdería la vida y si lo hacía quería pensar que sería haciendo algo que me gustaba.

Esto se había vuelto parte de mi vida, no podía hacer nada más que luchar para poder seguir adelante, así que eso hice hasta que uno de ellos me dio con sus garras en mi pecho, fue una herida profunda y parecía que sangraba de todas partes, podía moverme pero el problema era que la pérdida de sangre estaba mareandome y el cansancio me la estaba ganando.

No podía hacer más que luchar, pensé en Yoona y en lo difícil que sería para ella si no me encontraba la próxima semana, siempre que salía le dejaba una nota por si no llegaba a volver.

Segui luchando bajo luz de la luna, cada vez me movía más al norte, lo único que sabía era que me desangraba y que en algún momento iba a ceder.

Había salido con el sol en su cúspide y ahora la luna era mi amiga, solo con ella podía alumbrar un poco del territorio, los árboles de este bosque son tan altos que hay algunas partes que no llega ni un tipo de luz.

Pero yo intentaba moverme a esos puntos donde la luna me acompañaba, me desangraba y lo sabía, pero de alguna forma no quería detenerme, quería vivir, pero ya no sabía cuánto valoraba mi vida.

Amor, Honor y Espadas Where stories live. Discover now