Manguera

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España caminaba muy molesto por el aeropuerto en busca de una salida, primero Italia y luego Alemania.

"Con lo a gustito que estaba en la cama de Rusia empezando otra ronda para quitarme lo amargado y vienen estos dos"

Pensó molesto buscando el coche de Alberto para irse a su casa y llamar a OMS para una revisión. España paro en seco y soplando pesadamente se pellizco el puente de la nariz.

"¿Pero que me pasa? ¿Por qué he pensado tan mal de Italia? ¿Por qué estoy molesto con él? Italia no ha hecho nada malo, ha hecho algo muy estúpido si eso, pero lo normal en él... no entiendo"

España estaba de pie intentando averiguar que le pasaba cuando Alberto se acerco a él.

Alberto: Señor, ¿podemos irnos?- pregunto educadamente .

España lo miro y suspiro no quería volver a entrar en el coche del italiano, olía a él por todos lados y sentía como acabaría vomitando.

Alemania: No se preocupe- Dijo apareciendo detrás de España, asustándolo- Yo lo llevare. El señor España y yo tenemos asuntos urgentes que hablar.- dijo de manera seria y recta. No daba vía al rechazo.

Alberto: Pe...pero señor... yo...- Alberto se mostraba nerviosos ante la imponente figura del alemán, se sentía pequeño ante los profundos ojos grises que parecían arrancarle el alma.

España vio al pobre humano temblando en su sitio, en verdad Alemania podía llegar a ser muy intimidante usando solo su presencia. El ibérico suspiro suavemente.

España: El señor Alemania tiene razón, Alberto- dijo suavemente con una leve sonrisa para tranquilizar  al pobre hombre- Tengo asuntos que resolver, Alemania me llevara a casa. Tomate el día de descanso.

Alberto miro con desconfianza al español.

Alberto: ¿Seguro señor España? No me supone un problema....

Alemania: ¿Temes acaso que viole a España en el coche o que?-interrumpió  con la voz más fuerte y con el ceño fruncido al hombre. - ¿Temes que el loco alemán le arranque la yugular a España?- dijo abriendo levemente su boca mostrando sus filosos dientes.

Alberto se puso a temblar en el sitio mirando fijamente a los ojos del alemán que parecía que lo tenía atrapado.

Alberto: No.. no... se...se...señor....- dijo casi en susurro y con voz aguda.

Alemania: ¿Entonces por qué sigues aquí?- dijo molesto dando un paso al frente. Alberto parecía encogerse hasta ser un pequeño duende  frente al alemán- España te ha dado una orden, y yo odio tener que escuchar lo mismo dos veces, sobre todo si es algo tan simple como largarse.

Alemania no gritaba solo se acercaba con pasos firmes y fuertes, su barbilla estaba levantada pero sus ojos estaban fijados en el humano que parecía que iba a romper a llorar, sus manos estaba en su espalda y había sacado levemente el pecho.

Alberto: Lo...lo...sien....siento...- dijo en un susurro

España suspiro pesadamente y se acerco al pobre hombre.

Alberto- Llamo con voz tranquila y suave- Gracias, pero voy a ir con Alemania. No te preocupes le diré a Italia que fuiste tú quien me llevo a casa- dijo con una suave sonrisa.

Alberto iba a decir algo más pero un leve gruñido molesto  del alemán lo hizo soltar un gemido asustado y decidió callarse.

Alberto: En...entiendo... Señor... España....- dijo temblando- Me...me...me retiro... pues.

Alberto dedico una suave sonrisa al español y salió de hay a paso ligero.

España: ¿Era necesario eso?- pregunto molesto mirando al alemán de reojo 

Jodidos AlfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora