Una historia de amor que jamás dejará de ser escrita

CAPITULO 31

CAPITULO XXXI

-Respira, respira -me repito varias veces mentalmente mientras intento no llorar. No puedo juzgar a Dean, sé que se siente usado y desgraciado; no quería jugar con sus sentimientos, y tampoco involucrar los de Wesley.

Abro la nevera y me siento en uno de los bancos de la gran isla de la cocina.

Tengo que acabar cuanto antes el compromiso con Wesley y hablar con Dean sobre qué queremos realmente. Eso es lo único que se permite pensar mi mente.

¿Realmente qué es lo que quiero?

Mi mente está hecha mierda sin saber para donde escapar y que nadie le moleste más. Está cansada de sufrir por amor incluyendo mi corazón, que está peor que una uva pasa. Puede que ame a ese hombre más que a nada, pero también debo pensar que me estoy haciendo daño sin querer.

¿Sin querer queriendo?, por favor, puedo acabar con ello, pero no sé cómo y cuándo... soy una débil y poco arriesgada.

Cuando llegué a París, prometí comenzar una nueva vida y una nueva yo, en donde no estuviese por ningún lado la palabra "relación" o "amor". Sinceramente la palabra amor me desconcierta...

- ¿Qué pretendes?, ¿pasar una noche conmigo y volver con tu prometido al día siguiente? - ¿acaso me ha llamado puta? Comenta Dean saliendo de no sé cual lado.

Su cara expresa desagrado, tristeza y una mezcla de sentimientos melancólicos. Sus ojos destellan anhelo.

-Tú también eres el culpable de lo que está pasando. ¡No eres ningún santo y mucho menos tienes el derecho de decirme que me acuesto contigo y vuelvo normalmente a casa!... ¡hiciste lo mismo anoche! -No le miro, si lo hago puedo convertirme en un mar de lágrimas, la ira y odio transitan por mis venas.

Increíble que juzgue sin mirarse a un espejo.

Sin camiseta.

Sin pantalones.

Detallando su musculoso torso.

No sería mala idea... ¡Por Dios!, ¡contrólate mujer, muestra carácter!

-Al menos yo sí sé tomar decisiones, sobre todo cuando quiero algo, acabo con todo lo que me lo impida -sé que habla entre dientes. No quiero discutir con él en estos momentos.

-Como lo nuestro -se me escapa en un susurro y ya no hay vuelta atrás.

No dice nada durante unos segundos.

-Toma- pone sobre la mesa el anillo que me dio Wesley- Espero que con la decisión que tomaste seas feliz -No de nuevo por favor, no de nuevo.

Le miro cuidadosamente y lo encuentro en cuclillas en el piso. Tapa su cara con sus manos. Parece un niño indefenso.

¿Cuándo será correcto acabar con todo esto?, ¿será que nuestro destino es estar juntos?

-Gracias, no te imaginas lo feliz que seré -trago en seco y salgo de la cocina. Prefiero acostarme en una cama de clavos a pasar por esta situación con Dean; fue un error haber vuelto antes de tiempo para la boda, ¿pero si no lo hacía, como voy a saber manejar y ponerle fin a todo lo que está pasando?

No quiero discutir con él -lo he dicho ya como por... perdí la cuenta vez- y menos de la forma en la que lo hace, intenta ofenderme con varios aspectos, frases y sarcasmos desde que Wesley llegó a la casa y nuestro romance juvenil o de chicos de preparatoria tuvo un final inesperado... se podría decir, ¿no?

Desde el día de lo sucedido entre Dean y yo, nos hemos vuelto indiferentes uno del otro, solamente nos dirigimos la palabra cuando es necesario.

"Dos personas intentando olvidar y superar un pasado en común"