Águila, Nopal y Serpiente

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México estaba pasando una linda mañana paseando por un pequeño parque que había en ciudad de México, escuchando a las personas hablando y niños corriendo disfrutando por una vez de la tranquilidad que hacia ya años que no conocía. México caminaba por el parque mirando los grandes arboles, recordando cuando fue un imperio el imperio Mexica aunque todo empezó como una simple alianza junto a Texcoco y Tlacopan, él a base de poderío militar pudor llevar la batuta y convirtió a sus aliados prácticamente en su súbditos. 

Recordaba su ciudad sementada sobre un lago para que hace estuviese protegida, recordaba las balsas de los agricultores flotando alrededor, los mercados donde el cacao y las plumas eran la moneda por excelencia aún cuando España llegó el cacao seguía siendo la moneda de cambio, aunque claro también diversas especias llegadas de tierras aún más lejanas que el español.

Aún recuerda cuando llegó a sus tierras, revoloteando sobre sus pueblos tributarios como un niño, la cosa se empezó a torcer cuando esa curiosidad se volvió en alianzas con sus enemigos y estos empezaron a fastidiar de lo lindo. Casi recuerda con burla como en un principio casi todo su pueblo se asustó cuando escucharon de un hombre rubio y blanco que llegaba del este, al igual que la promesa que Quetzalcóatl. Pero luego gracias a sus espías descubrieron que esas deidades eran falsas, morían, cagaban y follaban. No eran más que simples humanos. Al final mediante obsequio el español acabo por ir a su ciudad.

"¿Cómo ese capullo interpreto que quería conocerlo?" pensó divertido, antes le enfadaba pero después descubrió que el español era increíblemente despistado. Nunca olvidaría cuando tras la noche fue  a buscarlo en busca de venganza. Lo había encontrado solo caminando y haciendo guardia. Él tenía su flecha lista solo necesitaba soltarla para que volara y cuando lo hizo el español se agacho al suelo porque vio algo que brillaba esquivando la flecha que se estrello en un árbol. Cuando e español se levanto y vio que era lo que brillaba descubrió que era una simple piedra, disgustado la volvió a tirar y sin darse cuenta de la flecha en el árbol siguió su camino. 

México río ante el recuerdo y como se enfado tanto con el español que queriendo ir a atacarlo acabo por tropezar con unas raíces y caer de bruces al suelo cuando levanto la vista lo vio hay parado mirándolo preocupado y preguntando si estaba bien mientras él pensaba que por favor lo matara de una vez o morirá de la vergüenza.

El español era raro a sus ojos, mientras sus humanos estaban impresionados por la arquitectura él caminaba tranquilo, apenas y decía nada no se horrorizo por los sacrificios o no le importo bañarse con él. Lo único que le parecía fascinante eras las plantas y animales pues él decía no haber visto nada así antes. Pero al final tuvo tiempo de conocerlo, hablo con él y de su vida y él le dijo que eran casi iguales, pues tenia un origen casi similar al suyo. Su pueblo de origen, los iberos también tenían rituales parecidos y diversos dioses, también convivían en comunidades y trabajan el oro para hacer joyas llegando a tener diversas montañas de oro, pero que con la aparición de Roma mucho de ese oro iba para él. Ahora sus humanos habían cambiado, sus dioses habían desaparecidos a tal punto de que poco se acordaba ya de ellos, las leyes y las casas todo había cambiado incluso su idioma era otro una vulgar mezcla entre latín e ibero, pero que al final se había modificado tanto que ya no era el idioma que antes hablaba. Incluso su espada también era otra.

Ambos hablaron sobre los dioses, sobre los humanos, las guerras y las casas.  Encontrado similitudes y diferencias, recordaba como se pasaban las noches hablando sobre el templo hablando de las estrellas y contando las historias de estas, hablaban y hablaban hasta que el sol tapaba el manto estelar para que fuesen a dormir un poco. Es por ello que la noche triste fue un duro golpe para él. Desde que lo vio no pudo dejar de mirarlo, era tan extraño, era algo que no había visto un hombre blanco de pelo rojo y ojos verdes grisáceos que brillaba con el sol cada vez que iluminaba la coraza que lo cubría. Él nunca creyó que el español era un dios algo parecido, pero si que pudo ser un regalo de estos. Después de todo su nombre significaba ombligo de la luna o centro de la luna y él era tan blanco como ella.  México no podía negar que se sentía atraído hacia él, no podía negar que sus baños se hicieron más interesantes y largos solo para poder verlo desnudo, aún reía cuando recordaba cuando lo convenció para que le bañara él, como si fuese algo normal entre amigos y aliados. Pero la verdad era que él quería sentir sus manos, él quería tocar su cuerpo. Aunque España le dijo que era alfa, al Mexicano poco y nada le importo, quería tomarlo, él siempre tomaba aquello que deseaba y el europeo no iba  a ser una excepción. Quería ser él quien lo conquistara, pero al final acabo llorando una noche entera tras el ataque de los españoles y sus aliados a su gente durante una fiesta. México se lleno de odio hacia el español, pero este le acabo suplicando de rodillas que él no tuvo nada que ver.

Jodidos AlfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora