TRES

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― Sé que fui una tonta, ahora lo entiendo ― dijo Beatriz tomando la mano de Kimberly. ― Necesito tu ayuda ― soltó en un tono suplicante que heló la sangre de Emily.

La chica miraba a sus dos amigas asustada, mientras rogaba internamente que no fuera lo que estaba pensando. No quería que ninguna de sus amigas tuviera que pasar por eso. No otra vez.

― Ethan estaba demasiado borracho, apenas se podía mantener en pie y yo estaba en el baño. ― La voz de Beatriz se quebró y se ahogaba entre sollozos que le cortaban la respiración. Emily colocó la mano en su rodilla y su mejor amiga la miró horrorizada. ― Entró al baño sin golpear y me encontró con la prueba de embarazo en las manos.

En ese momento todos los miedos de Em se hicieron presentes.

― ¡Que carajos Bea! ― Mike estalló pateando la silla que tenía a su lado y el estruendo hizo que la rubia se sobresaltara ― ¿Qué mierda tienes en la cabeza? ¿Estás embarazada de ese tipo?

Mike estaba enamorado de ella, todas lo sabían. Bea también y disfrutaba de la atención que Mike le ofrecía, pero Emily creía que era cruel, porque él jamás estaría a su altura. Mike era un buen chico, cualidad que a Bea le aburría.

***

UNA SEMANA MÁS TARDE:

Volver al mundo fue difícil, peor aún fue hacerlo sabiendo que no tenía idea de lo que me esperaba al final del camino.

Mi padre rentó un vehículo ecológico, al parecer era de los más común en el viejo continente. No era un vehículo demasiado grande, de hecho, tomó el primero que le ofrecieron, casi como si estuviera apurado y lo estaba. Algo en toda esa situación lo tenía nervioso, al borde del enojo y estaba segura que no tenía que ver con lo que me había sucedido.

Dejamos a mamá en Connecticut, ella tenía que volver a su trabajo, pero Sarah, mi padre y yo emprendimos un viaje hacia mi destino final: un internado en Suiza. Mi padre insistió en que era por mi seguridad, pero yo sabía que era una manera de sacarse el problema de encima. Mis padres mantenían esa fachada de familia perfecta, no importaba que tan podrido estuviera todo puertas adentro, lo importante es lo que se veía por las ventanas; y yo, lo había arruinado. Ahora todos sabían que Samuel Martín no educaba bien a sus hijas. Cuando comenzaron los rumores sobre el supuesto embarazo de Bea, aparecieron otros como que los cuatro consumíamos drogas y que pasábamos más tiempo alcoholizados que respirando. Por supuesto que nada de eso era cierto, pero dadas las circunstancias ¿Quién nos creería?

Había tenido que sentarme en el asiento del acompañante, justo al lado de mi padre, básicamente porque Sarah me había ganado de mano tomando el asiento trasero. No me entusiasmaba la cercanía con mi padre, el fingía que nuestra relación volvía a ser la de antes, siempre fuimos distantes, pero; al menos, no me hablaba con desprecio como lo hizo en el hospital. La verdad es que yo seguía sin perdonarlo, sentía un resentimiento mucho más profundo del que ya sentía anteriormente a sus palabras, esto solo sumaba una mancha más al tigre.

Esquivó bruscamente un bache y el movimiento del vehículo me hizo sostenerme con fuerza, cada movimiento brusco en su conducción me traía recuerdos espantosos. Miré su perfil, y noté la pequeña gota de sudor que secó rápidamente. Estiró su mano y encendió la radio, luego miró hacia atrás y le pidió a mi hermana amablemente que conectara su teléfono. En ese momento, no sé exactamente cómo caí en la conclusión de que no había colocado el GPS.

―¿Sabes cómo llegar? ― pregunté mirando el camino tan extraño para mí.

―¿Eh?

―¿Cómo sabes llegar? ― insistí.

La Orden de las Sombras - Mentiras (1ra parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora