23

41 9 3
                                    

—Grusha, ¿Seguro que ha sido buena idea que yo te acompañen al viaje?—preguntó t/n mirando como el paisaje iba pasando. Los bosques se veían pequeños, las casas diminutas, las personas microscópicas.

—¿Por qué preguntas t/n? ¡Yo estoy muy emocionado!—Grusha se había recogido el pelo en una coleta baja.

—No se... ¿Y si no estoy lista para un viaje así? Tan lejos de casa... Sin mis padres...—ella jugaba con sus pulgares.

—Oh cosita mía no digas eso—cuando el pelo azul dijo eso las mejillas de su novia se colorearon—, ya has estado sin tus padres en la academia y ya has salido conmigo antes a citas. Solo piensa que...

—Ya... Que es una cita pero más larga...

—¡Exactamente! Ahora relaja esos nervios y disfruta del viaje.

—Solo tengo otro problema más—ella tragó saliva.

—¿Cuál?

—¿Y si se cae el taxi?

Grusha rodeó con su brazo a la chica y la atrajo contra él para que se relajase.

—No te preocupes, el taxista es un profesional, si se le hubiese caído algún taxi no nos estaría llevando él.

T/n colocó su cabeza en el pecho de su novio y al escuchar los latidos de su corazón comenzó a tranquilizarse.

—Ya... Tienes razón. Gracias Grusha...

El chico depositó un suave beso en la cabeza de ella.

Así pasaron el largo viaje, hablando o en silencio disfrutando la compañía del otro y cada vez que t/n se ponía nerviosa su novio trataba de tranquilizarla.
Hasta que bastante rato después el taxista comenzó a descender.

—Casi hemos llegado—anunció el hombre.

—¿Ves t/n? Al taxista no se le ha caído el taxi desde el cielo—sonrió el de cabello largo estirando los brazos.

—No te emociones, siempre hay una primera vez para todo.

—Tranquila jovencita, no se me caerá el vehículo—comentó el taxista entre risas.

Cuándo finalmente tocaron el suelo abrieron las puertas y a t/n se le hundieron los pies en la nieve. Se estremeció por el frío y miró al pueblo por primera vez.
Grusha por su parte ya estaba acostumbrado a esas bajas temperaturas y no parecía importarle en absoluto que estuvieran a grados negativos. Todo lo que hizo fue estirarse y sacar las maletas del taxi.

—Muchas gracias señor por traernos hasta aquí—le agradeció el chico.

El hombre poco después de asegurarse que habían bajado todas las maletas alzó el vuelo con el vehículo y se fue.

—¿No hace mucho frío aquí? Apenas es otoño pero parece el peor invierno que haya vivido nunca...—se quejó la chica.

—Oh en invierno hace más frío todavía y las ventiscas son frecuentes.

T/n tomó sus maletas y dejó que su novio la guiase hasta el pequeño hotel en el que se hospedarían.

Al entrar al edificio se podía notar claramente que tenían la calefacción encendida pues se estaba a una temperatura bastante agradable, ni mucho calor ni mucho frío.

Grusha se acercó al mostrador y la chica hizo lo mismo.

—Hola, tenía reservada una habitación. Soy uno de los que participarán en la competición se snowboard.

La recepcionista lo miró mal y siguió masticando un chicle y tecleando en el ordenador.

—¿Nombre?—le preguntó seca la mujer.

T/n observaba en silencio.

—Grusha.

—Oh el jovencito Grusha y su novia ¿Cierto?

—Si, un placer.

—Lázaro me habló de tí, dijo que vendrías con ella—la expresión de la recepcionista cambió completamente de una aburrida y desganada a una animada. Sacó de debajo de la mesa una llave y se la entregó al chico—, vuestra habitación está en la segunda planta al fondo, el número está en el llavero. Si por alguna cosa no la encontráis o queréis algo avisadme a mi o a cualquiera de el resto del personal.

—Muchas gracias señorita—le agradeció el de la coleta—, le aseguro que si necesitamos algo la avisaremos.

—Disfruten su estancia en nuestro hotel.

T/n sin haber dicho ni una sola palabra siguió a su novio que había comenzado a caminar hacia el ascensor.
Cuándo llegaron a la habitación y abrieron la puerta t/n casi deja caer las maletas al suelo cuando vió la cama. Si, la cama, en singular.

—No sabía que... Bueno, que había una cama de matrimonio...—dijo ella.

—¡Ay! Seguro ha sido cosa de Lázaro. Le dije que vendría con mi novia y pues... Bueno, ahem... Este es el resultado. Puedo llamarlo y que nos cambie la habitación si quieres o...

T/n lo tomó de la mano acercándose bastante al él.

—No pasa nada... Así me iré acostumbrando para cuando vivamos juntos.

Grusha suspiró con un notorio sonrojo en sus mejillas.

—Aun queda mucho para eso...—soltó la mano de la chica y arrastró sus maletas un poco más hasta estar completamente dentro del cuarto—venga, dejemos las maletas y vamos a la cafetería que seguro que tienes hambre.

T/n dejó las maletas al lado de la cama y pensó un momento.

—Aún no es hora de cenar...—dijo al fin.

—Si, pero no hemos merendado nada. A demás, seguro que te apetece comer algo.

—No te lo niego, ¿Este pequeño hotelucho tiene cafetería?

—Si, ¿No la has visto al entrar? Es un poco pequeña pero cafetería es cafetería.

—Oh vale.

Tras acomodarse en la habitación fueron a la cafetería. Se sentaron en una mesa al lado de una ventana y mientras miraban en paisaje nevado un camarero les fue a tomar nota. Pidieron Grusha un café descafeinado y t/n un croissant.

—Me gustaría ir a la pista de snow antes de que anochezca para recorrerla y ver como es—comentó el chico cuando les trajeron la orden.

—¿Y eso?—se sorprendió la chica.

—Es lo que me recomendó Lázaro. Dijo que siempre me diera una vuelta por las pistas que fuese a recorrer en las competiciones para familiarizarme con ellas antes de la propia competición.

—Si claro... Tiene sentido...—se quedó procesando por un momento—¿Quién es Lázaro?

—Uno de los instructores de snow, el que me recomendó para la competición. Lo conozco hace tiempo y nos llevamos bien. Para mi padre es casi como de la familia. Por eso no le importó que me fuera lejos un fin de semana por qué estaría vigilado por él en la competencia.

T/n había comenzado a engullir su croissant.

—Efta bien—dijo con la boca llena de croissant.

Grusha ahogo una risa y se dispuso a beber el café.

Luego de tomar algo regresaron a la habitación y el chico se preparó para el snowboard. Se puso el abrigo, guantes, gorro, las protecciones y la bufanda que su novia le había tejido. Se despidieron y él salió del hotel.

T/n se quedó sola en el cuarto.

Con el paso del tiempo el sol iba bajando y se quedó dormida sin darse cuenta.
Cuándo Grusha regresó la vio durmiendo ocupando casi toda la cama así que se fue a dormir en una esquinita de esta.

||Compañeros|| Grusha x tu [pokémon escarlata y púrpura]Where stories live. Discover now